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La vivienda en España, ese oscuro objeto de deseo (y III): encontrando más soluciones

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Estimados lectores, esta es mi tercera y última columna sobre la vivienda. En la primera apuntaba a las características de nuestro mercado, diferente a muchos otros países por dos motivos. El primero porque somos, detrás de Estados Unidos, el país con más turistas, ¡más de 85 millones de personas al año!. El segundo, porque la vivienda es una forma de ahorro en nuestro país, más rentable que otras opciones, como por ejemplo la Bolsa. Ya tenemos el cóctel perfecto. En la segunda columna, me centré en señalar soluciones para favorecer la demanda de vivienda destinada a la creación de un hogar frente a la demanda de vivienda como negocio.

¿Se puede diferenciar entre los dos tipos de demanda? Sí, es muy sencillo. Aquellos que tengan más de una vivienda, es evidente que no pueden estar viviendo en dos casas a la vez. No obstante, podemos suponer que esa segunda vivienda puede tener un carácter diferente a la búsqueda del lucro. Puede ser un espacio de ocio, por tanto no es un bien necesario, puede ser la casa de nuestros padres, que tiene un componente afectivo. Incluso, como hemos comentado con anterioridad, puede ser una forma de ahorro para el futuro.

Sin embargo, cuando hablamos de la vivienda como negocio, el objetivo es el lucro y se puede identificar en aquellos casos en los que se produce una acumulación de propiedades. Este tipo de demanda tiene como efecto encarecer los precios de todas las viviendas, y a este colectivo de personas propietarias no le viene nada mal ya que sus inversiones se revalorizan. El problema está en el efecto colateral: la subida del precio para quien quiere comprar o alquilar porque, sencillamente, lo necesita.

Se pueden aplicar políticas por diferentes vías. La primera de ellas son los impuestos, no sobre todas las viviendas, si no sobre la acumulación de la propiedad de viviendas, por número y valor total. Con ello se podrían conseguir varios objetivos. El primero de ellos es que la rentabilidad de las viviendas como negocio se reduce, por lo que se reduce también la demanda de la vivienda para esta finalidad y, de esa forma, disminuyen los precios, lo que facilita el acceso a las personas que lo necesitan. Se podría pensar que entonces los propietarios subirán el precio, pero la reducción de la rentabilidad desplaza este tipo de inversión a otros sectores… que se lo digan a los fondos buitre.

Un aspecto muy complicado en España es el miedo a alquilar. Es un aspecto jurídico que requiere un análisis pausado donde se ponderen los dos derechos: el de protección del inquilino, pero también el de propiedad del dueño

Por otro lado, los propietarios de casas cerradas, si tienen que pagar impuestos por ellas, asumen un coste que les puede incentivar a ofertar esas casas para alquilar, lo que favorecería el incremento de la oferta. Esto nos lleva a un aspecto muy complicado en España: el miedo a alquilar. Es sin duda uno de los aspectos jurídicos que requieren un análisis pausado donde se ponderen los dos derechos: el de protección del inquilino, pero también el derecho de propiedad del dueño. La reducción de la rentabilidad de la vivienda también reduce otro riesgo, el de los procesos especulativos, que ya sufrimos en el 2008, aunque ahora la situación sea muy diferente.

Otra política que se puede aplicar son las limitaciones de los pisos turísticos en las zonas más demandadas. No es nada nuevo, y como ejemplo tenemos a New York. En este mismo sentido, la llegada de turistas puede ser una oportunidad para que se generen beneficios a otra parte de la población. Como ejemplo, en Marsella se ha creado la plataforma digital cooperativa Les Oiseaux de Passage, que funciona igual que Airbnb, pero con varias diferencias. La primera de ellas es que es una cooperativa, en la que colabora el sector público y privado, donde los propietarios pueden ofrecer un número limitado de propiedades y habitaciones. Estas se sitúan en los barrios periféricos, y acogen a visitantes, no sólo turistas, como es el caso de estudiantes, familiares que vienen de visita, al médico, trabajadores, etc. Además, se les ofrece la oportunidad de compartir la vida real, y no sólo la monumental de la ciudad, como son las comidas, como se divierte la gente normal, en definitiva una forma de mostrar cómo se vive y se convive.

Con esta última entrega he intentado dar una mirada más detenida al mercado de la vivienda, porque en él no se están comprando corbatas, si no un bien con unas características únicas. Es esencial para la vida, pero también es un negocio y no es movible. Por eso, aunque en España existen muchas casas vacías, el problema es que la oferta no se puede trasladar, como es obvio. Esto nos lleva a otro tema, la España vacía, donde las estrategias de mejora de las infraestructuras de transporte, la salud, el acceso a internet, etc. son formas también de trasladar la demanda hacia los espacios donde no hay escasez de vivienda. Sin duda, hay muchas soluciones, y no sólo es cuestión de vender suelo público a las grandes inmobiliarias. 

Estimados lectores, esta es mi tercera y última columna sobre la vivienda. En la primera apuntaba a las características de nuestro mercado, diferente a muchos otros países por dos motivos. El primero porque somos, detrás de Estados Unidos, el país con más turistas, ¡más de 85 millones de personas al año!. El segundo, porque la vivienda es una forma de ahorro en nuestro país, más rentable que otras opciones, como por ejemplo la Bolsa. Ya tenemos el cóctel perfecto. En la segunda columna, me centré en señalar soluciones para favorecer la demanda de vivienda destinada a la creación de un hogar frente a la demanda de vivienda como negocio.

¿Se puede diferenciar entre los dos tipos de demanda? Sí, es muy sencillo. Aquellos que tengan más de una vivienda, es evidente que no pueden estar viviendo en dos casas a la vez. No obstante, podemos suponer que esa segunda vivienda puede tener un carácter diferente a la búsqueda del lucro. Puede ser un espacio de ocio, por tanto no es un bien necesario, puede ser la casa de nuestros padres, que tiene un componente afectivo. Incluso, como hemos comentado con anterioridad, puede ser una forma de ahorro para el futuro.