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Andalucía no necesita una guerra de banderas sino más justicia social
Este mes se cumplen 46 años de las históricas manifestaciones del 4D por la libertad, la amnistía y la autonomía y 104 años de la Asamblea de Córdoba de 1919 en la que se acordó el Manifiesto andalucista de Córdoba en pro de la patria andaluza.
En aquella asamblea, en el contexto de las luchas campesinas del trienio bolchevique andaluz, Blas Infante y quienes allí se congregaron dijeron dos cosas de plena actualidad:
1. “Hay que romper con el centralismo depredador”. Y así es, hoy sigue habiendo unos poderes económicos que someten a Andalucía a un rol de periferia con una economía dependiente. Andalucía padece un capitalismo depredador de recursos humanos y naturales. Un capitalismo extractivista en el que los fondos de inversión desecan nuestros campos, se hacen con el parque de viviendas y con nuestro tejido productivo. Un capitalismo extractivista que lo primero que exprime es el bienestar y la calidad de vida de la gente. Por eso seguimos encabezando las tasas de precariedad de toda la UE, un tercio de los niños andaluces están en riesgo de exclusión social y diez de los quince municipios más pobres de España son andaluces. Hoy como entonces hay que romper esa relación de dependencia económica para ver progresar a Andalucía. La historia de Andalucía es la historia de sus campesinos y campesinas, por eso que no le quepa duda a nadie: habrá futuro para Andalucía si hay futuro para el campo andaluz.
2. También en aquella asamblea de Córdoba dijeron: “Aún las regiones que más aman la solidaridad, como sucede a Andalucía, van dándose cuenta de que los verdaderos separatistas son ellos: los que esparcen recelos”. Así es, las derechas reaccionarias de hoy quieren enfrentar a los pueblos de nuestro país, son quienes de verdad azuzan la división para romper la convivencia. Los verdaderos separatistas son ellos. Es la derecha del Partido Popular la que hoy rompe España generando más desigualdad cuando promueve el dumping fiscal entre comunidades autónomas, cuando otorga privilegios fiscales a las grandes fortunas mientras cierra plantas de hospital. Son los gobiernos del Partido Popular los que ponen el patrimonio de todas y todos al servicio del enriquecimiento de unos pocos. Que no intenten engañar a nadie porque sus mentiras son más viejas que el hilo negro. Ya lo dijeron también en aquella asamblea de Córdoba: “cuando os inviten a luchar entre regiones hermanas, luchad por la libertad de Andalucía”.
Hoy nuestro país afronta un debate territorial en el que tiene que estar Andalucía. Somos una nacionalidad histórica, como consagra nuestro Estatuto de Autonomía, y debemos jugar un papel en ese debate
Hoy nuestra tierra necesita acometer grandes transformaciones para resolver sus problemas estructurales, unas transformaciones que necesitan políticas valientes y menos propaganda como a la que nos tiene acostumbrado el Gobierno andaluz de Moreno Bonilla. Necesitamos dar futuro al sector agroganadero mediante la protección de la agricultura social y profesional frente al expolio de los fondos de inversión. Hay que tener una política hídrica valiente gestionando el agua en función de la oferta que hay, es decir, del agua de la que realmente disponemos, y no de la demanda, mucho más alta que los recursos hídricos disponibles.
Hemos de luchar por el tren público y social, que vertebre nuestro territorio, que contribuya a evitar la despoblación del medio rural, que reduzca la huella ecológica y que sea un motor económico para fortalecer el tejido de pymes y cooperativas. El tren de cercanías y de media distancia es hoy una formidable palanca de transformación en nuestra tierra.
Y se tiene que extender una potente red de servicios públicos. Para garantizar nuestros derechos a la salud, a la educación, a la dependencia hacen falta servicios públicos fuertes. El gobierno andaluz está desmantelando nuestros servicios públicos para que los fondos de inversión hagan negocio con ellos. Están regando de dinero público a clínicas privadas mientras aumentan las listas de espera.
Y hoy nuestro país afronta un debate territorial en el que tiene que estar Andalucía. Somos una nacionalidad histórica, como consagra nuestro Estatuto de Autonomía, y debemos jugar un papel en ese debate. Para situar bien a Andalucía en el futuro demandamos un nuevo modelo de financiación y el despliegue de las competencias de nuestro autogobierno que hoy tiene amordazado el gobierno andaluz.
Para todo eso hay que apelar al andalucismo que defiende los intereses de nuestra tierra, sin folclore ni pandereta. Interpelamos a los jóvenes, a las mujeres, a las trabajadoras y trabajadores, a quienes madrugan para levantar la persiana de sus negocios, a quienes trabajan la tierra y a quienes han llegado de muy lejos buscándose la vida y hoy contribuyen con su esfuerzo a que todo funcione porque son todos ellos y ellas quienes tiran de Andalucía.
