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Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar

Tejer unión progresista

La secretaria general de Podemos, Ione Belarra, los ex ministro Alberto Garzón (Sumar) y Teresa Ribera (PSOE) y los aún ministros de Sumar Yolanda Díaz, Pablo Bustinduy y Mónica García en el traspaso de carteras de noviembre.
31 de enero de 2025 20:37 h

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Es interesante de China –que para mí, como demócrata merece toda crítica por su sistema de partido único que oprime las libertades– que no se deja arrastrar por los vaivenes de la actualidad, sino que sigue lo que considera su plan de avance. Pensando en ello y preocupada por el panorama, me pregunto: ¿Con qué hoja de ruta piensan, los partidos progresistas de España, beneficiar a la mayoría social?

Si solo nos fijamos en lo inmediato, es fácil agobiarse ante el poder de gobiernos de ultraderecha o de una derecha dependiente de fascistas, ya sea el de Trump en EEUU o el de José Luis Sanz (PP) sometido a Vox en el ayuntamiento de Sevilla. Ambos y otros de su cuerda están imponiendo su ideario regresista a base de recortar inversiones públicas para la igualdad de clases, de género, LGTBIQ+, de inmigrantes, de solidaridad con Palestina y cooperación internacional mientras dedican nuestros impuestos a financiar el futuro que quieren para nosotras grupos antiabortistas.

La escritora canadiense Margaret Atwood de gran fama a raíz de la adaptación a serie de su novela El cuento de la criada publicó luego una precuela, Los testamentos, menos conocida pero esclarecedora sobre cómo una sociedad libre y democrática puede degenerar en la tiranía machista y racista que ella bautiza como Gilead. La clave está en frenar el ascenso fascista antes de que hasta los no contagiados por el odio sientan tal miedo a sufrirlo que callen y consientan lo que pase.

Aún estamos a tiempo, como prueba la valentía esta semana del joven Víctor Martínez, portavoz del Sindicato de Estudiantes en Castilla y León, al denunciar las amenazas, insultos y agresiones fascistas que ha sufrido por compañeros y ante un profesor en el palentino CPrFP La Salle Managua donde estudia, en represalia por haber denunciado días atrás que el 12 de diciembre el IES público Núñez de Arce de Valladolid llevó a sus alumnos de excursión al Valle de Cuelgamuros donde, agitando banderas preconstitucionales, cantaron el Cara al sol.

Pero hay que parar los pies cuanto antes al neofranquismo y neofascismo. Están envalentonados. El poder del dinero y la fuerza andan desatados con ese Elon Musk haciendo el saludo nazi, ese Mark Zuckerberg predicando “más energía masculina”, ese clamor regresista por subir el gasto bélico mientras desprestigia, abandona y trata de destruir las estructuras de diálogo multilareral. Ayer, en Barcelona, la gente señaló el camino de salida a este atolladero al parar el desahucio de un vecino trabajador, un inquilino cumplidor frente a los especuladores de la Casa Orsola. La esperanza está en unirse y cuidarse.

Una izquierda que sane heridas

Titulé mi anterior artículo Hay partido y, justo pensando en que una alternativa de convivencia convenza a la mayoría frente al discurso de odio de la ultraderecha, apunté que veo necesario que la izquierda a la izquierda del PSOE espabile en sanar sus profundas heridas y unirse.

Para mí es imprescindible y urgente. No solo porque, por la forma en que funciona nuestro sistema electoral, la desunión hace que con igual número de votos se logren menos escaños, sino porque muchísimos exsimpatizantes están defraudados y desmovilizados y nuevos votantes, jóvenes, o caen seducidos por el fascismo o se abstendrán al no ver la política útil o despreciándola.

Hace falta que las izquierdas sanen sus heridas, se perdonen y cooperen para recuperar el respaldo de exsimpatizantes defraudados y llegar a un electorado joven que hoy no cree en la política como herramienta de progreso.

