4D: el día que los andaluces reivindicaron salir de la marginación
Es 4 de diciembre de 1977. Las portadas de los periódicos andaluces coinciden. La de El Correo de Andalucía es una insólita página en blanco con una frase escrita a mano por el periodista Juan Holgado. “Hoy, un día de bandera. Una primera página de la historia de Andalucía que debemos llenar todos con nuestra presencia”, se lee. ABC de Sevilla elige una foto de un joven con una bandera andaluza, en el Puente Nuevo de Ronda, con el titular “La frontera del futuro”. Ideal de Granada, que luce en su cabecera el aguilucho franquista, apuesta por “Andalucía, por su autonomía”, con un dibujo de ocho manos al aire. Sur de Málaga informa en su apertura: “Hoy, a las doce, manifestación por la autonomía andaluza”.
Rafael Rodríguez tiene 22 años y es periodista de Radio Juventud de Málaga, conocida como La Roja. Lleva desde primera hora de la mañana en la calle. Ha elegido para retrasmitir la primera manifestación en defensa de la autonomía andaluza el último piso de un edificio situado enfrente de la Diputación de Málaga, en la plaza de La Marina. Hasta entonces sólo se hacían directos de las corridas de toros y los partidos de fútbol. Una familia amiga le cede no sólo su casa, sino también el teléfono, al que le quitan la rosca, le meten unas pinzas y tiran cables hasta la azotea, esas cosas mágicas de los técnicos de la radio que hacen que la voz llegue desde y hasta los lugares más insospechados.
“Todos sabían que algo iba a pasar en Diputación”, asegura Rodríguez, actual presidente de la Asociación de la Prensa de Sevilla. Por eso escogió esa azotea, porque el presidente de la institución provincial, Francisco Cabeza, se negó a poner la bandera verdiblanca, al contrario de lo que hicieron las otras siete diputaciones andaluzas.
“Estaba como periodista, pero estaba militando”
Pilar del Río tiene 26 años y cubre la manifestación de Sevilla para La Voz del Guadalquivir. Ya entonces colaboraba para Interviú, Tele/eXprés y Primera Plana, cabeceras de Barcelona. La hoy presidenta de la Fundación Saramago recuerda: “Me veo a mí misma con un abrigo y un micrófono muy grande apretando un botón para poder hablar”. Era y es periodista, sí, pero entonces, como también ahora, muy comprometida. “Estaba como periodista, pero estaba militando y engañando a la dirección. Entonces teníamos una frase: lo que quieras decir, dilo en los primeros 15 segundos porque después te cortan”. No tuvo problemas en esa ocasión.
“Éramos insolentemente jóvenes. Era todo tan nuevo y tan emocionante, ver a tanta gente”, recuerda. La periodista granadina asegura que la manifestación del 4-D “no era contra nadie”, sino una “exaltación de la civilidad, de los ciudadanos frente al Gobierno central y la dictadura. Había mucha militancia, mucha necesidad de ser. Estábamos reivindicando una España distinta. No sé si fue el día del inicio de la autonomía o el de la reivindicación del poder cívico que luego fuimos delegando en organizaciones políticas”, sostiene.
Del Río evoca el ambiente alegre y festivo, pero también que durante la manifestación sintió “escalofríos”. El motivo, la presencia de unos 150 militantes de la ultraderechista Fuerza Nueva en la Puerta de Jerez, formados en escuadrón, defendiendo una “Andalucía española”. Fueron abucheados por la multitud. “Nos llegaban noticias de lo que estaba pasando y no queríamos sembrar intranquilidad y angustia”, relata la periodista, que respiró con alivio cuando los ultras, gracias a la mediación del periodista y cura José María Javierre, se disolvieron.
Guerra: “Viví el 4-D con una intensidad que enardecía”
Alfonso Guerra tiene 37 años, es diputado del PSOE por Sevilla y está en la cabeza de la marcha que parte del Prado de San Sebastián hasta la plaza Nueva. “Viví el 4-D con una intensidad que enardecía. No era fácil contener la emoción ante una inmensidad de andaluces que, al margen de las posiciones políticas, se agrupaban ante un hecho nuevo: la expresión de una clara conciencia de la histórica marginación de Andalucía. Tantos hombres, tantas mujeres que sabían de siempre de la postergación de Andalucía tenían ahora la oportunidad de gritarlo en una desbordada manifestación. Aquel acto cargó de energía a la Andalucía nueva que comenzaba a caminar tras años sin Libertad, tras siglos de marginación”, afirma a eldiario.es/andalucia.
