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Las universidades públicas, el “ascensor social” de Andalucía en sus 45 años de autonomía

Hace 45 años, un 28 de febrero, Andalucía alcanzó la autonomía y se adentró en un proceso de descentralización que transformó la comunidad a todos los niveles. A esa transformación contribuyó con fuerza un agente que fue, a su vez, “cuna del autonomismo”: el sistema universitario público. Así lo recuerda Antonio Manuel, profesor de Derecho Civil en la Universidad de Córdoba y patrono de la Fundación Blas Infante, quien afirma que “Andalucía no se entendería hoy sin las universidades públicas”.
En una tierra históricamente marcada por la desigualdad, la configuración de un mapa universitario que apostó por expandirse a lo largo de las ocho provincias supuso un auténtico “agente de cambio” para la comunidad, en palabras de Antonio Javier González, Doctor en Artes y Humanidades por la Universidad de Cádiz (UCA). “El sistema universitario público andaluz ha sido el verdadero ascensor social de las provincias”, sostiene González, recordando que con el impulso de la autonomía, las universidades públicas andaluzas comenzaron a desplegarse en el territorio provincial, ampliando los límites y las capacidades de las dos universidades decanas, la de Sevilla y la de Granada.
“No podemos entender el proceso de autonomía Andalucía sin el papel fundamental que han jugado las universidades públicas”, remarca en ese sentido María José Ramos, catedrática de Historia en la Universidad de Córdoba (UCO), quien explica que “gracias a los estudios que les aportaron esas universidades públicas, la población andaluza pudo optar a mejores puestos de trabajo”. Por esa razón, a partir de los años 80, se produjo “un desembarco masivo de población joven que pudo estudiar, que pudo llegar a una carrera y que se pudo quedar”, como relata Antonio Manuel, poniendo el foco en las zonas rurales.
Fue allí donde cientos de familias empezaron a ver la educación superior como una puerta abierta a nuevas oportunidades sin tener que abandonar su tierra. La principal consecuencia de esa democratización de la educación que vino de la mano de las universidades públicas fue “el arraigo de la población joven al territorio”, taponando ese “desangramiento humano” que venía sufriendo la comunidad y “esa emigración a la que parecía que estábamos condenados”.
Un motor de progreso social y económico
Un ejemplo de ese “ascensor social” lo encarna María del Carmen Carrión. Nacida de “familia humilde”, ha llegado a ser catedrática de Física Aplicada en la Universidad de Granada (UGR) y “defensora universitaria” de dicha institución gracias, precisamente, a que las becas le permitieron estudiar: “Hace 45 años había muchísima menos gente con posibilidades de estudiar una carrera universitaria; ha sido el sistema de becas públicas el que ha permitido que personas con menor rango social, entre las que me encuentro, hayan podido realizar sus estudios”.
Más allá de haber impulsado el “progreso social” de la comunidad, el sistema universitario público andaluz también ha actuado como motor económico. “La universidad pública ha contribuido a la modernización de Andalucía”, sostiene María José Ramos. Apoyándose en sus estudios sobre la UCO, asegura que “no podemos entender la Córdoba de hoy sin la universidad porque es uno de los centros donde más personal trabaja, con unos 1.200 profesores y más de 700 trabajadores”. La Universidad de Córdoba se consagra así desde los años 70 como “una de las empresas que más invierte y prospera en la ciudad”, según apunta la profesora de Historia.
En esta línea, Manuel Larrán, catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Cádiz, destaca el “impacto económico” que han generado en su entorno las universidades públicas andaluzas. Como autor de varios trabajos encargados por el Consejo Social de la UCA para evaluar el impacto social y económico de la institución, Larrán confirma que “la formación universitaria impulsa la empleabilidad, la movilidad y la productividad, contribuyendo al bienestar de la sociedad”.
La Universidad de Cádiz, por ejemplo, no solo forma a profesionales, sino que genera un impacto directo sobre la economía local y regional, contribuyendo al crecimiento económico y a la creación de empleos en sectores clave. De su último análisis sobre la UCA, Larrán destaca el efecto multiplicador que genera la institución, contribuyendo a la economía local y autonómica con un impacto global de más de 465 millones de euros y la creación de 6.130 empleos.
Además de su contribución en términos económicos, la UCA destaca por su papel en la transferencia de conocimiento e innovación al tejido empresarial de la provincia. Un caso ejemplar de esa de transferencia a la industria es la empresa Titania. Surgida de un grupo de investigación de la universidad gaditana, ha crecido hasta convertirse en un referente en los sectores naval, metalúrgico y eólico, ampliando su cartera de clientes con compañías como Airbus y consolidando más de 80 empleos especializados, en los que participan egresados de los centros de Formación Profesional y de los distintos grados académicos de la UCA.
