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Desmontando la Feria de Sevilla el día que debía encender los farolillos y abrir las casetas al 'pescaíto'

Hay quien se ha llevado el catavinos y la manzanilla para ver el desmontaje de la portada de la Feria.

Luis Serrano

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Eran las 11 de la mañana, los pocos trabajadores que andaban este sábado trajinando en el Real de la Feria habían parado para el desayuno. Pero no han pasado ni 20 minutos cuando comenzó otra vez la actividad, algunos camiones que entraban y salían, furgonetas cargadas de hierro, maderas y un sinfín de cachivaches que surgen del desmontaje  de las casetas. Y coches de empresa de seguridad dando vueltas por las calles vacías.

En el Real, por lo demás, poca vida, una soledad grandísima. Sobrecoge el silencio,  y más si uno piensa que es sábado de feria y, donde no hay nada,  tendría que ser un mar de camiones cargados de cerveza y manzanilla, las furgonetas con hielo, operarios ultimando  casetas y farolillos, camiones de Lipasam regando el albero...

Este sábado era un silencio tan sólo roto por el sonido del metal al chocar y caer al suelo. El perímetro, como todos los años, está vallado y sólo se puede acceder con un permiso del Ayuntamiento. Pero si esta mañana de sábado algo destacaba, es el silencio  y la soledad que reinaba en la inmensidad del Real de la Feria. 

A pesar del vacío en el albero, la calle Asunción, del barrio de Los Remedios, mostraba un ajetreo inusual dado el actual estado de alarma, el cierre de todas sus tiendas y el confinamiento de los vecinos. Muchos han salido más de la cuenta, y no se ven trajes de flamenca y trajes con corbata, calle abajo, para cruzar el arco de la portada, que está justo al final de Asunción. Pero había colas en los pequeños supermercados, incluso algún bar que abría sus puertas y vendía pescaíto y caracoles a la calle.

Los sevillanos han decidido no renunciar al tradicional 'pescaíto' que da comienzo a la Feria de Abril en la capital hispalente, este año suspendida ante la crisis sanitaria del coronavirus, por lo que han optado desde casa por preparar sus balcones para la gran cita.

Pese al obligado confinamiento, no es difícil encontrar las calles de la ciudad engalanadas con ambiente feriante. Precisamente, en el barrio sevillano de Triana sus balcones se han llenado de los tradicionales mantoncillos y los aplausos de las 20,00 horas, dedicado a los profesionales sanitarios, suenan al ritmo de sevillanas y castañuelas.

Los farolillos o los artesanales carteles que simulan ser portadas de casetas han pasado a formar parte de la estética de sus balcones. Junto a ello, sus vecinos, siempre respetando el confinamiento, han añadido a su particular preferia cantes desde sus ventanas y viviendas, con guitarras y aplausos como acompañamiento. El habitual brindis también ha estado presente en el barrio brindando a la distancia y pidiendo, más que nunca, salud para todos, informa Europa Press.

Fue la pasada semana cuando el Ayuntamiento de Sevilla acordó el desmontaje de las casetas después de que el alcalde, Juan Espadas, ya anunciara que se planteaba un formato para septiembre diferente al de una feria al uso.

Las declaraciones del Gobierno central sobre una lenta desescalada han confirmado al Ayuntamiento que “no hay garantías” para la celebración de ningún de evento de ese tipo.

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