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La guerra contra Ucrania: preguntas y controversias

Rafael Lara, Área Solidaridad de la APDHA

2 de marzo de 2022 19:47 h

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Primero la gente, porque en primer lugar está la gente de Ucrania, que sufre una agresión con mayúsculas. Pero luego, claro, somos conscientes que esta agresión supone un profundo seísmo para toda la arquitectura política, económica y militar en Europa. Y nos da pánico lo que sufre el pueblo ucraniano y una posible escalada que, incluso, como amenaza Putin, puede ser nuclear. Nunca podremos tener seguridad en un mundo militarizado y con armas nucleares cuyo uso está en manos de gente sin escrúpulos y ambiciones megalómanas.

Pues bien, desde organizaciones como la APDHA, a la hora de impulsar las movilizaciones sociales frente a esta guerra, nos hemos encontrado con numerosos debates y cuestionamientos que creemos interesante comentar. A ello van dedicadas estas líneas. 

¿Sólo recuperar el “No a la guerra” es suficiente?

En absoluto. El “no a la guerra” genérico, alude a todas las guerras en abstracto. Aquí hablamos de una agresión concreta, a la invasión de un país por parte de una potencia que ejerce de imperialista y que está provocando muerte, huidas de personas refugiadas y enorme sufrimiento de un pueblo, el ucranio.

Se trata de una vulneración flagrante del derecho internacional y del respeto a la soberanía de los pueblos por parte de Rusia. Así que “No a la guerra”, pero también “No a la agresión rusa en Ucrania”.

Es lamentable que todavía una parte - espero que residual- de la izquierda mantenga una incompresible rusofilia y defienda a Putin. Puede ser por nostalgia de una época que ya no existe. Puede ser la máxima aquella de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”

Los mismos que hoy evitan condenar con claridad a Putin (o censuran la invasión con un pero… a continuación) son los que incompresiblemente respaldan los regímenes degenerados de Nicaragua o Siria, que por cierto han apoyado la invasión en Ucrania.

Las personas que somos antiimperialistas, debemos serlo con todas las consecuencias, en contra de todos los imperialismos e intervenciones militares, sean cuales sean. De lo contrario quienes caeremos en el doble rasero que criticamos seremos nosotros mismos. 

Bueno, bueno, pero es que Ucrania y Rusia fueron un mismo pueblo

Tal vez sea así y es posible que Ucrania como Estado independiente fuera resultado de la revolución rusa, como dice Putin. Pero en ningún caso se puede justificar la invasión de un país soberano con esa excusa inadmisible. A nadie en su sano juicio se le ocurre plantear que nos anexionemos Portugal, que al fin y al cabo perteneció a reino de León en la Edad Media.

En ningún caso es aceptable para el derecho internacional el uso de la fuerza para imponer a un pueblo soberano una obsoleta y peligrosa ideología milenarista y su unión o supeditación forzosa a un Estado expansionista. 

Ya, ya, pero Ucrania como denuncia Rusia, está llena de nazis y es un régimen dictatorial

Es posible que tengan influencia los ultraderechistas ucranianos y están comprobados sus desmanes en Ucrania. Por cierto, de forma similar a lo que ocurre en buena parte de los países europeos, en alguno de los cuales incluso han llegado al gobierno, como en Polonia o Hungría.

Y en cuanto a democracia habló quien pudo. ¿Habla de democracia quien está reprimiendo y deteniendo a miles de personas en Moscú -entre otros del Partido Comunista- porque se manifiestan contra la invasión de Ucrania? Quizás se nos haya olvidado la masacre en Chechenia a comienzos de siglo. Rusia es una verdadera autocracia que responde a los intereses de oligarquías mafiosas y corruptas y a los de la propia supervivencia de Putin.

Pero en todo caso, ni la supuesta falta de democracia ni la posible influencia nazi en Ucrania justifican una agresión militar. Si fuera así acabaríamos con toda la legalidad internacional y la única ley sería la ley del más fuerte. Un verdadero caos. 

Pero no se puede negar que la OTAN y EEUU vienen cercando a Rusia desde hace décadas. Rusia tiene derecho a defenderse.

Cierto, EEUU y la OTAN, con el cómplice acuerdo de la UE, han venido llevando a cabo una política de cerco a Rusia, instalando bases en su cercanía, ampliando la OTAN hacia el Este a los antiguos países de la URSS vulnerando los acuerdos con Gorbachov en la década de los 90.

La OTAN nunca ha intentado desarrollar una política hacia Rusia que permitiera llegar a pactos, desmantelar conflictos y desmilitarizar las relaciones mutuas. Porque se necesitaba un enemigo y relaciones conflictivas para que el complejo militar industrial occidental continuara requiriendo cada vez mayores inversiones en armamento.

Pero, de nuevo, ese cerco y la política de la OTAN, en ningún caso hace bueno o justifica un ataque a un país soberano y a un pueblo inocente, por más que su Gobierno quisiera estrechar lazos con la UE e incluso integrarse en la OTAN.

