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De la victoria de Trump a los bulos de Valencia

6 de noviembre de 2024 21:09 h

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El 8 de noviembre de 2016 me reuní con varias amigas para ver la cobertura de las elecciones. Todas aparecimos con el traje de chaqueta característico de la entonces candidata a la presidencia Hillary Clinton y la ilusión de lo que pensábamos iba a ser una celebración: la de la elección de la primera presidenta de los Estados Unidos.  

Ni que decir tiene que aquella noche no solo no celebramos nada, sino que nos fuimos a casa con la incertidumbre de no saber qué nos deparaba el futuro. 

Esta mañana de 5 de noviembre al despertarme ya tenía un nudo en el estómago acordándome de aquel aciago día hace 8 años. 

Trump no solo ha ganado el colegio electoral, que es el que decide quién es el presidente, además es el primer republicano en ganar el voto popular desde George W. Bush. El Senado será controlado por los republicanos, y es muy posible que el Congreso también, al menos hasta las elecciones de dentro de dos años donde se renuevan partes de las cortes. 

La sensación que tengo ahora mismo, para que os hagáis una idea, es como si fuera en una camioneta de esas enormes 4x4 y el loco que va conduciendo acaba de dar un volantazo a la derecha. Y ahora todos los inmigrantes nos estamos agarrando como podemos para no salir disparados por la ventanilla.

La sensación que tengo ahora mismo, para que os hagáis una idea, es como si fuera en una camioneta de esas enormes 4x4 y el loco que va conduciendo acaba de dar un volantazo a la derecha. Y ahora todos los inmigrantes nos estamos agarrando como podemos para no salir disparados por la ventanilla. 

Y es que el presidente electo Trump ha prometido deportaciones masivas de 11 millones de personas que no solo son inalcanzables sino que de llevarse a cabo se realizarían de manera casi indiscriminada y sin proceso alguno.

Inmigrantes que, por cierto, no tenemos derecho a votar en este país hasta que nos naturalizamos como ciudadanos, a pesar de la rampante desinformación que afirmaba que había inmigrantes votando decenas de veces para la candidata Kamala Harris. 

Pero esa no ha sido la única información incorrecta de esta campaña. En Carolina del Norte, un estado que se decantó por Trump el martes, el presidente electo afirmó que la respuesta de la administración federal de emergencias, conocida como FEMA por sus siglas en inglés, había dado el dinero de las ayudas a los damnificados por el Huracán Helene a inmigrantes sin documentos.

José Luis, te hablo a ti, que tienes la mano un poco suelta a la hora de compartir videos en Instagram. También a los periodistas y comunicadores, influencers, cómicos y demás figuras públicas. Todos aquí tenemos una responsabilidad.

Quizás les suene de algo este detalle, utilizar el dolor de las personas que acaban de pasar por un desastre natural para favorecer políticamente a la extrema derecha. Desde las supuestas demoliciones de presas en Valencia a los cientos de muertos en el aparcamiento de Bonaire que nunca aparecieron, estos bulos no solo están llegando a la población sino que muchos los están creyendo y compartiendo. 

Así que, José Luis, te hablo a ti, que tienes la mano un poco suelta a la hora de compartir videos en Instagram. También a los periodistas y comunicadores, influencers, cómicos y demás figuras públicas. Todos aquí tenemos una responsabilidad. 

Es natural que, ante los momentos de tragedia vividos en Valencia, como humanos busquemos maneras de explicar lo que ha pasado. Pero si en ese proceso no tenemos cuidado y nos creemos lo primero que nos dicen corremos un riesgo muy real, sobre todo sabiendo cómo la extrema derecha española copia al dedillo todo lo que se le ocurre a Trump. 

Porque, si no tenemos cuidado, aunque parezca muy extraño, el próximo Trump puede estar llamando a las puertas de la Moncloa en lugar de la Casa Blanca. Y esto, habiendo tenido la experiencia de 4 años bajo un gobierno de este calibre, no se lo recomiendo a nadie. 

El 8 de noviembre de 2016 me reuní con varias amigas para ver la cobertura de las elecciones. Todas aparecimos con el traje de chaqueta característico de la entonces candidata a la presidencia Hillary Clinton y la ilusión de lo que pensábamos iba a ser una celebración: la de la elección de la primera presidenta de los Estados Unidos.  

Ni que decir tiene que aquella noche no solo no celebramos nada, sino que nos fuimos a casa con la incertidumbre de no saber qué nos deparaba el futuro.