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¿Quién va a capitalizar el 4D en Andalucía?

Bandera de Andalucía izada en el Parlamento de Andalucía.

Lina Gálvez

El 4 de diciembre las y los andaluces celebramos un momento histórico de movilización ciudadana en que pedimos la autonomía como forma de acabar con el subdesarrollo histórico andaluz. Recordamos las masivas movilizaciones que tuvieron lugar en 1977 y llevaron en torno a dos millones de personas a la calle para reclamar “Libertad, autonomía y estatuto de autonomía”, como bien se recordaba ayer en este mismo diario.

Hasta este año, 2017, su celebración había sido minoritaria y subsidiaria de los actos del día de Andalucía, que se celebra el 28 de febrero coincidiendo con el referéndum sobre el Estatuto de autonomía convocado en esa fecha en 1980.

¿Por qué este año es diferente? Para entenderlo, tal vez sea necesario reflexionar sobre los dos momentos históricos, el del 4 de diciembre de 1977 y el actual, especialmente en relación a los dos partidos que están en situación de poder capitalizar un sentimiento andalucista para sus intereses electorales: el PSOE y el bloque Unidos Podemos.

En julio de 1977 se había elegido el primer parlamento español por sufragio universal en 41 años y dicha elección había dado como resultado una mayoría de fuerzas reformistas y rupturistas que permitieron a las Cortes avanzar en una dirección constituyente que culminó con la Constitución de 1978. Así se comenzó a dar forma a unas nuevas reglas de juego democráticas y de ordenación territorial de España, donde las regiones que habían contado con un Estatuto de Autonomía durante la anterior etapa democrática, la II República, pusieron estos antecedentes históricos sobre la mesa. En el caso de Andalucía, los pasos que desde los movimientos andalucistas y las instituciones republicanas se habían ido dando para la elaboración de un estatuto propio para la región quedaron truncados con el golpe de 1936 y el estatuto nunca llegó a ser.

Además, a partir de 1936, Andalucía sufrió una fuerte represión, no sólo ideológica sino también de clase, tendente a mantener el statu quo en un pueblo con altos niveles de analfabetismo y pocas oportunidades laborales y de una región donde grandes capas de la población dependían para sobrevivir de los jornales que los terratenientes tuvieran en gracia concederles. Durante el franquismo, con excepción de los últimos años, Andalucía se distanció también en bienestar del resto de las regiones españolas.

El pueblo andaluz sufrió mucho durante dicho periodo. No nos debe llevar a engaño el que parte de nuestra cultura y nuestra identidad fuera españolizada, perpetuándonos de paso en el papel de bufones y folclóricas. La identificación de lo andaluz con lo español no dotó a Andalucía, que entonces, como ahora, era la región más poblada de España ,de centralidad alguna en los resortes de poder del régimen franquista, más allá de la participación de sus élites extractivistas en el festín del capitalismo de amiguetes que se desarrolló durante esa etapa.

Así, en los años setenta, el pueblo andaluz tenía aún mucho que ganar mediante la reivindicación de pan, justicia e igualdad. Tenía hambre de cambio y el deseo y la necesidad de no ser tomado una vez más como comparsa de los intereses de otros territorios y de los de sus propias élites. Ese pueblo se echó a la calle con coraje e ilusión y sus movilizaciones permitieron un cambio de rumbo en la ordenación territorial e institucional de la democracia española. Andalucía entró como una nacionalidad histórica en el artículo 151 de la Constitución, junto con Cataluña, Galicia y el País Vasco, y fue clave en la constitución del Estado de las autonomías.

A lo largo de estos años, el autogobierno de Andalucía ha permitido un desarrollo económico e institucional que ha sido muy importante para Andalucía, aunque haya coincidido también con lamentables episodios de corrupción, clientelismo y un cierto inmovilismo. Pero nadie puede negar que la Andalucía de 2017 nada tiene que ver con la de 1977.

Es cierto que toda España ha cambiado mucho, pero el atraso relativo del que partía Andalucía nos puede llevar a pensar que aquí la transformación ha sido más profunda. Sin embargo, la crisis de 2007-8 ha afectado especialmente a territorios con estructuras productivas débiles, de escaso capital social y financiero, entre las que sin duda se encuentra Andalucía.

