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Zoido: más alto, pero no más claro
Por si a alguien todavía le quedaba alguna duda, aprovechó la Feria para decirlo aún más alto. Porque más claro ya no se puede. Juan Ignacio Zoido manifestó en una entrevista en la Cadena Ser que prefiere ser alcalde de Sevilla a candidato a la presidencia de la Junta. Una plaza sin titular que, aunque ahora “no toca” debatir, el PP-A tendrá que cubrir a muy corto plazo. Incluso se rumorea que este mismo verano. Porque del calendario se van cayendo poco a poco las hojas, y el futuro en el partido sigue sin estar despejado del todo desde que hace un año se marchara Javier Arenas, arrastrando una victoria con sabor a derrota. Al alcalde hispalense lo colocaron como sucesor en la dirección del PP-A y él, por debida obediencia a su madrina política para este cargo, Dolores de Cospedal, aceptó el reto. Pero lo que nunca estuvo en su mente es que eso supusiera ser cabeza de cartel para San Telmo.
Nunca ha querido. Y nunca lo querrá. Le incomoda ese papel que le obliga a recorrer Andalucía de cabo a rabo cuando su vocación está en la plaza Nueva. Su frontera no es Despeñaperros. Su frontera está en Sevilla Este. Es alcalde; es lo que le gusta. Y tiene un colchón enorme: 20 de 33 concejales. Un patrimonio que parece casi imposible de dilapidar en los dos años que le quedan de mandato. Aunque las políticas de La Moncloa vayan a pasar factura, esta se notará más en el escrutinio regional que en el municipal. Pero nada es descartable en estos tiempos.
Zoido es hombre de partido y cumplirá lo que se le ha encargado: simultaneará agendas y aguantará como máximo dirigente de los populares andaluces hasta 2016. Lo hará desde un segundo plano, porque por las urnas autonómicas no pasará. La batalla regional no es su fuerte. Lo demuestra en cada lance con José Antonio Griñán en el Parlamento. Hasta el punto de que casi parece hacerlo adrede. Como si hiciera un esfuerzo por demostrar que no quiere estar en estas lides. Ahí están sus errores tácticos de las últimas semanas. Si lanza el reto a Griñán de que comparezca en el Congreso por el escándalo los ERE, desde Madrid le corrigen y dicen que reglamentariamente es imposible. Si Griñán interviene en el Parlamento, él se equivoca y coloca nuevos intrusos con nombres donde nunca los hubo, y su equipo tiene que rectificar. Si quiere evitar a toda costa un impopular recurso al decreto antidesahucios de la Junta, Moncloa dice que lo está estudiando.
Hasta el presidente andaluz, que siempre rehúye el cuerpo a cuerpo, en su hastío por el bombardeo constante del popular con los ERE, ha acabado por atacarle por ese flanco en el último pleno. “Usted es un lastre para su partido”, “en Madrid no pinta nada”, “usted es un verso suelto, mal medido y mal rimado”, “usted sin los ERE no es nada”, le dedicó, rebajando su capacidad de propuesta a la simple imitación del “modelo Cospedal”.
Este suma y sigue refuerza la posición de Zoido. No quiere estar ahí. Quiere gobernar su ciudad y quiere gestionar el partido (donde todavía tiene que afianzar un liderazgo con fuertes tintes de provisionalidad y bajo el peso de la figura de Arenas). Quiere quitarse de la primera línea y quiere que el combate dialéctico dentro y fuera del Parlamento; y que los kilómetros, los asuma el aspirante al trono autonómico.
El candidato, para el que ya empieza a barajarse una larga lista de nombres, tiene que tener un plazo amplio de rodaje para darse bien a conocer a un electorado, incluso a un partido, que está acostumbrado a tener la misma cara en el cartel durante cuatro consultas, la de Javier Arenas, que sigue con un pie en Andalucía con su escaño. Sin voz, pero con voto, en el Parlamento, y conservando ambos en el partido. Lo ideal, este verano, y el tope máximo, finales de año. Un margen de tiempo más que lógico, que abrirá la puerta a una situación extraña en el PP: la bicefalia. Ese es el plan que tiene y el escenario de transición en el que más cómodo se ve Zoido.
Por si a alguien todavía le quedaba alguna duda, aprovechó la Feria para decirlo aún más alto. Porque más claro ya no se puede. Juan Ignacio Zoido manifestó en una entrevista en la Cadena Ser que prefiere ser alcalde de Sevilla a candidato a la presidencia de la Junta. Una plaza sin titular que, aunque ahora “no toca” debatir, el PP-A tendrá que cubrir a muy corto plazo. Incluso se rumorea que este mismo verano. Porque del calendario se van cayendo poco a poco las hojas, y el futuro en el partido sigue sin estar despejado del todo desde que hace un año se marchara Javier Arenas, arrastrando una victoria con sabor a derrota. Al alcalde hispalense lo colocaron como sucesor en la dirección del PP-A y él, por debida obediencia a su madrina política para este cargo, Dolores de Cospedal, aceptó el reto. Pero lo que nunca estuvo en su mente es que eso supusiera ser cabeza de cartel para San Telmo.
Nunca ha querido. Y nunca lo querrá. Le incomoda ese papel que le obliga a recorrer Andalucía de cabo a rabo cuando su vocación está en la plaza Nueva. Su frontera no es Despeñaperros. Su frontera está en Sevilla Este. Es alcalde; es lo que le gusta. Y tiene un colchón enorme: 20 de 33 concejales. Un patrimonio que parece casi imposible de dilapidar en los dos años que le quedan de mandato. Aunque las políticas de La Moncloa vayan a pasar factura, esta se notará más en el escrutinio regional que en el municipal. Pero nada es descartable en estos tiempos.