Tal como yo lo veo, el PSOE más movilizado –con el secretario general, Pedro Sánchez, y la vicesecretaria general, María Jesús Montero, en modo motores a propulsión– y las izquierdas plurales, si están desunidas, no sumarán para evitar el gobierno PP-Vox.

Sé que algunas y algunos no estáis de acuerdo. La discrepancia es legítima. Del tono con que se manifiesta depende que sea constructiva. Yo coincido con el coordinador general de IU, Antonio Maíllo, en que hay que dejarse de “peleítas” y con la líder de Sumar, Yolanda Díaz, en que “no hay ninguna circunstancia” que justifique “no caminar juntas”. Aunque veo imprescindible evitar puyitas a Podemos como el remate de Díaz al declarar que quien no quiera estar en la unidad “lo explique”.

En el espacio de las izquierdas ha habido y hay tantas presiones externas en contra, ha habido y hay debilidades y errores propios, humanos, ideas distintas para alcanzar un horizonte de igualdad parecido, dolores y chascos personales… que va a costar curar heridas, perdonarse e ir adelante. Pero, ¿cuál es la otra opción: el cuanto peor mejor? ¿La filosofía funesta de Cristóbal Montoro (PP) del “Que caiga España, que ya la levantaremos nosotros”? ¿Alguien en las izquierdas se cree capaz de ganar ya por sí solo? ¿De crecer significativamente solo?

Si no es el caso, ¿cuál es la perspectiva: aguantar el chaparrón de que ganen y gobiernen derecha y ultraderecha para que en un futuro, quién sabe cuán lejano, la izquierda que logre resistir, bajo un panorama de adoctrinamiento retrógrado e impedimentos hoy inimaginables, logre un cambio sociológico tal como para gobernar por mayoría absoluta?

Toca llevar a la práctica la ética de los cuidados y del bien común teorizadas y abanderas en el ámbito de las izquierdas.   

El antirracismo, clave ante el fascismo

Hay muchos elementos para confiar en que la visión progresista sabrá encontrar el camino del avance e incorporar a él a más y más gente. Sólo con muchas capas de ruido, frivolidad, aturdimiento individualista, ansiedad y culpabilización del “extranjero” de la precariedad causada en realidad por ricos avaros, llega tanta gente a creer a quienes niegan las evidencias científicas sobre las vacunas, el clima, las energías, y propugnan la superioridad del macho occidental blanco católico heterosexual sobre quienes nos sabemos iguales y no nos dejaremos dominar.

Además, hay un inmenso valor en el sistema de convivencia creado tras la segunda guerra mundial y que se basa en una legalidad internacional protectora de los derechos humanos. La libertad y democracia son logros magníficos a los que aspiran todos los que no los tienen. Hemos sido negligentes al dejar que el fascismo los socave, royéndolos desde dentro, vaciándolas de contenido para volverlas frágiles, huecas.

Pero antes de que sea tarde, debemos ver cómo las han minado y actuar en consecuencia. Por eso la reacción antirracista es clave. Como es clave cortar de raíz el seguidismo de la UE a las políticas antiinmigrantes. No puede quedar sin investigar la muerte en el Guadalquivir del senegalés Mamouth Bakhoum que acaba de archivar un juzgado sevillano, ni impunes las de los 15 ahogados bajo pelotas de goma de la Guardia Civil en el Tarajal (Ceuta) hace ya 11 años.

Hacen bien las ONG en recurrir en el Supremo el nuevo reglamento de extranjería. Y, tanto el gobierno de coalición progresista que lo ha impulsado como las fuerzas de izquierda que dentro y fuera de él quieren ser creíbles y efectivas contra el fascismo, deberían apoyar regularizar de inmediato a los inmigrantes, pilar clave del crecimiento económico español y merecedores de derechos plenos, también políticos, de voto. Ignorarles porque no votan, no defenderles por temor de que eso dé votos a la ultraderecha, dejar que sean usados como chivos expiatorios es impresentable. Pero, además, es un error letal que hay que revertir ya.

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