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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

SOS: salvemos a la universidad pública

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Me senté en el sofá ante el televisor para ver el acto de reinauguración de Notre Dame, tras el pavoroso incendio que sufrió el 15 de abril de 2019. El presidente Emmanuel Macron prometió que sería restaurada en cinco años, y ha cumplido su palabra, aunque políticamente está en horas bajas. El incendio destruyó parte del techo central del templo gótico y la torre aguja reconstruida en 1859 por Eugéne Viollet- le-Duc. En el siglo XII se inició la construcción de Notre Dame y se concluyó en 1365. Notre Dame, esa maravilla del gótico, se la debemos al obispo de París Sully, quien en 1163 se empeñó en construir una catedral sobre una iglesia del siglo X.

El acto tras la reconstrucción en 2024 fue muy presidencialista. Macron ocupó todo el espacio ante la visita de mandatarios europeos, africanos y americanos, entre ellos Jill Biden, que representaba a su esposo Joe Biden, presidente de EEUU. Pero quien acaparó los focos fue el recién elegido presidente de EEUU, el republicano Donald Trump, que tomará posesión de su cargo en enero y cuyo negacionismo y falta de sentido común perturbará el orden mundial, y nos inquieta tanto como que su mano derecha sea Elon Musk, el multimillonario émulo del Gran Hermano que profetizó Orwell en su obra 1984.

También estuvo el presidente de Ucrania Zelensky, opacando a otros invitados ilustres como el presidente y la primera ministra de Italia, el presidente alemán, el príncipe Guillermo de Inglaterra o Alberto II de Mónaco. Los reyes de España declinaron la invitación. También asistieron los expresidentes de Francia, Francoise Hollande y Nicolás Sarkozy. Victor Hugo escribió: “Notre Dame es una impresionante sinfonía de piedra”.

En febrero de 2023 visité París con mi esposa Ángeles. La revista de poesía Cuadernos de Roldán organizó un acto de presentación del número dedicado a París en una delegación de la Alcaldía, en la plaza de Italia, en el que intervenimos poetas y pintores. Allí leí París bien vale un poema: “Recordar con indignación/ Je suis Charlie Hebdo./ Admirar la grandiosa Notre Dame/ y lamentar el incendio de hace años./ En el Louvre contemplar,/ en tus cementerios meditar,/ en tus mercados disfrutar”. En ese viaje rodeamos Notre Dame cubierta y protegida hasta las gárgolas y las cúpulas, por infinitos andamios y vallas perimetrales con fotografías de las tareas de reconstrucción que se estaban realizando en su interior.

París tiene 17 universidades públicas. Madrid tiene seis públicas y 12 privadas. ¿Por qué las privadas duplican a las públicas en Madrid?

Leemos a Victor Hugo en Nuestra Señora de París: “En el siglo XV, París estaba dividido en tres ciudades: La Cité, La Universidad y la Ville. La Universidad ocupaba la orilla izquierda del Sena. En la Cité abundaban las iglesias, en la Ville los palacios, y en la Universidad los colegios”.

Cuenta la leyenda que el teólogo Robert de Sorbon, confesor de Luis IX (San Luis), pidió al rey un colegio para 16 estudiantes de teología, y éste le donó tres casas además de un subsidio para que los alumnos carentes de recursos pudieran estudiar. En 1253 se fundó la Universidad de la Sorbona. Con el tiempo, la Sorbona se convirtió en un estado dentro del Estado. En el siglo XVII, el cardenal Richelieu encargó al arquitecto Jacques Lemercier su reconstrucción. La Sorbona se ha constituido en un faro de cultura y conocimiento universales donde han estudiado muchos (hombres y mujeres) de los arquitectos, ingenieros, físicos, matemáticos, historiadores, artistas, artesanos y diseñadores que hoy, emulando a aquellos artesanos medievales, han sido capaces de reconstruir en breve tiempo los cuantiosos daños que sufrió Notre Dame en el incendio de abril de 2019.

París tiene 17 universidades públicas. Madrid tiene seis públicas y 12 privadas. ¿Por qué las privadas duplican a las públicas en Madrid? En Andalucía hay 10 universidades públicas y tres privadas. En el ranking de 2024, la de Granada es la mejor valorada, seguida de Córdoba. La Hispalense ocupa un lamentable puesto 66 de 81 universidades españolas analizadas, entre públicas y privadas.

Reivindico ayuda para las universidades públicas y que no sean fagotizadas por gobiernos que protejan más a las privadas

Para los rectores de las universidades andaluzas, reunidos el 10 de diciembre en Sevilla, la situación es de urgencia ante los graves incumplimientos de la Junta, que finalizando 2024 debería haber inyectado casi 50 millones de euros para su financiación y sólo ofrece 21 millones. Para 2025, los rectores demandan más de 80 millones y de no recibir lo prometido se pondrá en peligro la sostenibilidad financiera del sistema de universitario público andaluz.

Provengo de una familia sencilla, de trabajadores. Estudié maestría e ingeniería técnica industrial. Empecé trabajando de mecánico. Tras hacer el COU, me matriculé en nocturno en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense de Madrid. Trabajaba de mañana en automoción y por la tarde-noche estudiaba periodismo. Obtuve una beca tras dura oposición en la cadena SER. En 1980 concluí la carrera universitaria y comencé a trabajar en la SER (Madrid, Granada y Sevilla).

Como tantos hijos de trabajadores, cursé una carrera universitaria con mucho sacrificio personal y familiar. Estoy orgulloso de tener una licenciatura universitaria que me ha permitido desarrollarme como persona y como ciudadano. He dirigido once cursos de verano en la UPO en Carmona, Sevilla. Por todo ello, reivindico ayuda para las universidades públicas y que no sean fagotizadas por gobiernos que protejan más a las privadas. Las universidades públicas como la Sorbona, la Complutense, Granada, Málaga, Cádiz, Córdoba, Jaén, Huelva, Almería o la Hispalense, son un patrimonio educativo y de conocimiento de la humanidad que hay que proteger si queremos que prevalezca la igualdad de oportunidades tal como recogen los artículos 14 y 9,2 de la Constitución Española.

Me senté en el sofá ante el televisor para ver el acto de reinauguración de Notre Dame, tras el pavoroso incendio que sufrió el 15 de abril de 2019. El presidente Emmanuel Macron prometió que sería restaurada en cinco años, y ha cumplido su palabra, aunque políticamente está en horas bajas. El incendio destruyó parte del techo central del templo gótico y la torre aguja reconstruida en 1859 por Eugéne Viollet- le-Duc. En el siglo XII se inició la construcción de Notre Dame y se concluyó en 1365. Notre Dame, esa maravilla del gótico, se la debemos al obispo de París Sully, quien en 1163 se empeñó en construir una catedral sobre una iglesia del siglo X.

El acto tras la reconstrucción en 2024 fue muy presidencialista. Macron ocupó todo el espacio ante la visita de mandatarios europeos, africanos y americanos, entre ellos Jill Biden, que representaba a su esposo Joe Biden, presidente de EEUU. Pero quien acaparó los focos fue el recién elegido presidente de EEUU, el republicano Donald Trump, que tomará posesión de su cargo en enero y cuyo negacionismo y falta de sentido común perturbará el orden mundial, y nos inquieta tanto como que su mano derecha sea Elon Musk, el multimillonario émulo del Gran Hermano que profetizó Orwell en su obra 1984.