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Lanzaderas de Andalucía Emprende: técnicas de coaching para avivar talentos y trabajar en equipo
A veces el problema está no sólo en la realidad que afrontamos, sino en el punto de vista desde el que la afrontamos. Mirarla con unos u otros ojos puede llevarnos al bloqueo y desistir o en su lugar, a descubrir lugares que hasta el momento no nos habíamos parado a observar y que están llenos de posibilidades.
En cuestión de desempleo, muchas personas que están sin trabajo se sienten frustradas, perdidas y solas buscando una oportunidad en su camino laboral. Lógico. Si llevas cinco años sin trabajar viendo pasar los días sin contestación ni ingresos y tirando de apoyos familiares para subsistir, difícilmente tu autoestima va a quedar intacta. O si eres de una generación que no ha crecido y se ha formado en competencias digitales y en la mayoría de las ofertas te las piden como requisito, es complicado no sentirse perdido. Sí que es lógico en éstas y otras tantas situaciones sentirse así.
Conscientes de la necesidad de poner el foco de las políticas de reinserción laboral aquí, en apoyar y dotar de herramientas personales y profesionales a las personas, nacen en 2014 las Lanzaderas de Andalucía Emprende, entidad dependiente de la Consejería de Economía y Conocimiento de la Junta de Andalucía. Las Lanzaderas son un programa que de forma gratuita acompaña durante cinco meses a personas desempleadas de entre 18 y 55 años para que se reencuentren con la ilusión perdida, redescubran o miren por primera vez a sus talentos y se doten de las competencias y habilidades adecuadas a la hora de buscar trabajo. Su mayor valor está en la innovadora metodología que aplica el programa basado en técnicas de coaching y en el trabajo en equipo.
Como ejemplo, algunos datos. En la última Lanzadera organizada en el Centro de Apoyo al Empresariado (CADE) de Tomares en Sevilla, de los 23 participantes que han pasado por el programa el 100% está en activo: 15 están trabajando por cuenta ajena, 6 han decidido emprender su propio proyecto y 2 se han decantado por seguir en la vía de la formación. ¿Qué ha cambiado en estas personas desde que comenzaron el programa en marzo hasta que lo terminaron en julio? La actitud y las herramientas con las que han aprendido a afrontar la búsqueda y creación de trabajo. La realidad es la misma, la mirada es la que ha cambiado.
Conchi Herrera llevaba trabajando como administrativa 20 años y ocho en su última empresa cuando se quedó en paro. En aquel momento “irse a la calle” fue más alivio que preocupación porque los meses anteriores había estado viviendo en la agonía de ver que iban despidiendo a sus compañeros. Uno, otro, otro… Inevitable preguntarse: “¿Qué día me va a tocar a mí?”. El día llegó, respiró por salir de esa presión de despidos y de sobrecarga de trabajo, porque las tareas de los despedidos recaen en los que se quedan. Tras dos alientos comenzó a buscar activamente empleo, consciente de que en su situación con dos hijos y con una edad (44 años) a la que ya te empiezan a decir que eres “mayor para el mercado laboral”, no podía quedarse quieta.
Al acercarse a la realidad laboral observó que había cambiado, que muchos de los trabajos se ofertaban a los –más- jóvenes por ser más rentables a las empresas, y porque se piden competencias en herramientas digitales que no tenía. “¿Y yo qué voy a aportar?”, pensaba. Entonces conoció el programa de las Lanzaderas de Andalucía Emprende, “una experiencia buenísima porque los talleres te ayudan a revisarte a ti misma y darte cuenta de que todos tenemos algo que aportar. No cambia la situación del empleo, pero sí tu actitud y accedes a conocimientos a los que tú sola en casa no te acercarías”.
Entre talleres y salidas, han sido más de cuarenta las actividades que se han realizado en la Lanzadera de Tomares a lo largo de estos cinco meses. De la mano de profesionales y especialistas, de consultoras y empresas, se han adentrado y dotado de conocimientos en ámbitos y competencias de diversa índole como la inteligencia emocional, elaboración de currículums, herramientas digitales, creación de redes y contactos, marca personal, comunicación no verbal, técnicas para afrontar una entrevista de trabajo, experiencias de networking y un buen rapapolvo a las propias creencias limitantes, entre otras. Antes de terminar el programa, Conchi había encontrado trabajo como administrativa gracias a contactos y, una vez en la entrevista, a su experiencia profesional.
Técnicas de coaching y trabajo en equipo
Transversal a los talleres y actividades hay dos ejes clave en los que se basa el programa: las técnicas de coaching y el trabajo en equipo, coordinado por una coach que en el CADE de Tomares es Ana Doz, de la que los participantes hablan con agradecimiento y admiración. Para Ana, a la que le apasiona trabajar con personas y que está “enamoraita de este proyecto”, esta edición ha sido una de las mejores “por la implicación de los participantes, que han trabajado muchísimo y con muy buen rollo y por la solidaridad de las personas que han venido a impartir los talleres de forma desinteresada, comprendiendo la dura situación que están afrontando estas personas”.
