El mes de junio reivindicamos el orgullo, la resistencia, la diversidad sexual y de género. El 28 de Junio se conmemora la revuelta de Stonewall, hito fundamental para el movimiento y protagonizado, como muchas de las primeras protestas, por mujeres trans, que se hartaron de ser perseguidas y acosadas por la policía noche tras noche. Aquellas mujeres, trans, trabajadoras sexuales, pobres, puertorriqueñas y migrantes, fueron las primeras en poner el cuerpo.
Ellas han sido silenciadas como muchas mujeres a lo largo de la historia, olvidadas por un movimiento que aun reivindicando la diversidad, las dejó fuera del relato que dio protagonismo a los hombres gays y jóvenes, cisgéneros, blancos y con cierta posición económica. A día de hoy aún se habla de “orgullo gay”, lo que, como dice Óscar Guash, ha supuesto la paradoja de que un instrumento transformador y de cambio acabe invisibilizando a una parte. Esta primacía de lo “gay” ha ocultado otras realidades disidentes: lesbianas, personas trans, no binarias, asexuales... aún más a aquellas con diversidad funcional o simplemente con más edad, de quienes apenas se habla.
Desde la Asociación Pro-Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) reivindicamos un orgullo crítico, que celebre los avances pero señale también los retos, poniendo el acento en quienes quedan fuera, reconociendo que dentro del colectivo LGTBIQA+ no todos partimos del mismo punto. Mientras que el matrimonio homosexual se logró en España hace 18 años, la ley trans ha llegado ahora. Mientras que la ley trans despatologiza a las personas trans, deja fuera a las identidades no binarias. Mientras que se habla de gays, lesbianas y trans, nada se habla de las personas intersexuales. Mientras que la homosexualidad es cada vez más aceptada, la bisexualidad aún se cuestiona y es vista como una etapa o miedo a salir del armario, por no hablar de la asexualidad, totalmente ocultada. Los gays son cuestionados por romper con la familia tradicional; a las lesbianas se les niega el derecho a una sexualidad propia como mujeres, ya que esta sociedad patriarcal impone el falocentrismo, les niega su derecho al deseo, al placer, a ser sujetos y no objetos, etc. Sin olvidar que tampoco es lo mismo ser rico que pobre, negro que blanco, tener papeles o no.
Son muchos los retos que tenemos por delante, más aún cuando la derecha más conservadora crece y amenaza con hacernos retroceder en derechos, por lo que es fundamental construir un movimiento cada vez más amplio, interseccional e inclusivo.
Son muchos los retos que tenemos por delante, más aún cuando la derecha más conservadora crece y amenaza con hacernos retroceder en derechos, por lo que es fundamental construir un movimiento cada vez más amplio, interseccional e inclusivo, que no deje atrás a nadie y que teja alianzas con el movimiento feminista y otras luchas que también son nuestras, como la defensa de los servicios públicos, la ecologista o la sindical.
La ley trans ha puesto en evidencia que no es fácil y ello a pesar de que la lucha contra la criminalización y por la despatologización de las disidencias ha sido y sigue siendo una lucha central a lo largo de la historia del movimiento LGTBIQA+. Sacar la homosexualidad del código penal y de los manuales psiquiátricos, la lucha contra el estigma asociado al VIH, entre otros, han sido hitos históricos, al igual que lo es despatologizar lo trans, eliminando la necesidad de diagnóstico psiquiátrico. Es la misma lucha: el derecho de autodeterminación del propio cuerpo, del propio género, sin tutelas del Estado ni de la Iglesia.
Es la misma lucha que la del movimiento feminista por el derecho a decidir de las mujeres sobre su cuerpo y su maternidad. Sin embargo, la ley trans ha sido vista por los sectores más reaccionarios y excluyentes como una amenaza y no como parte de una misma lucha. Pero existe otro movimiento, feminista y LGTBIQA+, que se construye desde abajo, que sí ha conseguido tejer alianzas, que hay que fortalecer.
Una diversidad que debemos entender no como una mera suma de opresiones sino como aquello que nos une frente a quienes hacen del 'divide y vencerás' su juego favorito.
En el área de feminismos de la APDHA consideramos que es fundamental encontrarnos y reconocernos como parte de la misma lucha, reconociendo la diversidad como derecho. Una diversidad que debemos entender no como una mera suma de opresiones sino como aquello que nos une frente a quienes hacen del 'divide y vencerás' su juego favorito.
Quienes hoy dicen que las trans usarán la ley para violar o ganar medallas deportivas, son quienes ayer decían que los gays eran pervertidos, pederastas o violaban en los baños. Son los mismos argumentos, cargados de misoginia, ayer de homofobia y hoy de transfobia. Quienes niegan nuestra diversidad coinciden en ser también quienes desmantelan lo público, niegan la violencia machista y la crisis climática, deshumanizan las fronteras y precarizan las vidas de la mayoría. La lucha por nuestras libertades sexuales es hoy una lucha central frente a quienes ven la diversidad como una amenaza y nos quieren calladas, invisibles y precarias. Este 28J tenemos que construir un orgullo crítico, plural y diverso: ¡juntes y organizades!
El mes de junio reivindicamos el orgullo, la resistencia, la diversidad sexual y de género. El 28 de Junio se conmemora la revuelta de Stonewall, hito fundamental para el movimiento y protagonizado, como muchas de las primeras protestas, por mujeres trans, que se hartaron de ser perseguidas y acosadas por la policía noche tras noche. Aquellas mujeres, trans, trabajadoras sexuales, pobres, puertorriqueñas y migrantes, fueron las primeras en poner el cuerpo.
Ellas han sido silenciadas como muchas mujeres a lo largo de la historia, olvidadas por un movimiento que aun reivindicando la diversidad, las dejó fuera del relato que dio protagonismo a los hombres gays y jóvenes, cisgéneros, blancos y con cierta posición económica. A día de hoy aún se habla de “orgullo gay”, lo que, como dice Óscar Guash, ha supuesto la paradoja de que un instrumento transformador y de cambio acabe invisibilizando a una parte. Esta primacía de lo “gay” ha ocultado otras realidades disidentes: lesbianas, personas trans, no binarias, asexuales... aún más a aquellas con diversidad funcional o simplemente con más edad, de quienes apenas se habla.