Como Pilar del Río, una “mijita” de miedo también pasa Gloria Gamito. Tiene 21 años y trabaja en Abc. Los redactores de este periódico cubrieron por tramos la manifestación de Sevilla, encabezada por unos niños que portaban la bandera de Blas Infante, una generosa e imprudente insensatez de la familia del andalucista que la sacó de una urna de la casa de Coria. A Gamito le tocó desde el antiguo Bar España hasta la Punta del Diamante, en la Avenida de José Antonio (hoy de la Constitución). “Fue emocionante, estaba todo lleno de banderas blanquiverdes. Fue como un despertar, un día de reivindicación de la identidad andaluza”.
En las manifestaciones el lema es “Andalucía, autonomía”, pero también “Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía”, y en las calles se corean consignas como “Emigrantes, aquí”, “Paro no, trabajo sí”, “Evasiones, no; inversiones en la región”. En cada pueblo, hay variantes sobre la salida de miles de trabajadores de Andalucía. En Carmona, por ejemplo, los emigrantes se llevan a Cataluña una copia de la imagen de la Virgen de Gracia, por lo que en la localidad sevillana era frecuente oír: “Cómo estará Carmona que hasta la Virgen se ha ido a Barcelona”.
“Sacabe el paro y haiga trabajo”
José Luis Villar tiene 17 años y estudia Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid. En ese momento no sabe que militará en el PSA ni que será dirigente del Partido Andalucista, ni concejal ni alto cargo de la Junta ni que tendrá dos hijos ni que escribirá sobre los almohades ni que su tesis doctoral desembocará en el libroAl-Ándalus y las Fuentes del Oro (Almuzara). Lo que sí sabe es que tiene que acudir a la manifestación convocada por el PSA en la plaza de Santa Ana de Madrid, donde le dan una bandera andaluza. “Mi primera bandera”, presume. Las crónicas periodísticas hablan de dos mil asistentes. “Me lo pasé muy bien. Tomamos conciencia masivamente de la identidad andaluza que hasta entonces sólo estaba en grupos reducidos”. Villar asegura que el 4-D no se pidió igualdad con otros territorios ni para todos los pueblos, ni se reivindicó el acceso a la autonomía por el artículo 151 de la Constitución. No había 151, porque no había Constitución. “El agravio comparativo llegó después. Se pedía autonomía para que ‘sacabe el paro y haiga trabajo, escuela gratis, medicina y hospital, pan y alegría nunca nos falten, que vuelvan pronto los emigrantes, haiga cultura y prosperidad”, dice Villar canturreando la letra de La murga de los currelantes de Carlos Cano. “La autonomía era la forma de acabar con el subdesarrollo”, subraya.
De hecho, el manifiesto unitario que se lee en todas las manifestaciones celebradas en Andalucía, que reúnen en torno a dos millones de personas, tiene un contenido similar al de la murga. Se pide “la más rápida institucionalización de unos órganos de representación y Gobierno autónomos” para solucionar “la emigración de los hombres y los recursos de Andalucía; un elevado índice de paro; una difícil situación en el campo, que hace que unas tierras tan ricas como las nuestras no puedan garantizar el sustento de los que en ellas viven; una escasa y mal planificada industrialización; y unas condiciones generales de vida que son muy inferiores a las de otras zonas del país”.
En Catalunya se celebra el Día Nacional del País Andaluz
Gonzalo Crespo tiene 34 años y es secretario general del Centro Andaluz en Catalunya Blas Infante. En 1977 hay un millón de andaluces emigrados en tierras catalanas (ahora quedan 800.000) y a ellos va dirigida la convocatoria de la manifestación que comenzó en plaza de Catalunya, recorrió La Rambla hasta la plaza Sant Jaume, reuniendo entre 200.000 y 300.000 personas, según las crónicas periodísticas. El comunicado decía: “En este Día Nacional del País Andaluz, en que pedimos la Autonomía para Andalucía, tú y todos aquellos andaluces y simpatizantes, no podemos faltar”. Y pedía a los “inmigrantes en Catalunya” sumarse al acto unitario del 4-D, “todos juntos, para exigir que Andalucía consiga una Autonomía que ayude a salvarla de su marginación y pueda gritar sus derechos de vida y justicia social”.
Crespo, que fue responsable de Emigración de la Junta durante 10 años (1982-1992), es también un emigrante, trabaja en una compañía de seguros de la que llegó a ser director general para toda España. “Fue impresionante, no cabía un alfiler. Había una bandera andaluza enorme en la cabecera de la manifestación. La gente llevaba senyeras y banderas andaluzas y al final se cantó Els Segadors y el himno de Andalucía. Fue tremendo, espectacular”, recuerda emocionado. En las primeras elecciones autonómicas catalanas, en 1980, el PSA obtuvo dos escaños. En las siguientes, ninguno.
“¡Se oye bien, se oye bien!”
A mil kilómetros de distancia desde donde se encontraba Crespo, el periodista Enrique García de 27 años cubre la manifestación para Radio Sevilla con un equipo que le presta Sevillana de Electricidad, el mismo que utilizaba la eléctrica para comunicarse con sus empleados desplazados en los montes. Esa era la unidad móvil.
-¡Se oye bien, se oye bien!, le dice al otro lado de la línea Manuel Tierno Millán, el veterano técnico que le puso los micrófonos a Queipo de Llano en Radio Sevilla desde donde el general golpista tuvo 600 intervenciones radiofónicas, desde el 18 de julio de 1936 hasta el 1 de febrero de 1938.
García narraba partidos de fútbol. “Amaneció nublado, sin lluvia. Nos pusimos en la cabecera de la manifestación convocada por todos los partidos políticos y la Asamblea de Parlamentarios. Era impresionante. Le metía el micrófono a Alfonso Guerra, a Alejandro Rojas-Marcos, a Soledad Becerril, a Jaime García Añoveros, a Iñaki [Gabilondo], a Javierre. La retransmisión salió sola por el ambiente festivo. Había mucha emoción y una simbiosis con lo que ocurría”, afirma. El periodista sevillano afirma que “en ese momento, la autonomía se veía como algo que podía sacar a Andalucía de donde estaba y no mirar a Madrid para que construyeran una carretera o un hospital”.
Una de las entrevistadas es Soledad Becerril, diputada de UCD por Sevilla. Con 33 años es de las pocas mujeres, junto con la socialista Ana María Ruiz-Tagle, en la cabeza de la marcha. “Fue el primer gesto en la calle a favor de la autonomía. Tengo un buen recuerdo, fue un acto de alegría, sin polémicas y sin actitudes contrarias, como algo cordial entre todos los asistentes”.
“¡Que hable en andaluz, que hable en andaluz!”
Carlos Rosado, redactor del primer Estatuto de Autonomía de Andalucía, es militante de base de Izquierda Democrática. Tiene 26 años y asiste como un gaditano más a la “primera manifestación potente, de envergadura” en la ciudad de Cádiz. “Fue impresionante, con una afluencia enorme de personas muy diversas, desde médicos hasta trabajadores de Astilleros. Para mucha gente fue la primera vez que veían la bandera andaluza. Se produjo una auto identificación como comunidad, como región o llámala equis. No había agravios comparativos. Era la primera vez que se manifestaban como andaluces, que uno veía que se identificaba como andaluz”.
Alfonso Guerra es el encargado de leer desde el balcón del Ayuntamiento de Sevilla el comunicado conjunto que se oyó también en el resto de las manifestaciones. Es la una y pico de la tarde. Guerra empezó a hablar y la gente reunida en la Plaza Nueva le conminó: “¡Que hable en andaluz, que hable en andaluz!”. El periodista Antonio Burgos escribió en Abc que ese grito fue para él “lo más importante del día, de la semana preautonómica, fue un momento de explosión del ingenio colectivo de los andaluces, uno de tantos signos de identidad”.
El ex vicepresidente del Gobierno tiene su versión y no coincide con la opinión anterior. “Aquello fue un intento fallido de boicotear el acto por parte de un pequeño grupo que se proclamaba nacionalista y cuyo jefe rabiaba porque no era él quien hablaba. Por otra parte el motivo elegido era ridículo, no he hablado nunca más que andaluz”. Guerra no da el nombre del jefe nacionalista rabioso, aunque es más que probable que se llamase Alejandro.