Ana se encargó de seleccionar a los 20 participantes de esta lanzadera entre las más 200 solicitudes que recibieron el pasado febrero. Lo hizo eligiendo perfiles muy diversos para que hubiera personas de todas las edades y ámbitos profesionales. “Al principio es un collage de gente que no se conoce de nada y de ahí tienes que conformar un equipo de trabajo cohesionado, para que aprendan todos de todos y se apoyen en la búsqueda de empleo, porque cuando estás con gente que te anima sales a buscarlo con fuerzas y ganas de pelear”. A través de las técnicas de coaching en grupo y del trabajo en equipo “se va transmitiendo un mensaje positivo, se fomenta el apoyo y la generosidad. El grupo va creciendo y se cohesiona y la baja autoestima va desapareciendo. Es una experiencia preciosa en la que cada uno aporta lo que tiene y puede y todo vale igual”.
Conchi refuta esta idea desde su experiencia directa como participante: “Los compañeros te sirven para mejorar e impulsarte, para no afrontar este lobo sola, para hablar de todo, aprender de todos y ver otros puntos de vista. Ahora seguimos en contacto, somos como un grupo del cole, todos muy positivos y dinámicos”.
Como complemento a las dinámicas de grupo, Ana tiene con cada uno de los participantes tres sesiones individuales y no deja de asombrarse por sus efectos beneficiosos: “Algunos llegan hundidos a la primera sesión y en la tercera se van diciendo que la lanzadera les ha cambiado la vida. A veces con cuatros simples reglas, con el hecho de ponerle fecha a las tareas y dosificar lo que se hace y desmontando creencias que nos limitan y alimentan la paja mental del miedo al fracaso, te das cuenta de que no es tan complicado. La base está en confiar en ti, en hablar en positivo porque hablando así la realidad no cambia pero te cargas de energía, y en dejarte apoyar por otros”. De ahí que, aunque algunos no hayan encontrado empleo, “están más felices porque han crecido”.
Este crecimiento personal y profesional se ve en casos como el de Joaquín Pérez, de 31 años, participante de esta tercera edición. Trabajaba por su cuenta cuando entró en la lanzadera pero no tenía las ideas muy claras. La terminó con su propia empresa de comunicación montada junto a dos compañeras. “La lanzadera me ha servido muchísimo, me ha dado puertas para confiar en mí y conocerme mejor. Todo lo que pone en el programa es 100% lo que hemos hecho. Ana se lo ha currado de una manera impresionante, no para y llama a todas las puertas, hace que la lanzadera tenga sentido. Aun a día de hoy seguimos contando con ella. Nos escribe para saber cómo vamos o informarnos de algo que nos pueda interesar”.
Como ejemplo de quienes no han encontrado empleo durante y al fin del programa pero “están más felices”, el de Cristina Pérez, de 41 años y licenciada en Administración y Dirección de Empresas. Conoció el programa cuando “estaba en un impás de mi vida. Me había dado de baja como autónoma y llevaba varios meses perdida y sin rumbo. Tenía la autoestima fatal después de llevar ocho años trabajando y verme en paro. La lanzadera ha sido muy gratificante en todos los sentidos, personal y profesionalmente, y me ha servido para tener las herramientas necesarias con las que afrontar la nueva realidad laboral. Antes escuchaba networking, eveletor peach o marca personal y no sabía ni de qué me hablaban. Ahora, aunque no esté trabajando, sé lo que me piden, sé que soy capaz de hacer muchas cosas y sé lo que quiero”.
El mayor valor del programa para ella es este conjunto de herramientas y de nuevos planteamientos, junto a las personas que lo hacen posible, la coordinadora y sus compañeros. Y los talleres que más ha disfrutado son los de inteligencia emocional, autoestima y reflexión sobre las creencias limitantes. Todo ello le ha llevado a darse cuenta de que necesitaba reciclarse y seguir formándose, y mientras busca empleo se ha decantado por especializarse en contabilidad financiera y en la enseñanza orientada al asesoramiento a empresas y emprendedores, que es lo que más le gusta. “La lanzadera te da fuerzas para ponerle ganas”.
“Las lanzaderas deberían ser algo posible para todo el mundo, para la salud mental de las personas”, comenta Conchi. “La gente no tiene por qué estar en su casa afrontando esto solo. Si estás en tu casa no tienes contactos y te mueves menos”. Una idea que finaliza Ana Doz: “La crisis ha venido para recuperar valores de solidaridad y de implicarnos en lo que le pasa al otro. Todos esos valores se retoman en la lanzadera. Porque para que salga el arcoiris, hace falta que llueva”. El arcoiris está en las personas, la lluvia en las herramientas que ofrece este programa. Tras esta tercera edición, en el CADE de Tomares se están preparando con muchas ganas para una cuarta, que esperan convocar para 2017 si todo va como está previsto.
A veces el problema está no sólo en la realidad que afrontamos, sino en el punto de vista desde el que la afrontamos. Mirarla con unos u otros ojos puede llevarnos al bloqueo y desistir o en su lugar, a descubrir lugares que hasta el momento no nos habíamos parado a observar y que están llenos de posibilidades.
En cuestión de desempleo, muchas personas que están sin trabajo se sienten frustradas, perdidas y solas buscando una oportunidad en su camino laboral. Lógico. Si llevas cinco años sin trabajar viendo pasar los días sin contestación ni ingresos y tirando de apoyos familiares para subsistir, difícilmente tu autoestima va a quedar intacta. O si eres de una generación que no ha crecido y se ha formado en competencias digitales y en la mayoría de las ofertas te las piden como requisito, es complicado no sentirse perdido. Sí que es lógico en éstas y otras tantas situaciones sentirse así.