Andalucía Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
Sánchez rearma la mayoría de Gobierno el día que Feijóo pide una moción de censura
Miguel esprinta para reabrir su inmobiliaria en Catarroja, Nacho cierra su panadería
Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Sistemas alimentarios locales de base agroecológica, el motor del cambio que necesita la producción de alimentos

Entre los desafíos que deben abordarse en el siglo XXI, la transformación del modelo de producción y distribución de alimentos, acompañada de la necesaria en los hábitos de consumo saludables, es uno de los principales. Atañe a nuestra salud y a la del planeta en el que vivimos. Los sistemas alimentarios locales de base agroecológica (SALBAs) pueden cooperar al logro de ese objetivo fundamental para la transición alimentaria.

Los SALBAs tratan de crear sistemas agroalimentarios alternativos al convencional, conectados con el territorio para producir alimentos saludables. Su vinculación con el territorio hace posible reducir el impacto medioambiental y el consumo de energía, de agua y de fertilizantes que requiere la agricultura y la distribución industrial, evolucionando hacia un modelo más resiliente y justo. No obstante, los cambios no pueden realizarse solo en una parte de la cadena, producción y distribución, sino que es necesario también cambiar las prácticas de consumo alimentario hacia hábitos más saludables –por ejemplo, rescatando la dieta mediterránea– que eviten el desperdicio de alimentos y el derroche de recursos naturales. En esa dirección comienzan a trabajar también las instituciones europeas, promocionando propuestas de producción, distribución y consumo agroecológicos, asociados a la estrategia ‘del campo a la mesa’. Ello abre nuevas oportunidades para el sector alimentario en su conjunto, aquejado de problemas estructurales de rentabilidad y sostenibilidad.

Para poner en valor los SALBAs como medio idóneo de transformar el sistema productivo de alimentos, se celebra esta semana en Sevilla el IX Congreso Internacional de Agroecología, que reúne a miembros de la academia y a profesionales del sector con el objetivo de aproximar la Agroecología al sistema alimentario. Organizado por el Laboratorio de Historia de los Agroecosistemas de la Universidad Pablo de Olavide (LHA) y por Alimentta, laboratorio de ideas para la transición alimentaria, el foro, bajo el título Cultivando Sistemas Alimentarios Locales de Base Agroecológica, tiene tanto un objetivo científico como de impulso a la acción colectiva.

Brechas

El congreso abordará también en su programa cómo superar las brechas existentes en la cadena alimentaria. Una brecha entre el sur y el norte globales; entre el campo y la ciudad, entre la producción y la distribución y el consumo; y también una brecha de género. La transformación para superar estas brechas, que generan disfunciones en el sistema de producción, ha de ser compartida, por ello uno de los objetivos del congreso es generar sinergias entre los diferentes eslabones de la cadena. Según explica el catedrático de la Universidad Pablo de Olavide y miembro de la comisión organizadora, Manuel González de Molina, “el contexto actual nos apremia a seguir encontrándonos y reflexionando en torno a la construcción de SALBAs. Aunque han proliferado numerosas alternativas agroecológicas, necesitamos seguir consolidando y expandiendo las experiencias y las sinergias entre ellas para avanzar en la transición alimentaria”.

 

Entre los desafíos que deben abordarse en el siglo XXI, la transformación del modelo de producción y distribución de alimentos, acompañada de la necesaria en los hábitos de consumo saludables, es uno de los principales. Atañe a nuestra salud y a la del planeta en el que vivimos. Los sistemas alimentarios locales de base agroecológica (SALBAs) pueden cooperar al logro de ese objetivo fundamental para la transición alimentaria.

Los SALBAs tratan de crear sistemas agroalimentarios alternativos al convencional, conectados con el territorio para producir alimentos saludables. Su vinculación con el territorio hace posible reducir el impacto medioambiental y el consumo de energía, de agua y de fertilizantes que requiere la agricultura y la distribución industrial, evolucionando hacia un modelo más resiliente y justo. No obstante, los cambios no pueden realizarse solo en una parte de la cadena, producción y distribución, sino que es necesario también cambiar las prácticas de consumo alimentario hacia hábitos más saludables –por ejemplo, rescatando la dieta mediterránea– que eviten el desperdicio de alimentos y el derroche de recursos naturales. En esa dirección comienzan a trabajar también las instituciones europeas, promocionando propuestas de producción, distribución y consumo agroecológicos, asociados a la estrategia ‘del campo a la mesa’. Ello abre nuevas oportunidades para el sector alimentario en su conjunto, aquejado de problemas estructurales de rentabilidad y sostenibilidad.