Desde el año 2014, el primer sábado del mes de febrero, diferentes colectivos sociales de Ceuta y del resto de España, convocamos un acto en homenaje a las víctimas de la masacre del Tarajal. Este año, de nuevo, nos volveremos a reunir para recordar a las 15 personas que perdieron la vida tras aquella actuación desproporcionada y violenta de la Guardia Civil.
No se trata solo de recordar a aquellas personas fallecidas, sino que la Marcha del Tarajal tiene un componente reivindicativo muy intenso ya que pone de relieve, un año más, la absoluta falta de interés de la Justicia y de las autoridades españolas por aclarar las responsabilidades que se derivan de aquellas muertes. Nueve años después seguimos sin encontrar respuestas, seguimos sin haber puesto fin a la impunidad que protege a las actuaciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en la Frontera Sur.
Este año, además, la Marcha del Tarajal se hace especialmente relevante ante los hechos ocurridos en Melilla el pasado 24 de junio. En el paso fronterizo del Barrio Chino, entre Melilla y Nador, perdieron la vida, al menos, 23 personas, aunque las cifras no oficiales se elevan por encima de las 60.
Los hechos de Tarajal y del Barrio Chino se parecen tanto, que la segunda tragedia no se explica sin la primera. En efecto, de nuevo en Melilla, la actuación conjunta de los cuerpos policiales de Marruecos y de España provocó una tragedia injustificable. De nuevo, las personas muertas fueron migrantes desesperados por lograr superar las vallas que marcan las políticas migratorias españolas y europeas.
También en lo que pasó hay muchas coincidencias. En los discursos que acusaban a las personas migrantes de violentas. Y en las mentiras. Tanto Fernández Díaz en su momento, como Grande-Marlaska este año, dieron versiones que pronto fueron desmentidas.
También en lo que pasó después hay muchas coincidencias. En los discursos que acusaban a las personas migrantes de violentas. Y en las mentiras. Tanto Fernández Díaz en su momento, como Grande-Marlaska este año, dieron versiones que pronto fueron desmentidas por la fuerza de los testimonios, de los informes y, sobre todo, de las imágenes, que evidenciaron que la versión oficial distaba mucho de la real. Y pese a ello, ambos siguieron en su cargo. Por tanto, no hay diferencia en esto entre un Gobierno del Partido Popular y el llamado gobierno más progresista de la historia de España.
Asimismo, Tarajal y Barrio Chino también comparten impunidad. Aunque en un primer momento, la Fiscalía abrió investigación por los hechos de Melilla, algo que no ocurrió en 2014. No obstante, con el archivo de las actuaciones el pasado mes de diciembre, el efecto que se ha producido es el mismo: la sensación de impunidad, de que las muertes de las personas migrantes que se producen tratando de entrar en territorio español no interesan. No interesan para rescatarlas cuando naufragan, para identificarlas cuando aparecen, ni para depurar responsabilidades cuando perecen fruto de una actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Si en el año 2014 la Justicia hubiera actuado con celeridad y de forma pertinente, si se hubiera investigado la actuación que dio lugar al ahogamiento de 15 personas en la playa del Tarajal, si se hubiesen puesto en marcha los mecanismos jurídicos oportunos para determinar quiénes fueron los responsables de que a las personas en el mar se les disparasen pelotas de goma y se tratase de destrozar sus flotadores, es evidente que la actuación en Melilla el pasado 24 de junio habría sido muy diferente. Porque solo así se podría haber generado una cultura de la responsabilidad y de la proporcionalidad entre los agentes fronterizos. Y solo así se podría haber evidenciado que las vidas de las personas migrantes también importan y que la muerte de una persona que trata de entrar en España se va a investigar tal y como se investiga la muerte de cualquier persona en territorio español.
Sin embargo eso no ocurrió, y por eso hoy lamentamos la muerte de tantas personas en la frontera entre Nador y Melilla, la mayoría de ellas provenientes de un país en conflicto, Sudán. Es también esa la razón que nos lleva, un año más, a participar en la Marcha del Tarajal: recordar a esas personas y, sobre todo, exigir el fin de la impunidad en nuestras fronteras.
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