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Camarón: una leyenda sin continuadores
Hace 40 años salió La leyenda del tiempo de Camarón de la Isla, y no fue un disco de éxito. Rechazado incluso por muchos aficionados puristas, no sé si mayoría, con el tiempo acrecentó su valor; la apostura conque Camarón lo defendió confirma que el genio además era profeta: ya entrarían.
Y entró, entró mucho aire fresco en el flamenco y en general en la música española y mundial para la humanidad, como dice el himno de Andalucía. Venía con Las Grecas, con Lole y Manuel y con tantos otros. La renovación flamenca entró desde la calle, y se mezcló en el momento y la dosis adecuada con el despacho y el estudio de grabación.
De la calle, aunque con estudios, venía un tal Veneno, y allí se hizo amigo de Raimundo, que empezó tocando en la calle desde los once o doce años, escuela callejera. Camarón era ye-yé; bueno, había sido ye-yé en los sesenta y ahora estaba muy abierto captándolo todo y no se sabía lo que podía llegar a ser, aunque para la gente ya era un príncipe. Se había criado con Paco, otro yeyé con flequillo y pantalón acampanado. El asunto es que esta gente estaba haciendo pop, música pop, como ahora hace Rosalía. No era flamenco estricto. La movida renovadora venía de gente nueva que conocían la tradición y la ortodoxia pero que estaban dispuestos a volar.
De la otra parte, en los despachos, el productor Ricardo Pachón comprometió a una compañía para que se involucrara en el proyecto y a otros músicos de jazz y de músicas alternativas para macerar el contenido. Pero, ¿estaría preparada la industria para canalizar lo que se les venía encima? Pachón en los sesenta era mairenista y se movía en círculos en los que Camarón, ese atrevido moderno descarado con singles en las máquinas de música de los bares, no era bien recibido, y que ahora tendría la oportunidad y la visión de estar a la altura de la historia.
Terminado el disco, el tal Veneno le dijo a Ricardo: bueno, ahora llevaréis esto por todo el mundo como Bob Marley, ¿no? Y Ricardo le contestó con guasa: “me parece que la cosa no va a ir por ahí”. Claro, entonces el flamenco no se difundía ni premiaba en Miami como ahora. Y aquí había lo que había.
'La leyenda del tiempo abre una brecha entre los gitanos y flamencos caseros, asentados en los pueblos y ciudades, y los canasteros, aventureros errantes. Como siempre los valores conservadores se crían en el sedentarismo y los valores de propiedad. De hecho José, excepto contadas presentaciones, no formó grupo, como hizo Paco, no difundió el disco en directo. Incluyó algunas letras de La leyenda y siguió cantando por todas partes con Tomatito su repertorio de flamenco esencial.
¿Es un tópico decir que este disco cambió la historia de la música flamenca? Sí y no. Os doy los datos tal como los veo yo. El cambio fue tan generacional como artístico, ya había habido aportaciones muy grandes como he dicho antes. Del 77 al 79 se vive en plena transición, en plena efervescencia vital y cultural. El caso es que el disco no tiene continuación, ni siquiera nadie lo intentó imitar; sin duda su peso conceptual, unido al enorme peso musical actuaron como disuasorios.
Se dice que mucha gente joven se enganchó al flamenco con La leyenda del tiempo, lo mismo que se dice hoy de Rosalía, que incorpora en su disco melodías que resuenan a canciones dormidas de Granada. Nadie se engancha por nada. He conocido a gente que ha viajado de La leyenda a La Niña de los Peines, y a gente que no; sin duda la música vuela en todas direcciones espaciales y temporales.
Faltan datos, pero lo que sí sabemos es que el flamenco es una música muy grande. Lo más normal es enamorarse de ella en su forma esencial, austera, llena de emoción y sabor. Y digamos que el camino del flamenco esencial a otra cosa no está siempre abierto, lo logran genios como José Monge Cruz. El camino desde la otra cosa al flamenco esencial tampoco es seguro, pero a mí me parece más fácil que la gente amante de lo novedoso se enganche a lo antiguo que lo contrario. ¿A ustedes no?
Hace 40 años salió La leyenda del tiempo de Camarón de la Isla, y no fue un disco de éxito. Rechazado incluso por muchos aficionados puristas, no sé si mayoría, con el tiempo acrecentó su valor; la apostura conque Camarón lo defendió confirma que el genio además era profeta: ya entrarían.
Y entró, entró mucho aire fresco en el flamenco y en general en la música española y mundial para la humanidad, como dice el himno de Andalucía. Venía con Las Grecas, con Lole y Manuel y con tantos otros. La renovación flamenca entró desde la calle, y se mezcló en el momento y la dosis adecuada con el despacho y el estudio de grabación.