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“¡Ya está bien de tanta guerra civil!”
Con motivo del aniversario del golpe de Estado del 36, el Gobierno ha declarado que “una guerra civil no es un acontecimiento memorable”, que su deseo es “honrar y enaltecer la memoria de todos los que, en todo tiempo, contribuyeron con su esfuerzo, y muchos de ellos con su vida, a la defensa de la libertad y de la democracia en España”. Y concluye reafirmando “su respeto a quienes, desde posiciones distintas a las de la España democrática, lucharon por una sociedad diferente a la que también muchos sacrificaron su propia existencia”.
Así dicho, cabe pensar que lo anterior podría haberlo dicho Mariano Rajoy. Obsérvese el hartazgo que demuestra la primera afirmación, que podría traducirse como: “¡Ya está bien de guerra civil!”, y la doble moral de lo que sigue, primero un canto a los que defendieron la democracia e inmediatamente después el respeto por los que la aplastaron. Equivaldría a defender a quienes lucharon contra los fascismos a partir de 1939 y a mostrar a continuación respeto total por los nazis y fascistas europeos que soñaron “una sociedad diferente”, sociedad que conocemos por sus obras antes de que sucumbieran después de llevar el terror a gran parte de Europa.
Ocurre, sin embargo, que esa declaración no la ha hecho el gobierno de Rajoy con motivo del 80ª aniversario que se cumple este año, sino que se trata de la realizada por el gobierno de Felipe González y Alfonso Guerra en julio de 1986 con motivo del 50ª aniversario, sólo unas semanas después de las elecciones generales de junio de ese año. Al tener carácter de declaración gubernamental, hay que suponer que todos los que lo componían estuvieron de acuerdo con el contenido. Unos meses antes, coincidiendo con el referéndum de la OTAN de marzo de 1986, murió en Madrid el editor José Martínez, quien dejó escrito que el PSOE, sin ser franquista, era un producto del franquismo.
Y si esto decía el gobierno, ¿qué se pudo leer en la prensa? Empecemos por El País. En un artículo titulado “La memoria histórica” su director, Juan Luis Cebrián, mantenía que “descubrir matices o interpretaciones diferentes u originales de lo sucedido es del todo imposible. Todo está escrito ya, e incluso en demasía”. Está claro que Cebrián, desde el magnífico observatorio en que se encontraba, ni olió lo que pasaba a ras del suelo. Aunque ni el gobierno de González ni El País estuvieran por la tarea, la investigación sobre el golpe militar de julio de 1936 y sus consecuencias había dado ya sus primeros pasos. Recuerda esto a cuando Santos Juliá, otro visionario, con motivo del sesenta aniversario de la guerra civil en 1996, escribió en El País un artículo titulado nada menos que “Saturados de memoria”. Estaba a punto de comenzar el ciclo de la memoria que ocuparía los últimos años noventa y la década pasada y el sociólogo Juliá pensaba que estábamos ya saturados.
ABC: “volveríamos a alinearnos con el bando nacional”
Al texto de Cebrián se unió un pequeño dossier que contó con la participación de Josep Tarradellas, Federica Montseny, Antonio Tovar y Pedro Laín. Por su parte Diario 16 ofreció un panorama más completo en un suplemento que incluía textos de Javier Tusell, Ramón Rubial, Paul Preston, José Mario Armero, José María de Areilza, Julio Busquets, José Prats, Rafael Abella, Marcelino Camacho, Antonio Nadal, Manuel Barrios, Emilio Lemos e Ian Gibson.
De lo que pensaba la derecha pura y dura constituye buena muestra el ABC de Sevilla. El diario de los Luca de Tena venía ya preparando el terreno desde enero de 1986, cuando pudo leerse en un editorial lo siguiente: “No queremos que la guerra civil vuelva nunca. Pero si tuviéramos que volver a elegir bando entre los que combatieron entonces, volveríamos a alinearnos con el bando nacional”. Y seguía: “Inevitable era que como resultado de la guerra civil sobreviniera en España una dictadura. Una dictadura comunista si los vencidos hubiera sido los vencedores, o una dictadura militar si los vencedores fueran los que fueron”. Conclusión: “Por eso este año del cincuentenario debe ser cualquier cosa que no sea la continuación de la siembra del rencor y de la revancha”.
Dicho esto, se explica que este periódico estuviera al servicio de la involución sólo cinco años antes con motivo del golpe militar de febrero de 1981. En todo caso, peor fue el editorial del 18 de julio de 1986, titulado en un alarde de cinismo “Nunca más”, el nombre del informe argentino sobre los crímenes de las juntas militares publicado en 1984. En portada cuatro imágenes descontextualizadas del cuartel de la Montaña recién ocupado, una calle bombardeada del barrio de Argüelles, unos niños ante una pared tachonada de disparos y una imagen de la iglesia de Santa Marina (Sevilla) tras su incendio. Debajo un texto con las consabidas alusiones a los españoles que “se enzarzaron en una guerra civil”, al “destino cainita de España”, al “fracaso de la República”, a “no remover los lodos de aquella contienda atroz ni hurgar en las heridas todavía sin cicatrizar”, a la “Monarquía de la concordia y la reconciliación” y, no podía faltar, a la apuesta del ABC “por una sociedad serena y moderada que trabaja por un futuro de democracia y paz”.