Agentes de producción cultural y transformación urbana
Desde la Universidad de Granada, María del Carmen Carrión, coincide en señalar a las universidades públicas como impulsoras de “la innovación y el desarrollo tecnológico de toda Andalucía”. Para la catedrática de Física Aplicada, la contribución de las universidades públicas a la sociedad trasciende el ámbito académico: “La gran aportación de las universidades al campo científico han sido los parques tecnológicos, como el de Andalucía que está en Málaga”, además de contribuir en sectores punteros como la industria aeronáutica en Sevilla, el desarrollo de las tecnologías agroalimentarias en Almería o todo lo ligado a Inteligencia Artificial en la UGR, que lidera también el proyecto ISMIS-DONES a nivel europeo sobre energías limpias“. Estas iniciativas no solo posicionan a Andalucía a la vanguardia científica de España y Europa, sino que además generan empleo altamente cualificado y fomentan el desarrollo económico regional.
El impacto de las universidades públicas también se extiende a la esfera cultural. Antonio Javier González, como experto en gestión cultural, añade que las diez universidades andaluzas son hoy “agentes culturales conocidos, reconocidos y establecidos en el territorio”. A ojos de este investigador, el sistema universitario andaluz ha apostado por “intervenir en el territorio desde lo cultural, no solo desde lo intelectual, que sería el enfoque de los años 70”. Así pues, las instituciones universitarias de Andalucía se han consolidado como “agentes de producción cultural”, con iniciativas como los programas culturales que promueve la Universidad de Cádiz desde hace más de 30 años.
Este impacto cultural va más allá de la mera transferencia de conocimiento, integrándose plenamente en el territorio y aportando una dimensión esencial al desarrollo de las comunidades locales. En este sentido, González también pone en valor el papel de la universidad como uno de los principales “agentes de transformación del paisaje urbano y arquitectónico” de las ciudades en las que se asienta. Se refiere aquí a la rehabilitación de edificios históricos para uso público que han promovido universidades como la de Sevilla y Granada, pero también a la creación de campus modernos y funcionales que configuran nuevas estructuras urbanas, en ciudades como Cádiz o Córdoba.
Garante de los valores democráticos y la igualdad
Desde esta última, María José Ramos incide en que la institución universitaria ha ejercido como motor de modernización, cambiando “el urbanismo de la ciudad al expandirse por diferentes campus”. A este impacto cultural y urbanístico clave en la transformación de las ciudades andaluzas, Ramos añade la apuesta por la paridad que han hecho las instituciones universitarias, tratando de “corregir los desequilibrios históricos e integrar a más mujeres en puestos de poder”. Un aspecto que también suscribe María del Carmen Carrión, quien subraya la importancia de seguir trabajando para que “esa cultura de igualdad siga acrecentándose en toda Andalucía desde las universidades públicas”.
Al hilo de esta cuestión, Luis Navarro, profesor de Sociología en la Universidad Pablo de Olavide, ensalza como fundamentales “los valores de la universidad pública tanto para la formación académica como para el desarrollo social de nuestra comunidad”. Más allá de ofrecer una educación pública de calidad y puntera en investigación, Navarro recuerda que las instituciones universitarias contribuyen a “formar a personas con pensamiento crítico, valores éticos y sociales, diversidad y pluralidad”. En un entorno donde conviven culturas, ideas y perspectivas, Navarro destaca el papel de la universidad pública en la construcción de un futuro más equitativo y respetuoso con el planeta.
Retomar el testigo del andalucismo desde la universidad
Tras repasar los logros alcanzados durante estos 45 años de autonomía, el profesorado de las universidades públicas andaluzas reivindica blindar el sistema universitario público con una “financiación adecuada”, en aras de garantizar que pueda seguir desempeñando esa “función social que han estado desarrollando estos 45 años”, como apunta María del Carmen Carrión, defendiendo que “invertir en universidades públicas es apostar por el futuro”.
En plena celebración del 28F, Antonio Manuel señala que el principal desafío al que se enfrenta hoy el sistema universitario público es el de frenar la fuga de talento juvenil, concediéndoles la garantía a los universitarios de que “pueden forjar un futuro precisamente aquí y no en el extranjero”. “Ahora pasa justo lo contrario que en los años 80: la universidad pública no consigue atar a los jóvenes que están preparados gracias a la educación pública porque no encuentran oportunidades laborales en la tierra donde se han formado”.
Ante ese reto, apuesta por hacer que la universidad pública “recupere el testigo que abanderó en las décadas de los 80 y 90”, para seguir potenciando “el saber, la investigación, el acceso de las mujeres al pensamiento científico” desde los templos del conocimiento de las ocho provincias. Y para que las instituciones universitarias sigan siendo “una trinchera frente al autoritarismo y frente a los mensajes xenófobos, machistas, racistas que amenazan hoy la convivencia democrática y la cohesión social”.
Este andalucista se muestra convencido de que el sistema universitario andaluz superará estos retos porque “está compuesto por muchas personas que no han olvidado aquel legado de la década de los 80 y que sabe que el futuro de la gente joven en Andalucía pasa por la universidad pública y porque se queden aquí en Andalucía”. La clave vuelve a estar en no olvidar el pasado para garantizar que la universidad pública siga siendo un motor de progreso para las generaciones futuras.
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