EL TIEMPO EN ANDALUCÍA
Ante la amenaza de la sequía permanente: Andalucía comienza el año agrícola con los embalses al 25 % de capacidad
Pocas imágenes ilustran mejor la sequía andaluza que ver Doñana, un frágil ecosistema dependiente de sus lagunas, al borde del colapso. La laguna de Santa Olalla, la más grande del Parque Nacional, “ha quedado reducida a un pequeño charco en el centro, donde ya no acuden las aves acuáticas”, según alertó el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Algo que, en palabras del organismo científico, no ocurría desde 1995.
Pero el ejemplo de Doñana no es el único. Multitud de pequeños embalses de la red hidrográfica se sitúan ya en volúmenes críticos, por debajo del 15 % de su capacidad total. Es el caso de La Breña II, perteneciente a la Cuenca Hidrográfica del Guadalquivir y uno de los de mayor capacidad de toda Andalucía, que sitúa sus reservas en poco más de 90 hectómetros cúbicos de sus 981 totales, lo que representa un escuálido 11.5 % de volumen almacenado. Como éste, muchos otros embalses de las cuencas andaluzas comienzan a acercarse peligrosamente a sus mínimos críticos.
Reservas hídricas a una cuarta parte del total
En total, las actuales reservas de la Comunidad se sitúan ya en el 25.7 % de su capacidad total, lo que deja el agua embalsada en menos de la mitad de la media de los últimos 10 años, que ronda el 52 %. Así, Andalucía ha dado comienzo el nuevo año agrícola el pasado 1 de septiembre con tan solo un cuarto de agua almacenada, a falta aún de que termine la campaña de riegos a finales del mes. Hasta entonces, y a expensas de las primeras lluvias del otoño, las reservas hídricas andaluzas seguirán menguando a un ritmo del 0,5-0,7 % semanal. En valores absolutos, las reservas con que cuenta la región son unos 3.100 hectómetros cúbicos del total de 12.000 con que cuenta. De seguir así, en poco menos de dos semanas Andalucía habrá bajado de los 3.000 hm3.
Por provincias, Córdoba y Jaén siguen encabezando el ranking de territorios con menor volumen almacenado de toda la Comunidad. Se da la circunstancia, además, de que son las provincias con mayor capacidad total en la región, y las que acumulan un mayor déficit de precipitaciones desde el pasado curso. Aquí las reservas se sitúan en menos del 20 %, destacando el caso de Córdoba, que deja ya el volumen almacenado por debajo del 17 %, siendo la provincia con menor porcentaje de toda Andalucía. De cerca le sigue Almería, con un escaso 20 % de agua embalsada de los poco más de 220 hm3 con que cuenta la provincia.
En el otro extremo se sitúan las provincias de Málaga, Sevilla y Huelva, que son las que actualmente cuentan con un mayor porcentaje de agua almacenada. A pesar de ello, solo las reservas malagueñas consiguen rebasar el 40 % (41,4 %) mientras que Sevilla y Huelva rondan ambas el 38,8 %. En valores intermedios quedan los embalses de Granada y Cádiz, con un volumen almacenado del 30 y el 26 % respectivamente.
Bajo la amenaza de una “sequía permanente”
En cuanto a las grandes cuencas hidrográficas andaluzas, la del Guadalquivir, que es la que aglutina las mayores reservas de toda la Comunidad, se mantiene como la que menor volumen embalsado presenta en su conjunto. Actualmente, los pantanos pertenecientes a la red hidrográfica del Guadalquivir retienen poco más de 1.700 hm3 de los más de 8.100 hectómetros cúbicos totales capaces de almacenar. Esto sitúa a la cuenca en una quinta parte de su capacidad total, es decir, un escaso 21 % de agua embalsada. Por el contrario, las cuencas mediterráneas andaluzas son las que se encuentran en mejor situación, y con 485 hectómetros cúbicos sitúan sus reservas en el 41,7 % de su capacidad total. Le sigue la cuenca del Guadalete-Barbate con 401 hm3 de agua almacenada, lo que representa el 24,2 % de sus reservas totales.
En conjunto, Andalucía afronta un nuevo año agrícola con una elevada incertidumbre, donde la amenaza de una sequía permanente podría poner en riesgo la campaña de riegos del próximo año. Solo un año excepcionalmente húmedo podría salvar una situación que ya compite de tú a tú con la sequía de 1994-1995. Entonces, la ruptura del bloqueo anticiclónico y la entrada continuada de borrascas y vientos ábregos salvaron la situación. Solo queda esperar que se repita el patrón y un nuevo cambio de ciclo atmosférico obre un milagro que aleje a la región de un precipicio al que se está al borde de caer.
Fuente de los datos: chguadalquivir.es, redhidrosurmedioambiente.es y embalses.net
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