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¿Qué son las economías para la vida?

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Cuando alguien me pregunta por mi profesión y le digo que soy economista, el comentario más habitual que escucho es “¡Ah, entonces tú sabes de números y de dinero!”. Sí, algo sé, pero es como si a un médico le dicen que tendrá conocimientos de la circulación de la sangre… claro, pero la medicina va más allá, pues se centra en la salud. De igual manera, la economía se focaliza en dos cuestiones fundamentales, la primera es la toma de decisiones respecto a qué consumimos, cómo producimos y cómo se reparte esa riqueza, y la segunda es cómo esas decisiones hacen de una sociedad una sociedad próspera. 

Sé que éste no es el enfoque predominante en el ámbito académico, y aún menos en la sociedad. Sin duda, la forma de entender la economía es la economía capitalista, que como su nombre indica y no esconde, pone en el centro al capital. De forma que el consumo, la producción y la distribución de lo producido tiene como objetivo que el capital obtenga más beneficios. Por ese motivo, se entiende que los economistas nos dedicamos al dinero.

Sin embargo, existe un conjunto de nuevas propuestas que reciben tres etiquetas: “economías diversas”, “nuevas economías” o “economías transformadoras”, y en todas ellas se alumbran un nuevo sistema económico. Quizás, toda esta terminología puede generar confusión entre la mayoría del público, pero en todas ellas existe una intencionalidad común, y es desplazar el objetivo de la economía desde la acumulación de capital, hacia la prosperidad de la sociedad, por ello para mi son “economías para la vida”. 

Antes de centrarme en los aspectos fundamentales, les voy a poner un ejemplo para que entiendan lo importante que es cambiar las gafas con las que miramos el mundo. Hace poco el gobierno andaluz comunicaba su intención de que las guarderías fuesen gratuitas con horarios amplios, como política de conciliación de la vida laboral y familiar.

Te propongo querido lector o lectora que valores otra política, empleada por los países nórdicos, que es una renta para los padres para que puedan criar a sus hijos hasta los tres años. ¿Cuál crees tú que está centrada en los cuidados de la vida y cuál favorece la acumulación de beneficios? Podemos discutir si esto generará incentivos para aumentar la familia solo para cobrar la ayuda, si es financiable en nuestro país, pero eso serían cuestiones adicionales a la pregunta central que es ¿para qué de una política u otra?

A grandes rasgos, esas “economías transformadoras” aportan diferentes propuestas que se complementan y que nos ofrecen un rico crisol de oportunidades para organizar la economía para una vida prospera. Así, el consumo se basa en un consumo responsable en dos niveles. El primero es la responsabilidad hacia los demás, por ello no cuestionamos si se ha empleado trabajo infantil, productos químicos dañinos para la salud, etc.

El segundo, es un ejercicio de autocuidado, pues el preguntarnos el como consumimos nos puede dar respuesta a como vivimos y pensamos. ¿Compramos aquello que necesitamos? ¿Qué es lo que realmente necesitamos? ¿El consumo está cubriendo parcialmente otras carencias? ¿compramos para vivir mejor o para aparentar? Hace poco me contaban el caso real de un chico joven endeudado hasta las cejas porque el tener un “buen coche” era imprescindible ante su pareja, y que la imposibilidad del pago del préstamo, que había pedido, lo había llevado a una depresión. Las propuestas de consumo responsable tienen mucho que contar.

El segundo aspecto que estas nuevas propuestas plantean es la finalidad de la empresa. Hace 54 años, Milton Friedman publicó su famosísimo artículo “The social responsibility of business is to increase its profits”, que ha sido el referente para la defensa de que la única obligación de la empresa es la maximización del valor de mercado.

Sin embargo, el 2019, la Business Roundtable 2019 (integrada por muchas de las principales empresas del mundo) reclamaban un cambio de principios, del valor para el accionista al valor para todos los participantes, (stakeholders), incluyendo por lo tanto también a los trabajadores, comunidad en la que opera la empresa, medioambiente, etc. Existen modelos de empresas donde el centro es el propósito del negocio, de nuevo es fundamental la respuesta al “para qué”.

El tercer elemento de cambio es la reivindicación de la sociedad civil en su papel activo en la economía, no como elemento residual si no fundamental donde, desde las asociaciones, las ONGs, consiguen cubrir necesidades de forma muy diferente a la de la simple venta de un producto. Por último, existen nuevas formas de gobierno, donde el papel del estado es innovador y socio de otros agentes, como propone Mariana Mazucatto, frente a la visión tradicional que lo ve como un “reparador” de las limitaciones del mercado.

Espero, querido lector, poder desgranarte todas estas nuevas propuestas en artículos futuros. Pues como afirmaba el gran escritor, pensador y economista, José Luís Sampredro “Hay dos tipos de economistas: los que trabajan para hacer más ricos a los ricos y los que trabajamos para hacer menos pobres a los pobres”. Yo extendería esta frase a cualquiera de nosotros, puesto que todos los días tomamos decisiones económicas que van en una dirección u otra. 

Cuando alguien me pregunta por mi profesión y le digo que soy economista, el comentario más habitual que escucho es “¡Ah, entonces tú sabes de números y de dinero!”. Sí, algo sé, pero es como si a un médico le dicen que tendrá conocimientos de la circulación de la sangre… claro, pero la medicina va más allá, pues se centra en la salud. De igual manera, la economía se focaliza en dos cuestiones fundamentales, la primera es la toma de decisiones respecto a qué consumimos, cómo producimos y cómo se reparte esa riqueza, y la segunda es cómo esas decisiones hacen de una sociedad una sociedad próspera. 

Sé que éste no es el enfoque predominante en el ámbito académico, y aún menos en la sociedad. Sin duda, la forma de entender la economía es la economía capitalista, que como su nombre indica y no esconde, pone en el centro al capital. De forma que el consumo, la producción y la distribución de lo producido tiene como objetivo que el capital obtenga más beneficios. Por ese motivo, se entiende que los economistas nos dedicamos al dinero.