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Teresa Díaz, Susana Rodríguez y las cosas del comer
Los debates por televisión forman parte de la liturgia electoral, pero en Andalucía aún no consagran el agua en vino, ni los monólogos en votos. El tetra candidato del PP, Javier Arenas, no asistió al que se celebró en 2012 en Canal Sur porque consideró que no había garantías de “neutralidad” y blablablá y etcétera, etcétera, etcétera. Perdió las elecciones, aunque las ganó.
En el PP han dado luego muchas vueltas de si fue por este motivo por el que no logró la presidencia de la Junta, cuando en realidad fue la reforma laboral aprobada por Mariano Rajoy, meses antes de los comicios, lo que frustró alcanzar una meta acariciada por Arenas desde 1994. No fue la tele, sino las cosas del comer.
El primer debate celebrado la noche del lunes en la televisión pública andaluza entre Susana Díaz (PSOE), Juanma Moreno (PP), Teresa Rodríguez (Adelante Andalucía) y Juan Marín (Ciudadanos) no lo perdió nadie, algo que los asesores de comunicación consideran una victoria. Pero Díaz entró y salió como el caballo ganador.
Ha habido debates en el Parlamento andaluz más clarificadores que los 120 minutos consumidos el lunes ante las cámaras de Canal Sur, que logró una cuota de pantalla del 13% y una audiencia media de 431.000 espectadores. El programa La Báscula, que versa de personas gordas-gordas, obtuvo la semana anterior en la misma franja horaria, un 6%. Canal Sur, en un comunicado, tildó de “éxito” de audiencia el programa electoral.
Pelea sin cuartel en el centro derecha
Aunque previsible, lo primero que llamó la atención fue la falta de debate en lo que se suponía era un debate. Los árbitros profesionales de baloncesto que cronometraron las intervenciones, saben los que es el cuerpo a cuerpo. El baloncesto es un deporte de ataque y defensa, de tapones y triples, de fintas, de asistencias de dibujos animados que acaban en mates. De canastas con gancho, en bandeja y en globo.
Nada de eso hubo. Pero algo hubo: la pelea sin cuartel entre los candidatos del PP y Ciudadanos por el espacio de centro derecha, por la segunda posición. Le dijo Juan Marín a Juanma Moreno: “Si le doy un folio en blanco, ¿sabe cómo me lo va a devolver? Nada. Llevan 40 años en el Parlamento andaluz y no ha logrado bajar ni un céntimo los impuestos. Eso es lo que usted ha hecho”. Le respondió Moreno a Marín: “Usted ha cogobernado con el PSOE, apoyó la investidura de Díaz, usted es corresponsable del Gobierno”.
Los dos aspirantes de PP y C´s a la Junta están de acuerdo en que si logran sumar juntos 55 diputados (mayoría absoluta) de los 109 del Parlamento formarán gobierno, ya se verá quién acabará de vicepresidente de quién. Ninguna encuesta publicada, ni siquiera las que manejan Ciudadanos y PP, vaticinan ese resultado.
Azote del PSOE
Eso fue lo más sorprendente, pero no lo más interesante. Lo más llamativo fue el enfrentamiento casi familiar entre Susana Díaz y Teresa Rodríguez o entre Teresa Díaz y Susana Rodríguez. La candidata de Adelante dejó fuera del plató la chaqueta de azote de la oposición al PSOE. Abandonó los eslóganes de “ni muerta” con el PSOE, las críticas al “susanismo”, al “cortijo” de Susana Díaz, a la “femocracia” y el “feminismo de salón” de la socialista. Aparcó su definición de qué es el gobierno de “banda ancha” que defiende Díaz. “Eso es que le cabe de tó”, dijo días atrás en un acto en la Universidad de Granada.
El diseño de la campaña de Podemos e Izquierda Unida persigue atraer a los que han votado al PSOE, no convencer a los ya convencidos. Y para alcanzar esa meta no puede impugnar ni reprochar al electorado socialista que hayan preferido esa opción en otras convocatorias. Rodríguez quiere captar a los votantes del PSOE de Pedro Sánchez, que presupone más de izquierdas, no a los del PSOE de Susana Díaz. “Usted ha preferido sistemáticamente a la derecha, dio un golpe de estado en su partido para quitar a Sánchez y apoyar a Rajoy”, le soltó.
Díaz hizo mutis, porque sabe que su investidura puede depender de los diputados de Adelante Andalucía, y que en el diseño de campaña plana es mejor hacer oídos sordos. Apenas en los mítines menciona a la formación que colideran Rodríguez y Antonio Maíllo con los que mantiene una relación personal basada en la desconfianza. Es mutuo.
Aproximación por si acaso
Pero el PSOE sí está haciendo su trabajo de aproximación a Adelante por lo que pueda pasar. Una de las características de Díaz, y del PSOE de Andalucía en su conjunto, es la del pragmatismo y la de coger todas las banderas atractivas que portan sus oponentes. La habilidad camaleónica del PSOE andaluz en este aspecto es brillante, como bien saben los andalucistas.
Pasó con la llamada deuda histórica, un concepto inventado y reivindicado por Izquierda Unida, que acabó anotándose el PSOE en su casillero. El PSOE ha incorporado iniciativas de Adelante en relación a la economía verde, el bienestar animal (que tumbó en el Parlamento) y el compromiso de no contratar con empresas para gestionar servicios públicos que incumplan los convenios colectivos. Ya dijo días atrás el secretario de Organización del PSOE, Juan Cornejo, que había “un montón” de leyes y reformas de Adelante con las que están de acuerdo.
Rodríguez está enmarcando su campaña en propuestas con asignaciones presupuestarias, “con las cosas del comer”, como suele decir, ya sea cuando habla de servicios públicos o del debate territorial. “El problema no es Cataluña, es Andalucía. Lo que rompe este país es la desigualdad, es el abrir el buzón de tu casa y ver las facturas, son las cosas del comer”. Díaz, que no quiere oír de Cataluña ni aunque el Betis gane en el Nou Camp, se posicionó en este debate dirigiéndose a la gente de orden: “Fui de las primeras en apoyar al Rey”.
La promesa más llamativa en cuanto a las cosas del comer la lanzó la candidata socialista. Díaz prometió un descenso del paro de nueve puntos, es decir, bajar del 22,8% actual al 13,8%. Nadie de la Consejería de Economía y Hacienda supo explicar qué puñetas significa eso. Tampoco la Consejería de Empleo. Y, por supuesto, nadie del PSOE. Dos economistas consultados por este periódico hicieron cuentas de la vieja y estimaron que eso supondría 350.000 parados menos siempre que la población activa fuera la misma. “Ceteris paribus”, precisaron, lo que traducido al lenguaje periodístico podría ser “si todo sigue igual”. En cierto sentido, estas elecciones también van de eso, de si son ceteris paribus.