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Un 28F sin andaluzas
Llegamos de nuevo al Día de Andalucía, la efeméride que conmemora el referéndum en el que los andaluces votamos a favor de nuestro derecho a ser un pueblo con futuro, con igualdad de oportunidades, hospitales, escuelas y servicios públicos que mandaran al pasado la dictadura, la emigración, el analfabetismo y el atraso relativo de nuestra tierra con otros territorios. El Estatuto de Autonomía que permite que Moreno Bonilla sea presidente de la Junta fue también una conquista de las mujeres andaluzas. Ellas cosieron las banderas que presidieron las históricas manifestaciones del 4 de diciembre de 1977 y que permitieron que hubiese 28 de Febrero tres años más tarde. Las andaluzas amarraron la verdiblanca a los balcones y militaron en el movimiento vecinal, en los sindicatos y en partidos políticos que fueron clave para la victoria del ideal andaluz de Blas Infante.
Sin embargo, 42 años después del 28 de febrero de 1980, las mujeres hemos sido borradas de las Medallas de Andalucía, el máximo reconocimiento que el pueblo andaluz, representado institucionalmente por la Junta, reconoce a las personas que a nivel individual destacan en los diversos ámbitos de la vida social de nuestra tierra. Lejos de ser una anécdota, este 28-F sin mujeres es la metáfora perfecta de lo que significa para Andalucía el gobierno de las tres derechas que comanda Abascal desde Madrid y en el que Moreno Bonilla participa como brazo de madera de la agenda de la ultraderecha.
Tenemos un Gobierno andaluz que ha eliminado programas de lucha contra la violencia de género o firmado un pin parental en los colegios para contentar a sus socios de Vox, con el único objetivo de que los andaluces y andaluzas más jóvenes no aprendan contenidos a favor de la igualdad entre hombres y mujeres.
El feminismo no es sólo la lucha de las mujeres por ser consideradas seres humanos y tener los mismos derechos que los hombres, que por supuesto, es también el movimiento emancipatorio más dinámico y exitoso que recorre el mundo y que tiene como objetivo transformar todos los espacios públicos y privados a favor de un paradigma que no admita ningún tipo de desigualdad y que ponga en el centro la vida y una economía humanista frente al modelo de poner en el centro los beneficios privados, la destrucción del planeta y la precarización y degradación de la vida.
Feminismo es derogar la reforma laboral, regular el precio de los alquileres, luchar contra la violencia de género y desprivatizar los servicios públicos y los cuidados que convierten a las mujeres más pobres en dependientes. Este modelo de empobrecimiento, desigualdad y privatización de servicios públicos es el que está fortaleciendo el Gobierno andaluz de las tres derechas.
Lo simbólico siempre tiene una traslación directa a lo material. El veto parental va intrínsecamente aparejado con el recorte presupuestario en la educación pública y el desvío de dinero público a los conciertos de la educación privada; el negacionismo de Vox en materia de violencias machistas tiene su traslación material en la reducción de las ayudas en violencia de género y la criminalización que sufren en Andalucía las profesionales que trabajan acompañando a las víctimas, quienes han sido puestas en la diana de la sospecha por parte del Gobierno que preside Moreno Bonilla.
Habitualmente nos quedamos solamente con los alaridos machistas, racistas, homofóbicos y clasistas que suelta la ultraderecha en las tribunas de los parlamentos o en redes sociales, pero lo importante no es lo que dicen, que también, sino lo que hacen en aquellos lugares donde tienen la posibilidad de intervenir directamente en las políticas públicas. En Andalucía los conocemos mejor que en ningún otro lugar porque en nuestro Parlamento es donde entraron por primera vez a la vida institucional.
Aquí sabemos que sus alaridos no son simples declaraciones de unos cuantos frikis ultraderechistas, sino que lo que dicen será su programa de gobierno allí donde puedan aplicarlo. La desaparición de las mujeres de la lista de galardonados por la Medalla de Andalucía no es un acto simbólico, es el desprecio que Vox siente por las mujeres y que Ciudadanos y PP están dispuestos a tolerar con tal de ocupar los sillones de la Junta.
Frente a un 28-F en blanco y negro que significa borrar a las mujeres del reconocimiento de la Medalla de Andalucía, la obligación de los hombres y mujeres demócratas es levantar un cordón sanitario que evite que el virus del totalitarismo que representa Vox se convierta en una pandemia social que propague el odio hacia la diversidad, la ley del más fuerte, el ojo por ojo, el desprecio a las vidas más vulnerables y una sociedad de privilegios donde la cuna en la que nazcas sea una sentencia.
La mejor vacuna contra la ultraderecha es una Andalucía viva, alegre, esperanzada, con derechos y sin miedo a que lleguen las facturas y el banco devuelva los recibos por impago. Digo alegre porque una sociedad alegre no puede ser nunca tiranizada por el integrismo ideológico. La mejor respuesta a la degradación moral y ética que representa Vox se llama feminismo, el único movimiento social con la suficiente fuerza para transformar a mejor nuestra tierra y el mundo y silenciar los alaridos patriarcales, homófobos, racistas y clasistas de la ultraderecha y de quienes pactan con ella.
¡Viva Andalucía!
Llegamos de nuevo al Día de Andalucía, la efeméride que conmemora el referéndum en el que los andaluces votamos a favor de nuestro derecho a ser un pueblo con futuro, con igualdad de oportunidades, hospitales, escuelas y servicios públicos que mandaran al pasado la dictadura, la emigración, el analfabetismo y el atraso relativo de nuestra tierra con otros territorios. El Estatuto de Autonomía que permite que Moreno Bonilla sea presidente de la Junta fue también una conquista de las mujeres andaluzas. Ellas cosieron las banderas que presidieron las históricas manifestaciones del 4 de diciembre de 1977 y que permitieron que hubiese 28 de Febrero tres años más tarde. Las andaluzas amarraron la verdiblanca a los balcones y militaron en el movimiento vecinal, en los sindicatos y en partidos políticos que fueron clave para la victoria del ideal andaluz de Blas Infante.
Sin embargo, 42 años después del 28 de febrero de 1980, las mujeres hemos sido borradas de las Medallas de Andalucía, el máximo reconocimiento que el pueblo andaluz, representado institucionalmente por la Junta, reconoce a las personas que a nivel individual destacan en los diversos ámbitos de la vida social de nuestra tierra. Lejos de ser una anécdota, este 28-F sin mujeres es la metáfora perfecta de lo que significa para Andalucía el gobierno de las tres derechas que comanda Abascal desde Madrid y en el que Moreno Bonilla participa como brazo de madera de la agenda de la ultraderecha.