El editorialista negaba que “el alzamiento” perteneciera al “género tercermundista del golpismo”, situando el origen del problema en octubre de 1934, con la inevitable referencia a Salvador de Madariaga. El ABC, el mismo que en plena guerra mundial celebraba en portada el cumpleaños de Hitler, rechazaba “todo intento de jugar con la historia, y pensamos lealmente, al cabo de medio siglo, que este periódico no hizo entonces otra cosa que cumplir con su deber”. El deber no era otro que promover y apoyar el golpe militar fascista y abrir la posibilidad de una guerra civil. En definitiva, ABC no era sino una anomalía heredada de la dictadura.
En ese mismo día el diario monarco-fascista celebraba el “silencio” y “ejemplar sentido de la dignidad” de “la señora de Meirás”. Por entonces la dirección de la edición madrileña corría a cargo de Luis María Ansón y la sevillana de Francisco Jiménez Alemán (director) y Antonio Burgos (subdirector). Merece más espacio el ABC por el peso que estas ideas, con uno u otro disfraz, siguen teniendo en España. De los otros dos periódicos citados uno ya no existe y otro se encuentra hace ya años en una deriva ideológica cuyo final es imposible prever.
Del setenta aniversario de 2006 cabe destacar que por entonces se estaba elaborando la ley de Memoria Histórica y que, pese a las cesiones que el PSOE hizo a la derecha descafeinando la mencionada ley, ésta puso en marcha la tremenda campaña denominada “la guerra de las esquelas”. En su edición del 18 de julio El País, en cuyas páginas se recogía una encuesta del Instituto Opina según la cual un 64% de los españoles quería que se investigase la guerra civil y se rehabilitara a las víctimas, mantenía en el editorial que “el miedo y la prudencia hicieron que la amnistía viniera acompañada de la amnesia”. Habían pasado setenta años del golpe militar de 1936 y su percepción seguía condicionada por el muro levantado en la transición.
Del 50, 60 y 70 aniversario de la guerra civil
Si el 50ª aniversario no fue sino una vuelta de tuerca más en el pragmatismo del PSOE –lo que no da votos no interesa o, lo que es lo mismo, todo es aprovechable para sacar votos–; el 60ª, con Aznar ya en el poder, pasó sin pena ni gloria, y el 70ª representó la ocasión perdida, el nuevo aniversario sencillamente no existe para el poder. La derecha española odia las alusiones al golpe militar, a la guerra, a la represión y a la dictadura. Le molestan. Ya no oculta sus afinidades con el franquismo. No quiere saber nada de aquello ni que salgan a la luz pública las tramas que explicarían buena parte de la esperpéntica realidad que vivimos. El PP de Rajoy no dirá nada sobre el aniversario. Sencillamente le da igual. Y si alguien le pregunta responderá que lo del 36 está completamente superado, como bien demuestran las elecciones una y otra vez. El muro de la transición no hace sino subir. ¿Qué porcentaje quedará hoy de aquel 64% que hace diez años deseaba que se investigase la guerra y se rehabilitara a las víctimas?
La conclusión no debe tender al pesimismo. A pesar de las enormes dificultades planteadas se ha avanzado mucho. Hay cuestiones en las que ya no es posible volver atrás. Prueba de ellos son las argucias de la derecha política y académica para mantener la mayor responsabilidad de la República y, por extensión, de las izquierdas. Como ya no pueden hablar del vacío de poder y del peligro comunista para justificar “el Alzamiento” han tenido que retirarse a octubre de 1934. Pero como éste no les da todo el juego que el asunto requiere han decidido ir un poco más para allá y, pasando de puntillas por la 'Sanjurjada' de agosto de 1932, seguir hasta la que consideran ilegal proclamación de la República e incluso a la sublevación de Jaca de finales de 1930. Imposible saber dónde acabarán en su deseo de justificar el golpe militar, la guerra y la dictadura.
Como, por varios motivos, resulta muy complicado imaginarse una derecha democrática y al menos crítica con la dictadura, la situación sólo podrá cambiar el día en que el PSOE asuma su carácter centrista y moderado, y el espacio a su izquierda sea, como parecen indicar los últimos resultados electorales, realmente ocupado por un partido de izquierdas. Es cuestión de tiempo.
* En memoria de José Martínez, fundador de la editorial Ruedo Ibérico, fallecido hace poco más de 30 añosJosé Martínez.
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