Es ese andalucismo popular el que debe liderar el debate territorial. Lo que hace Moreno Bonilla es envolverse en la bandera para atizar al gobierno central o para hablar de Cataluña. Usa la bandera para tapar los problemas de Andalucía. Su pretendido andalucismo de pandereta es un fraude. Por eso pretende reescribir la historia.
Cualquier persona, incluso las más jóvenes, pueden entrar en internet y comprobar que el 4 de Diciembre de 1977 el pueblo andaluz salió a las calles para reivindicar su autonomía, mientras los “padres políticos” del PP se posicionaron en contra
La estratagema del PP para usar el 4D en su campaña para deslegitimar al Gobierno de coalición es un intento muy burdo de querer reescribir la historia. Se agarra al clavo ardiendo que le ofrece la ultraderecha saliendo a la calle para torpedear a un proceso de entendimiento en Cataluña y entre Cataluña y España.
Cualquier persona, incluso las más jóvenes, pueden entrar en internet y comprobar que el 4 de Diciembre de 1977 el pueblo andaluz salió a las calles para reivindicar su autonomía, mientras los “padres políticos” del PP se posicionaron en contra. Ver a la derecha intentando encabezar el 4D es como ver a Vox intentando encabezar el día del orgullo LGTBi. El falso andalucismo del PP sirve más para hablar de Cataluña que de los problemas reales de nuestra tierra. Resulta un tanto ridículo escuchar al partido de los privilegiados venir a reivindicar la igualdad. Es hipócrita envolverse en la bandera andaluza y clamar por la igualdad de los españoles mientras se otorgan privilegios fiscales a las familias enriquecidas mientras se recortan los servicios públicos de los que depende el bienestar de las familias trabajadoras.
Hoy en la sociedad andaluza hay malestares y aspiraciones que debemos representar o lo harán otros para remar en favor de sus intereses y no de los intereses de las mayorías sociales. Hay una indignación generalizada, algo difusa en sus planteamientos, que puede ser el caldo de cultivo de la reacción o del avance progresista en función de cómo actúen los movimientos sociales y las organizaciones de izquierda.
Nosotras y nosotros tenemos que conseguir que esa indignación no se hunda en posiciones estériles o frustradas sino muy al contrario, brindar la oportunidad para que sea motor de cambios y avances sociales en Andalucía.
La calle debe ser un espacio de disputa en el que las fuerzas progresistas movilicen a su base social. Sería una absoluta imprudencia dejar ese terreno político a las fuerzas reaccionarias
La derecha quiere ocupar la calle para frenar avances, como intentaron contra el matriminio homosexual, para acosar a mujeres que van a clínicas a interrumpir su embarazo o, como quieren hacer ahora, para instalar la idea de que el Gobierno de coalición será provisional e ilegítimo.
La calle debe ser un espacio de disputa en el que las fuerzas progresistas movilicen a su base social. Sería una absoluta imprudencia dejar ese terreno político a las fuerzas reaccionarias. Unas derechas que llevan adelante un proceso destituyente de los consensos democráticos, derechos sociales y concepción territorial del Estado anclados en la Constitución del 78. Por eso seguimos advirtiendo que la encrucijada actual está entre la involución o el avance progresista. Y en esa encrucijada el impulso de Andalucía es crucial para seguir la senda del avance progresista.
Conmemoramos aquel 4 de diciembre en el que el pueblo andaluz rompió el guion previsto en la Transición y lo hacemos comprometiéndonos a seguir luchando por aquel ideal que sigue tan vivo: la justicia social y la igualdad. Manuel José García Caparrós no dio su vida para nada. Fue una víctima de un franquismo que se resistía a los avances democráticos que traía la lucha obrera, campesina y del mundo de la cultura. Ni su muerte ni aquellas luchas se hicieron para ver ahora cómo la derecha horada nuestro Estatuto de Autonomía, cómo maltrata nuestro Estado del Bienestar o cómo pretende utilizar la bandera andaluza para confrontar con los avances progresistas en nuestro país. Hay que poner a Andalucía en las nuevas coordenadas antineoliberales que defiendan lo común. Seamos dignos herederos de la lucha de Caparrós. Viva Andalucía Libre.
Este mes se cumplen 46 años de las históricas manifestaciones del 4D por la libertad, la amnistía y la autonomía y 104 años de la Asamblea de Córdoba de 1919 en la que se acordó el Manifiesto andalucista de Córdoba en pro de la patria andaluza.
En aquella asamblea, en el contexto de las luchas campesinas del trienio bolchevique andaluz, Blas Infante y quienes allí se congregaron dijeron dos cosas de plena actualidad: