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Los cielos andaluces dicen adiós al polvo sahariano tras un final de marzo de calor histórico

La última tarde de marzo de 2021 el valle del Guadalquivir se fue al rojo. Los 31.9 °C medidos en el observatorio meteorológico del aeropuerto de Córdoba se convertían en la segunda temperatura más alta registrada en su serie histórica para un mes de marzo. El valor representa una anomalía de más de diez grados por encima de la media, similar a las registradas durante el cierre del mes en otros puntos de la geografía andaluza, especialmente en la mitad occidental. Al mismo tiempo el fuerte viento de levante dejaba rachas superiores a los 100 km/h en la vertiente atlántica del Estrecho, con un reguero de incidencias por caídas de árboles y fuerte oleaje. Y todo ello enmarcado en un ambiente brumoso como consecuencia de los altos niveles por partículas en suspensión que desde comienzos de semana han enturbiado los cielos andaluces. Un paisaje más propio de comienzos o mediados de junio que del inicio de la primavera. Pero el estreno de abril, ya en la recta final de esta anómala Semana Santa, pondrá punto y aparte a esta rara dinámica.

Vientos “barredores” de poniente para limpiar la atmósfera andaluza

El paso desde el litoral atlántico hasta el mediterráneo de la borrasca responsable de este episodio servirá tanto para barrer el polvo sahariano en altura como para refrescar la atmósfera peninsular. Y lo hará dejando además precipitaciones dispersas en toda la región a lo largo del fin de semana. Vuelve la lluvia tras más de dos semanas de casi total ausencia, pero con la misma carencia que viene lastrando desde que comenzase el año hidrológico. A cierre del mes de marzo las precipitaciones en Andalucía se sitúan en torno a un 25 % por debajo de la media, con amplias zonas de la región con un déficit cercano al 50 % según datos de la Agencia Estatal de Meteorología. No llegan frentes húmedos hasta la Península ni existe previsión a corto plazo de que vaya a ocurrir.

Aunque la inestabilidad va a tomar el relevo durante los próximos días, las precipitaciones serán por lo general de carácter débil y disperso, desplazándose desde la mitad occidental hasta la oriental a lo largo del fin de semana. El cambio más significativo vendrá de la mano de las temperaturas, que dejarán atrás los registros por encima de los 30 grados en algunos puntos de la región para volver a quedar por debajo de los 25 grados de manera generalizada. Hasta el entorno de los 20 a 22 grados caerá el termómetro al comienzo del fin de semana tanto en el litoral mediterráneo como en el valle del Guadalquivir, quedando por debajo de los 20 grados en el resto del territorio andaluz.

Hacia un nuevo episodio de frío y lluvia

Las temperaturas sin embargo volverán a recuperar terreno desde la tarde del sábado. Para entonces el desplazamiento de la inestabilidad hasta el área mediterránea permitirá que el aire cálido vuelva a irrumpir sobre la vertical andaluza. Lejos en cualquier caso de las temperaturas con que ha finalizado marzo, el termómetro volverá a subir de los 20 grados en toda la región, llegando a alcanzarse los 27 o 28 grados en la mitad occidental a comienzos de la próxima semana. La mayor estabilidad que se espera para entonces, con cielos parcialmente nubosos o despejados, propiciará que el calor recupere terreno desde la tarde del domingo 4 de abril hasta la del martes 6.

A partir de entonces el cambio del viento a componente norte hará caer en picado las temperaturas. La posición de una extensa borrasca sobre el área de Escandinavia inyectará aire frío de origen polar sobre toda la Península Ibérica. En poco menos de 24 horas se espera un descenso de entre 8 y 10 grados que afectará a la mayor parte de la región. Esto hará que las temperaturas vuelvan a situarse en el entorno de los 20 grados de máxima y de los 5 a 10 grados de mínima. La entrada de viento de componente norte dejará además cierta inestabilidad en el área mediterránea, donde podrían registrarse precipitaciones de cierta intensidad ya durante el miércoles 7 de abril, sin descartar la presencia de nieve en cotas altas de las provincias de Jaén, Granada y Almería.