Esta guerra desatada por Putin está teniendo el efecto contrario: la OTAN, que andaba en sus horas más bajas como pollo sin cabeza y sin tener claro para qué servía, se reafirma, refuerza y legitima, para horror de quienes nos oponemos a ella. 

Entonces, ante la agresividad y el imperialismo de Putin, la OTAN parece más necesaria que nunca

Es lo que propagan machaconamente medios conservadores y los atlantistas de pro instalados en nuestro Gobierno y en el sistema partidario mayoritario. La guerra en Rusia da legitimidad y fortalece a la OTAN, que se nos presenta, así, como una externalización de la defensa común ante la agresión rusa.

Pero la OTAN nunca ha sido ningún paraguas de defensa de nadie. Es un entramado militar con presupuestos descomunales cuyas intervenciones directas e indirectas en diferentes países del mundo han estado al servicio de los intereses estratégicos militares y económicos de EEUU y que se han saldado, siempre y en todos los casos, con sonoros fracasos y descomunales destrucciones. Es el caso de Afganistán o Libia, por poner dos ejemplos cercanos.

Teníamos razón los que decíamos “No a la OTAN” en 1986 y seguimos teniéndola hoy. Perdimos un referéndum cuyo cumplimiento los sucesivos gobiernos se han pasado por el arco. Entre ellos la no participación en la estructura militar, proceder a la reducción de la presencia militar americana en suelo español y la prohibición de acoger armas nucleares en nuestro territorio. 

De todas formas, dicen, este no es el momento de incluir entre las consignas el “No a la OTAN”, hay que centrarse en la condena a Rusia.

La condena a la agresión Rusia es prioritaria y debe ser el centro de las movilizaciones sociales contra la guerra. No poca gente señala que por ello ahora no es el momento de reiterar el “No a la OTAN”, como expone magníficamente nuestro admirado Santiago Alba.

Por una vez no estamos completamente de acuerdo. Centrar la denuncia en la invasión y la guerra desatada por Rusia, no descarta que siga siendo pertinente reiterar el rechazo a la presencia de la OTAN en este conflicto. Rechazo a la participación de la OTAN que no sólo es genérico como hemos explicado arriba, sino porque creemos que su presencia es negativa; porque nos parece terrible la gestión agresiva de las relaciones con Rusia, que han contribuido a tensar la situación al máximo (lo que no significa que olvidemos que la responsabilidad primera de la agresión es del Gobierno ruso); porque no compartimos su visión para la solución del conflicto, por lo que ojalá no formara parte de la solución al mismo. 

¿Y el papel de España en este conflicto?

“España ha de ser fiel a los compromisos con sus aliados”, repiten como un mantra en el Gobierno del PSOE. Y ello ha llevado a apoyar el refuerzo militar con participación española, siguiendo el ardor guerrero de la inefable ministra de defensa.

Realmente el compromiso de España debiera ser buscar por todos los medios una salida dialogada, potenciar la acción diplomática, impulsar un papel más activo de la UE sin la sombra de la tutela de EEUU, enviar ayuda a Ucrania y acoger a las personas refugiadas. En todo ello encontrará nuestro Gobierno el apoyo de organizaciones pacifistas como la APDHA. 

¡Por fin Europa acoge refugiados!

Lo ha explicado muy bien nuestra compañera Irene Graíño. No puede alegrarnos más que, por una vez, Europa (y especialmente los ultraderechistas países del Este) cumpla con el deber humanitario y con la legalidad internacional, por la que no debemos olvidar la obligación que existe de acoger a quienes huyen de la guerra.

La alegría, sin embargo, no puede hacernos olvidar el comportamiento inhumano y rastrero de la mayoría de los países europeos y la propia UE en 2015 ante la llegada de miles de refugiados en el momento de la crisis de la guerra en Siria. No creemos que haga falta abundar en este tema, pero parece que unas vidas valen más que otras y que hay razas más “humanas” que otras (ver, por ejemplo, Afroféminas). 

Finalmente, ojalá que las conversaciones bilaterales iniciadas en Gómel lleguen a buen puerto, pese a que no han supuesto una tregua en la agresión rusa y que por fortuna se desarrollan sin presencia de la OTAN. Ojalá se restablezca la legalidad internacional y se avance en la desmilitarización de la zona, la paz y el respeto entre naciones y pueblos.

Primero la gente, porque en primer lugar está la gente de Ucrania, que sufre una agresión con mayúsculas. Pero luego, claro, somos conscientes que esta agresión supone un profundo seísmo para toda la arquitectura política, económica y militar en Europa. Y nos da pánico lo que sufre el pueblo ucraniano y una posible escalada que, incluso, como amenaza Putin, puede ser nuclear. Nunca podremos tener seguridad en un mundo militarizado y con armas nucleares cuyo uso está en manos de gente sin escrúpulos y ambiciones megalómanas.

Pues bien, desde organizaciones como la APDHA, a la hora de impulsar las movilizaciones sociales frente a esta guerra, nos hemos encontrado con numerosos debates y cuestionamientos que creemos interesante comentar. A ello van dedicadas estas líneas.