Andalucía, de nuevo, se distancia de otras regiones en sus niveles de bienestar y con el Procés catalán vuelve a surgir la sensación de que las reformas territoriales que, desde ahora,se promuevan y lleven a cabo en nuestro país pueden dejar a Andalucía como un territorio de segunda dentro de España. Escuchamos a líderes estatales olvidar a Andalucía cuando hablan de naciones o nacionalidades históricas y rectificar sólo cuando Andalucía alza la voz para hacerse presente. Los comentaristas de las principales emisoras de radio o televisión, donde apenas se escuchan los distintos acentos andaluces, también pasan normalmente por encima de esta tierra en sus intervenciones, aun cuando Andalucía, con una extensión similar a la de Portugal, sigue siendo la región española más poblada y ha de ser necesariamente decisiva en cualquier configuración territorial que vaya a adoptar España. Quieran o no quieran, de una manera o de otra.

Es en este contexto de deterioro de las condiciones de bienestar y de las expectativas de futuro producidas por la crisis y las políticas de austeridad que se pusieron en marcha para salir de dicha crisis, de manera desigual y precaria en el caso de muchas personas, es donde hay que entender la recuperación de lo que significa el 4D. Pero también hay que tener en cuenta el momento político y las dinámicas internas de los partidos políticos no centralistas y con representación en el parlamento de Andalucía: el PSOE y el bloque que representan Izquierda Unida y Podemos.

El Partido Socialista, que ha gobernado en Andalucía desde los inicios de la autonomía, siempre ha dado mayor importancia al 28 de febrero, fecha que el Gobierno estableció oficialmente como día de Andalucía. Pero este año se cumplían 40 años de las movilizaciones del 4 de diciembre de 1977 y, ante la desaparición del Partido Andalucista, han sido Podemos e Izquierda Unida los primeros en movilizarse para capitalizar el impacto del 4 de diciembre.

Los intereses de los partidos

Es posible que en ese movimiento haya una doble motivación. Por una parte, la genuina vocación andalucista que siempre han demostrado los dirigentes de Podemos Andalucía, y también de Izquierda Unida. Por otra, la necesidad de tomar posiciones dentro de un coalición estatal que se organiza en otros territorios en colaboración con grupos políticos de fuerte componente nacionalista y que tiene un comportamiento muy errático respecto a la ordenación territorial y la identificación de la España plurinacional. Una coalición cuyo líder, además, ha olvidado en más de una ocasión mencionar a Andalucía al hablar de su modelo de España plurinacional.

En cualquier caso, el Partido Socialista ha reaccionado y ahora también busca capitalizar esta efeméride. Es posible que en este intento de capitalización haya también una doble motivación. Por un lado, se percibe un componente reactivo al movimiento de Podemos e Izquierda Unida, con objeto de no perder su posición como el partido con el que más se identifica la ciudadanía andaluza y el que, según las encuestas, mejor representa los intereses de Andalucía. Pero, como en el caso de Podemos, tal vez haya que entender este movimiento también en clave interna socialista, como parte del pulso que todavía mantiene Susana Díaz con Pedro Sánchez.

Así las cosas, es posible que sea el PSOE el que esté en mejor posición para capitalizar el sentimiento andalucista que se puede generar en torno al 40 aniversario del 4D. No solo porque las direcciones andaluzas de IU y Podemos lleven el lastre de una dirección estatal con un posicionamiento errático sobre la plurinacionalidad española y el papel que Andalucía debe jugar en su concepto de España, sino porque como se ha visto en el caso catalán, el control de las instituciones, que siguen en manos del PSOE andaluz, puede jugar un papel clave como catalizador de sentimientos identitarios.

En cualquier caso, es importante que se recupere el 4 de diciembre y su relevancia. Tanto como demostración de la capacidad de movilización de Andalucía, como del resultado obtenido con esa movilización, que permitió a Andalucía convertirse en pieza clave de la ordenación territorial e institucional de España. Es importante porque ahora Andalucía va a tener un papel también clave en los cambios que se avecinan en España y es mejor que lo haga de acuerdo con la voluntad de una mayoría social y no sólo por impulso de sus élites, aunque en el 2017 éstas sean mucho más democráticas que las de 1977. Es el pueblo de Andalucía quién tiene que capitalizar el 4D, porque están en juego, no sólo nuestra participación en las decisiones que conducirán a la nueva ordenación territorial e institucional de España, sino, en definitiva, nuestro bienestar y nuestro futuro.

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