La muerte de García Caparrós
A la hora en la que hablaba Guerra en Sevilla y las manifestaciones habían terminado o estaban a punto de acabar en el resto de Andalucía, en Málaga comenzó todo. Rafael Rodríguez retransmite desde la azotea de la plaza de La Marina y cuenta cómo desde dos horas antes del inicio de la manifestación, a mediodía, hay “oleadas” de personas compartiendo un día festivo. Sobre la una y veinte, la manifestación llega a la puerta de la Diputación en la que no ondea la verde y blanca por decisión de su presidente, Francisco Cabeza.
Un joven de 18 años, Juan Manuel Trinidad Berlanga, escala no se sabe cómo hasta el balcón para colocar la bandera. “La manifestación se parte en dos: una sigue hasta el final de la Alameda y la otra para. En ese momento, salen policías de la Diputación usando balas de goma y bombas de humo, disparando a todo. Familias enteras corren despavoridas. No tienen donde refugiarse porque es domingo y está todo cerrado”.
A la altura del puente de Tetuán un policía hace uso de su arma reglamentaria y una bala mata a Manuel José García Caparrós, de 18 años, trabajador de Cervezas Victoria y sindicalista de CC OO. “Le tocó a él, pero le podía haber tocado a cualquiera”, recuerda el periodista. “Todo ocurrió por una bandera”, enfatiza. Rafael Rodríguez y Juan de Dios Mellado documentan el 4-D y los tensos los días posteriores en Málaga, donde se convocó una huelga general, en el libro “Morir por Andalucía” (A.T.E.).
El otro documento imprescindible es “La muerte de García Caparrós en la transición política”, escrito por la secretaria judicial Rosa Burgos, publicado por Airon Ediciones en la colección Libros de El Observador. Burgos presentó el miércoles pasado otro libro, “Las muertes de García Caparrós”, donde revela que la bala que mató al joven malagueño salió del arma del cabo primero M.P.R., fallecido hace unos años, y donde denuncia la dejación institucional con García Caparrós. En 2013, 36 años después de su asesinato, la Junta de Andalucía distinguió a Caparrós con el título de hijo predilecto de la comunidad, una petición que formuló IU, entonces coaligado del PSOE en el Gobierno andaluz. Las actas de la comisión del Congreso que investigó su muerte todavía no son de acceso público.
¿Cuarenta años después del 4 de diciembre de 1977 es posible una manifestación unitaria similar en Andalucía? A esta pregunta responden algunas de las personas consultadas y ninguna lo hace afirmativamente.
Alfonso Guerra: “Tal como aquel, no lo creo. Hoy existe un empuje de los nacionalismos que, a mi modesto criterio, se contesta por algunas fuerzas políticas con una cierta complacencia. No es el caso de los dirigentes de la Junta de Andalucía que repiten que no aceptarán privilegios. La Constitución ampara esta posición de igualdad”.
Soledad Becerril: “No en los mismos términos. La autonomía que tiene Andalucía es plena, lo que tenemos que hacer es gestionarla bien. No tiene sentido repetirla”.
Pilar del Río: “¿Con qué objetivo? ¿Qué hay en estos momentos que nos motive para salir como el 4 de diciembre de 1977 o el 28 de febrero de 1980? No tenemos nada. Y espero que no haya manifestaciones para ir en contra de otros. Si en algún momento hay una manifestación para ir en contra de Cataluña será para abjurar de todo. Andalucía siempre ha sido incluyente, por sí, por España y la humanidad”.
Rafael Rodríguez: “No, imposible. La sociedad y la situación son totalmente distintas. Ni siquiera en los años duros, duros, de la crisis, en 2012, hubo manifestación”.
Carlos Rosado: “Igual es imposible. El problema catalán ha estado a punto de provocar esa reacción, pero la aplicación del 155 lo ha desactivado. El problema de Catalunya tiene una base económica evidente y si la solución es a costa de romper el equilibrio de financiación, habrá que ponerse en pie de guerra. En ese momento habrá que llamar a la gente. No ha llegado el momento, pero llegará”.
Enrique García: “Depende de cómo camine el debate territorial y si se ejerce un liderazgo político adecuado. Pero de una manera oportunista, no”.
(El 4-D de 1977 no se estudia en los colegios. Sí el 28-F de 1980, día en el que se celebró el referéndum por el que Andalucía accedió a su autogobierno por la vía reservada para las llamadas comunidades históricas. Por primera vez en 40 años y tras 35 años en el Gobierno andaluz, el PSOE ha celebrado un acto conmemorativo del 4-D).