El tiempo dirá si la borrasca ‘Efraín’ merecerá pasar a la historia de la meteorología andaluza. Camino lleva, al menos. Y es que el prolongado episodio de precipitaciones que lleva azotando a la mayor parte del sur peninsular desde que comenzase el mes de diciembre ha tenido en ‘Efraín’ un antes y después en cuanto a la situación de las reservas hídricas andaluzas. Las intensas precipitaciones han caído, además, sobre un suelo ya saturado, incapaz de absorber más agua y propiciando la formación de escorrentías a lo largo y ancho del territorio. Ríos y arroyos han vuelto a la vida, desembocando en los hasta ahora menguados embalses andaluces.
Casi 5 puntos más en menos de dos semanas
Los más de 100 litros por metro cuadrado que de media han caído sobre el territorio andaluz en los últimos quince días, han supuesto una ganancia neta de unos 550 hectómetros cúbicos, un volumen equiparable a cinco veces el consumo anual de Sevilla y su área metropolitana. Dicho volumen representa el 4.5 % del total de la capacidad de almacenamiento con que cuentan los embalses andaluces. El dato es aún más llamativo si se analiza respecto a lo que ya había. En una situación límite, las reservas de agua andaluzas se situaban a finales de noviembre con un pírrico 19 % de su capacidad total. Escasas dos semanas más tarde, dicho porcentaje ha subido hasta acercarse al 25 % del total del agua almacenable en la región, lo que representa un incremento porcentual de un 23 % para dicho periodo.
Y lo bueno es que dichos porcentajes seguirán subiendo. Además de que el patrón atmosférico seguirá facilitando la llegada de borrascas hasta la Península Ibérica en lo que queda de año, la abundante lluvia caída durante los últimos días aún seguirá alimentando las cabeceras de los embalses andaluces. La elevada saturación que presenta la mayor parte del suelo superficial en Andalucía apunta a pensar que los acuíferos más superficiales podrán haber recuperado el agua perdida, facilitando que ésta siga corriendo hasta veneros y arroyos en superficie de cara al próximo invierno. El agua, por tanto, seguirá llegando hasta los embalses, aunque las lluvias vayan a menos.
Diciembre de 2009 en el recuerdo
Pero aún es pronto para echar las campanas al vuelo. En el recuerdo reciente está el mes de diciembre de 2009. Entonces, un cambio en el patrón atmosférico terminó abruptamente con un periodo de relativa sequía que atravesaba la Comunidad. Aquel año, la Cuenca Hidrográfica del Guadalquivir se situaba a finales de noviembre al 33 % de su capacidad, un nivel unos 14 puntos por encima de los niveles alcanzados el mismo mes de 2022. Aun así, la situación de entonces era alarmante, pero consiguió revertirse gracias a un invierno extraordinariamente húmedo. Desde diciembre de 2009 y hasta finales de la primavera de 2010, las lluvias dejaban una media de unos 600 a 700 litros de acumulado en las provincias occidentales. Eso permitió que la Cuenca del Guadalquivir afrontase la campaña de regadíos con los embalses al 91 % de su capacidad total*. Entre diciembre de 2009 y mayo de 2010, la principal cuenca andaluza multiplicó por tres sus reservas hasta dejarlas a rebosar.
Así, aunque la situación actual es mucho mejor que la de hace un mes, la comparación con aquél año da buena idea de lo que aún debe de llover. La amenaza de la sequía permanente sigue presente, aunque hoy parece bastante más lejos que hace un par de semanas. Sin que sea necesario que se repitan los registros del periodo 2009-2010, Andalucía debe seguir cruzando los dedos para que el patrón atmosférico mantenga la circulación de borrascas actual. Sólo un invierno y una primavera húmedas podrían devolver la situación de los embalses a plena normalidad, lejos del horizonte de las restricciones.
Las cuencas hidrográficas lejos de la tranquilidad
Y es que por cuencas las reservas siguen estando en niveles muy alarmantes. La del Guadalquivir, el gran almacén hídrico de la región se sitúa aún por debajo de una cuarta parte de su capacidad total. En dicha cuenca, sólo la provincia de Sevilla alcanza unos valores de relativa tranquilidad con un 41 % de almacenamiento. En el otro extremo se encuentran los de Córdoba con un escuálido 17 %, y que es donde se concentra la mayor capacidad de almacenamiento de toda la región. En similar situación se sitúa la Cuenca del Guadalete-Barbate, donde a pesar de las abundantes precipitaciones registradas en el área del Estrecho, los embalses ni tan siquiera alcanzan el 30 % de su capacidad. En el otro extremo, las Cuencas Mediterráneas Andaluzas, superan ya el 37 % de volumen, registrando valores muy superiores a los de hace un año, y la cuenca onubense del Tinto, Odiel y Piedras, donde la marcada situación de poniente ha elevado las reservas hasta superar el 80 % de su, eso sí, corta capacidad.
* Datos históricos de embalses en la web del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico miteco.gob.es