En Abierto es un espacio para voces universitarias, políticas, asociativas, ciudadanas, cooperativas... Un espacio para el debate, para la argumentación y para la reflexión. Porque en tiempos de cambios es necesario estar atento y escuchar. Y lo queremos hacer con el “micrófono” en abierto.
El andalucismo no necesita dioses
“¿Qué te han hecho Andalucía, que te han clavao de nuevo la peineta que te arrancaste del pelo doloría?”. Son palabras de mi padre que llevo fijadas en la memoria y en el alma. Palabras escritas y dichas por un hombre que me dio ejemplo de sobriedad, de honestidad, de pasión por su tierra y de vida y que jamás sucumbió a la vanidad teniendo grandes motivos para hacerlo. Un hombre que entendía –como entiendo yo– que el folklore de bisutería y ese que estuvo al servicio de quienes nos pisoteaban como pueblo, mientras le sacaban las tripas a nuestra identidad para venderla como muñeca hueca con traje de flamenca, era una de las pandemias culturales del pueblo andaluz y para la que había que encontrar un vacuna eficaz.
Se fue ya hace tres años y afortunadamente no está viendo la deriva. Se fue decepcionado –no desesperanzado– pero con la sensación de que los derroteros por donde se iba caminando no eran esos a los que él había dedicado toda una vida. Y yo, que tampoco pierdo la esperanza pero sí gano un poco más de decepción día a día ante todo lo que vivo, asisto con tristeza al cambio de relevo de aquel folklore por otro –supuestamente serio– que utiliza símbolos y personajes históricos que tanto significan para muchas y muchos andalucistas y que son tratados y utilizados para adornar y coronar a nuevos dioses.
El andalucismo es un camino, una opción para ayudar a nuestra gente a salir de muchos pozos, pero ni es un dogma de fe ni una religión aunque haya mucho de alma y de entrega en él
El andalucismo no necesita reyes, ni dioses, ni seres iluminados infalibles, ni reencarnaciones de Blas Infante, porque tiene entidad suficiente como para no necesitarlos. El andalucismo es un camino, una opción para ayudar a nuestra gente a salir de muchos pozos, pero ni es un dogma de fe ni una religión aunque haya mucho de alma y de entrega en él. Por eso no necesita altares donde elevar a sus santos. Ni siquiera al padre de nuestra patria y matria andaluza, porque mientras más lo elevemos, más lo apartamos de nosotros y lo desdibujamos.
Hoy asisto perpleja a demasiado folklore y, aunque, posiblemente sea yo a la que se considere equivocada, la no razonable, la que según los sumos sacerdotes se aparte de la verdadera fe, algo tengo claro entre tanta neblina que me espanta y es que estamos en el fondo, y no tan en el fondo, cambiando un folkore por otro y lo peor de todo es que estamos, quizás sin ser conscientes, banalizando lo que nos duele y nos ocupa. Ninguno de los dos folklores –en mi humilde opinión– nos sirve para avanzar ni para transformar nuestra realidad porque los dos siguen siendo peinetas.
Sobre este blog
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