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Día Mundial contra la Polio: las voces que no se escucharon, ahora resuenan con fuerza
Cada año, el 24 de octubre, el mundo se une para conmemorar el Día Mundial contra la Polio, una jornada dedicada a crear conciencia sobre la lucha contra esta enfermedad devastadora y a destacar los esfuerzos por su erradicación. A su vez, es un momento crucial para recordar a todos aquellos que padecemos las secuelas de la polio como el síndrome postpolio. Nuestras voces, a menudo, han sido ignoradas o silenciadas. Hoy, nuestras voces resuenan con una fuerza renovada, exigiendo que nos escuchen, comprendan y, sobre todo, que se actúe en consecuencia.
La poliomielitis, comúnmente conocida como polio, es una enfermedad viral altamente contagiosa que puede provocar parálisis, y en los casos más graves, la muerte. Durante el siglo XX, la polio fue una de las enfermedades más temidas en el mundo, causando estragos en comunidades enteras, especialmente entre los niños. Sin embargo, gracias a los esfuerzos globales de vacunación, liderados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros organismos internacionales, se ha logrado reducir significativamente la incidencia de la enfermedad, acercándonos cada vez más a su erradicación total.
A pesar de que la polio está al borde de la erradicación, su legado persiste. Muchos sobrevivientes de la enfermedad enfrentamos una batalla continua contra el síndrome postpolio, una afección que afecta a las personas décadas después de haber superado la fase aguda. Este síndrome se manifiesta con síntomas como debilidad muscular, fatiga extrema y dolor crónico, limitando la calidad de vida de quienes lo padecen.
Durante mucho tiempo, nuestras experiencias con el síndrome postpolio han sido invisibilizadas. A menudo, hemos tenido que enfrentar, no solo los desafíos físicos y emocionales, sino también la indiferencia y el desconocimiento de la sociedad. Las secuelas de la polio, en muchos casos, fueron vistas como un problema del pasado, relegando a un segundo plano las necesidades actuales de quienes continuamos luchando contra sus efectos a largo plazo.
Comprender nos exige profundizar en el conocimiento de esta condición. No basta con ser conscientes de nuestra existencia; es necesario entender los desafíos diarios que enfrentamos y las brechas en los servicios de salud y apoyo social que aún persisten
Este silenciamiento no sólo ha generado una falta de apoyo adecuado en términos de atención médica y social, sino que también ha contribuido a un aislamiento que incrementa nuestra vulnerabilidad. Nuestras voces, que no se escucharon durante años, ahora resuenan con fuerza, exigiendo una respuesta integral que incluya no solo tratamiento, sino también comprensión y solidaridad. De ahí que el lema de este año sea Las voces que no se escucharon, ahora resuenan con fuerza. Escuchemos, comprendamos y actuemos son ideas que encapsulan la urgencia de este momento.
Es imperativo que como sociedad prestemos atención a las historias y necesidades de los sobrevivientes de la polio y de las personas que sufren el síndrome postpolio. Escuchar es el primer paso; implica reconocer su lucha y validar sus experiencias.
Comprender, por otro lado, nos exige profundizar en el conocimiento de esta condición. No basta con ser conscientes de nuestra existencia; es necesario entender los desafíos diarios que enfrentamos y las brechas en los servicios de salud y apoyo social que aún persisten. Esta comprensión debe traducirse en políticas públicas que garantizan el acceso a tratamientos especializados, rehabilitación y servicios de apoyo emocional y social.
Finalmente, debemos actuar. La acción requiere un compromiso de todos: gobiernos, instituciones de salud, organizaciones no gubernamentales y la sociedad en general. Actuar significa no sólo trabajar hacia la erradicación total de la polio, sino también asegurar que aquellos que viven con sus secuelas tengan una vida digna y plena. Esto incluye promover la investigación sobre el síndrome postpolio, garantizar la disponibilidad de recursos médicos adecuados y fomentar una cultura de inclusión y respeto hacia quienes viven con discapacidades.
Es nuestra responsabilidad colectiva escuchar, comprender y actuar con urgencia para garantizar que las necesidades de aquellos que han sido olvidados sean finalmente atendidas
En este Día Mundial contra la Polio y el Síndrome Postpolio, no olvidemos a los millones de personas afectadas por esta enfermedad y sus secuelas. Las voces que no se escucharon en el pasado ahora resuenan con una fuerza renovada, y es nuestra responsabilidad colectiva, como sociedad, administraciones de sanidad y servicios sociales, y, en especial, de los responsables políticos: escuchar, comprender y actuar con urgencia para garantizar que las necesidades de aquellos que han sido olvidados sean finalmente atendidas.
Sólo a través de un esfuerzo global, que combine la erradicación de la polio con el apoyo a quienes viven con las secuelas de la polio, efectos tardíos y síndrome postpolio, podremos construir un futuro donde todas las voces sean valoradas y no seamos los grandes olvidados. Seguimos aquí.
Cada año, el 24 de octubre, el mundo se une para conmemorar el Día Mundial contra la Polio, una jornada dedicada a crear conciencia sobre la lucha contra esta enfermedad devastadora y a destacar los esfuerzos por su erradicación. A su vez, es un momento crucial para recordar a todos aquellos que padecemos las secuelas de la polio como el síndrome postpolio. Nuestras voces, a menudo, han sido ignoradas o silenciadas. Hoy, nuestras voces resuenan con una fuerza renovada, exigiendo que nos escuchen, comprendan y, sobre todo, que se actúe en consecuencia.
La poliomielitis, comúnmente conocida como polio, es una enfermedad viral altamente contagiosa que puede provocar parálisis, y en los casos más graves, la muerte. Durante el siglo XX, la polio fue una de las enfermedades más temidas en el mundo, causando estragos en comunidades enteras, especialmente entre los niños. Sin embargo, gracias a los esfuerzos globales de vacunación, liderados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros organismos internacionales, se ha logrado reducir significativamente la incidencia de la enfermedad, acercándonos cada vez más a su erradicación total.