La reducción de becas y los precios de los másteres dificultan ser doctor universitario
En 2012, unos 1400 estudiantes se doctoraron en las universidades andaluzas, según recoge un Estudio de la Situación Laboral de los Egresados realizado por el Servicio Andaluz de Empleo (SAE). No obstante, en los últimos años realizar estudios de tercer ciclo se ha convertido en una carrera de obstáculos para muchos de ellos. Un camino más largo (uno o dos años de máster más cuatro años de redacción de tesis), más caro y con continuos cambios en la normativa que regula estos estudios debido al proceso de adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior.
Aunque es pronto, algunas estadísticas ya reflejan datos significativos. Si hace dos años 1476 estudiantes se matricularon en estudios de tercer ciclo en la Universidad de Sevilla (Según su Anuario) , el curso pasado la cifra bajó hasta los 931 universitarios. Más desigual es el número de graduados: frente a los 573 del curso 2011/2012, el año pasado tan sólo leyeron su tesis doctoral 126 alumnos. Una cifra que no supone ni el 0,2% del total de los estudiantes matriculados en este centro. Inaugurado ya el curso académico, el propio rector de la Universidad de Sevilla, Antonio Ramírez de Arellano, admitía que este año la matriculación total ha caído un 10%.
“Es probable que ahora comiencen a visualizarse los problemas para afrontar los pagos que ya hemos visto en los Grados”
“Muchos másteres no llegan al mínimo de nivel de excelencia que se presupone para un postgrado universitario”, apunta Manuel Asenjo, un estudiante del Máster de Relaciones Internacionales. “Un máster oficial debería ser mejor que cualquier otro. Yo creo que tienen un coste desproporcionado si lo comparamos con la calidad de la formación que estamos recibiendo. Lo que pasa es que con la reforma de Bolonia, la universidad tuvo que preparar los másteres rápido y mal”, añade.
La matrícula de Manuel el año pasado casi rozaba los 2000 euros y el endurecimiento de los requisitos del Ministerio de Educación para obtener una beca lo han dejado fuera: “Tengo un 6,4 de media en la licenciatura. Al final me la han denegado”, cuenta. Este abogado compagina su actividad académica con un trabajo a media jornada y explica a eldiario.es/andalucia que afrontar el pago del máster le ha supuesto un gran esfuerzo.
La historia de Manuel podría ser la historia de muchos otros universitarios. Pese a la bajada del 34% que anunció este verano la Junta de Andalucía, que está optando por la cifra más baja entre las horquillas ofrecidas por el Ministerio, y que se volvió a establecer un precio unitario del crédito, estudiar un máster oficial hoy en una universidad pública andaluza sigue siendo mucho más caro que hace dos años. En Andalucía, cuesta una media de 2490 euros (41,50 euros el crédito de todas las especialidades en primera matrícula). Una factura que prácticamente triplica la cuantía que tenían que pagar los universitarios que optaban por cursar los antiguos programas de doctorados. Y esto sucede en Andalucía, que es una de las comunidades donde va a resultar más económico estudiar en la universidad.
“La realidad es que ahora mismo un postgrado no es algo opcional. Es indispensable para ser competitivos en el mercado laboral”, afirma Frabricio Saquilán, vicepresidente de la Coordinadora Andaluza de los representantes de estudiantes. “Estos años va a haber un aumento de las matriculaciones porque están titulándose las primeras promociones de Bolonia y encima la falta de empleo invita a alargar los estudios. Es probable que ahora empiecen también a visualizarse los problemas para afrontar los pagos que ya hemos visto en los Grados”, añade. “Nosotros ya hemos pedido a la Junta que ante el aumento de las matriculaciones en los postgrados, impulse paquetes de ayudas específicas”, asegura.
Recortes en Becas
Las tasas relativas a la tutela académica de la tesis no son excesivamente cuantiosas, ya que ascienden a unos 60,30 euros el curso. No obstante, la culminación del doctorado supone un proceso de tres a cuatro años de investigación (tras haber cursado un máster de un año o dos según su carga lectiva), en los que, a juzgar por los recortes, son pocos los alumnos que pueden realizar estos estudios con beca. “Si hablamos de doctorados, todavía es pronto para analizar una bajada de egresados porque los que están leyendo su tesis probablemente vienen de las convocatorias de becas de 2008 y 2010. Queda por ver qué pasará con las promociones que empezaron con los recortes”, explica Jesús Cambrollé, miembro de la Asociación de Investigadores de la Universidad de Sevilla (ADIUS).
En 2012, Wert anunció la bajada de un 15% del presupuesto asignado a las becas predoctorales, las ayudas para la Formación del Profesorado Universitario (FPU), destinadas a “promover la formación en programas de doctorado de solvencia formativa e investigadora para aquellos que deseen orientar su actividad profesional hacia la investigación y a la docencia universitaria”. El año anterior ni se convocaron y muchos universitarios continúan a la espera de que salgan las de este curso académico. El presupuesto asignado en 2012 se redujo de 72 millones de euros a 59 millones.
Una suerte parecida han corrido las FPI procedentes del Ministerio (La Junta de Andalucía también tiene una convocatoria en esta modalidad). El pasado 14 de agosto se publicaba el en BOE la convocatoria de Ayudas para Contratos Predoctorales, una iniciativa similar a las tradicionales FPI, pero con una menor partida presupuestaria.
“El futuro pasa por la emigración o directamente dejar de investigar”
María Rodríguez es becaria del departamento de Economía Financiera y Dirección de Operaciones de la Facultad de Económicas de Sevilla. Se licenció en 2003 y pudo acceder en 2009 a las ayudas para la Formación de Personal Investigador (FPI) de la Junta de Andalucía. “Es una beca de cuatro años: uno de estudio y tres de contrato”, afirma Rodríguez. Según la becaria, “Yo doy clases como un profesor más, pero a la vez tengo que investigar y cumplir con congresos y publicaciones. Realmente es difícil compaginar las dos actividades y entregar la tesis en el tiempo establecido”. A María lo que más le preocupa es su futuro más reciente. “Yo he tenido suerte y cuento con una beca, pero una vez termine no sé qué va a pasar con nosotros. En la Facultad hace falta gente, pero no salen los contratos”, cuenta.
José Ramón Moreno, Licenciado en Biotecnología por la Universidad Pablo de Olavide es becario FPU y afronta su último año antes de entregar la tesis. Investiga para el IRNAS, el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología, dependiente del CSIC. “Creo que opté a la última convocatoria sin problemas de las FPU. A partir de 2010, comenzarón a saltarse convocatorias, retrasarlas. A muchos compañeros hay meses que no les pagan y luego les llegan dos mensualidades de golpe”, explica. Y añade: “Algunas veces pasan cosas raras. Por ejemplo, yo pedí una estacia a Corea y como hubo menos solicitudes que plazas, decidieron en mitad de la convocatoria reducir el número de vacantes”, añade.
Según Moreno, “en España tu futuro depende del azar. El paso natural después de la tesis sería una beca o contrato postdoctoral. Para eso los laboratorios, las empresas, tienen que invertir dinero en proyectos y ellos también están recortando por todos lados”. “La gente que me rodea se plantea que su futuro pasa por la emigración o directamente dejar de investigar y dedicarse a otra cosa”, concluye tajante.