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Echar a la casta: Podemos y ya sabemos cómo

Juanjo García Marín / Luis de los Santos

Hoy, como casi todos los días, basta con abrir las páginas del periódico, sintonizar la radio o atisbar los informativos de cualquier canal de televisión para percibir retazos de esa tragicomedia que asola nuestro país. 51 políticos, empresarios y funcionarios detenidos en una operación policial contra la corrupción. Y echando la vista atrás tan sólo unos días nos encontramos con Acebes imputado por el caso Gúrtel, el escándalo de las tarjetas Black de CajaMadrid y Bankia o el desternillante caso del pequeño Nicolás, un joven imberbe y no necesariamente demasiado listo que, conocedor del modo de funcionamiento del poder político y económico, supo arrimarse a las más altas esferas para obtener una tajada del pastel.

El caso de los ERE en Andalucía, el Brugal en Alicante, el Palma Arena, el caso Noós. El régimen del 78, ese sistema político y económico asentado tras la Transición, no sólo se descompone a marchas forzadas, sino que se halla prácticamente en un estado de quiebra por legitimidad. Al innegable empobrecimiento al que se ha conducido a una mayoría de la población se une la innegable realidad de que este modelo político y económico está podrido desde sus cimientos.

Y a día de hoy ni PP ni PSOE, ni Rajoy o Pedro Sánchez, pueden ofrecer salidas reales a esta situación. Como tampoco pueden hacerlo dos fuerzas políticas como UPyD e Izquierda Unida. La primera, totalmente vacía de contenido. La segunda, víctima de las contradicciones que la asolan desde hace décadas. Quien sí ha conseguido conectar con esa ola de desencanto ha sido una fuerza política que, con apenas 10 meses de existencia, ya no es percibida como outsider, sino como alternativa real, no sólo de gobierno sino también de país.

Que no se equivoque la casta, lo que ha decidido en Podemos en estos días no es si la echamos o no, sino cómo vamos a hacerlo. Y ya lo sabemos.

Podemos culminó el lunes su primera Asamblea Ciudadana 'Sí Se Puede'. Se habían puesto en liza las distintas concepciones sobre lo que el nuevo partido debía ser y sobre el camino que habría de recorrer. La Asamblea ha sido, en primer lugar, un auténtico ejemplo de construcción colectiva, con decenas de propuestas surgidas desde la base. Ha sido un proceso que ni muchísimo menos ha estado exento de tensiones, en algunos casos incluso innecesarias, y en otras artificiales. Y, no obstante, Pablo Iglesias y su equipo, agrupados en torno al borrador 'Claro Que Podemos', se ha alzado con un contundente apoyo del 80% que le legitima para liderar la formación de manera indiscutible durante el próximo año. Un año para afrontar la batalla más decisiva: las elecciones generales de noviembre de 2015.

El borrador ético y sobre todo el político y organizativo de 'Claro Que Podemos' era, de lejos, el más pragmático de todos cuantos competían en la Asamblea de Podemos. Hace tres años y medio, cuando a propios y a extraños el 15M nos cogió por sorpresa, por lo masivo de aquel proceso y por su potencialidad, muchos y muchas pensamos que, por primera vez en décadas, todo volvía a ser posible en nuestro país. Aquel movimiento, idealista e incluso inocentón, a pesar de que fue capaz de abrir, como nos hemos acostumbrado a escuchar, “una ventana de oportunidad política”, tal vez fracasó por su falta de pragmatismo.

Con un apoyo social estimado en un 70 o incluso un 80%, aquel movimiento, surgido casi desde la nada, chocó con un muro, con el inmovilismo de un sistema que, por voluntad de quiénes lo regentaban y regentan, no podía ser modificado. El 25-S y las Marchas por la Dignidad fueron resacas, no poco ilusionantes, de aquella embestida inicial. Podemos, sin embargo, desde hoy tiene ya claro un modelo organizativo y una estrategia política cuyo objetivo es la toma efectiva de ese poder político que hasta ahora parecía inalcanzable.

Pero desde el 25-M la ciudadanía reflexiona y piensa en cómo tomar las estructuras del estado para gobernar desde la mayoría social, y sobre todo cómo convertirla en una mayoria política que recupere si no todos, la mayoría de espacios de poder a través de los mecanismos electorales para conviertir el BOE y el BOJA en letras de esperanza y rebeldía. Esta es la principal diferencia: la ciudadanía está convencida de ganar y lo conseguiremos. Podemos aprovechar esa ventana abierta y agrietada, antes de que se cierre esa oportunidad única que no se repetirá generacionalmente en mucho tiempo. El asalto debe ser ahora o nunca.

Pablo Iglesias lo tiene claro, y sabe que es posible. El pasado domingo lo pudimos ver en la última entrega de Salvados, con un Jordi Évole que no se cortó a la hora de intentar poner en aprietos al desde hoy indiscutible líder de Podemos. Pablo se ve como presidente dentro de un año. Y cada día más gente lo ve además. En una encuesta publicada recientemente se señala que sólo a un 22% de la población le preocupa que esto suceda. Y es que a priori podría parecer tanto o más preocupante que Rajoy siguiera en el poder cuatro años más. Iñigo Errejón lo tiene claro: el objetivo es alcanzar “la centralidad” del debate político. Y eso es algo que sucede cada día. La última encuesta de Metroscopia sitúa a Podemos como segunda fuerza en intención de voto, tan sólo por detrás del Partido Popular.

La estrategia está clara y, sin embargo, el camino que queda por delante no es menos duro. Podemos ha sabido analizar como nadie las contradicciones del actual modelo político y plantear una alternativa real en términos globales. Ahora toca poner en marcha ese modelo de organización y esa estrategia política en cada uno de los territorios del Estado. Y para hacerlo posible será necesario superar las contradicciones que en cada uno de ellos existen. Municipales y Autonómicas, en las que Podemos estará presente pero no con su propia marca electoral (al menos en las primeras), son la siguiente parada del viaje. Y no es lo mismo, por ejemplo, el Guanyem Barcelona que abandera Ada Colau que otros modelos de confluencia política que, como setas u hongos, han aflorado por toda la geografía del Estado. No se pueden poner en marcha las mismas alianzas en Catalunya, Madrid o Andalucía, o en Barcelona, Málaga, Jerez o en Sevilla.

Una máquina de guerra que fabrique herramientas que conviertan la mayoría social en mayoría política en nuestras ciudades y territorios.

De cualquier forma esta etapa es si cabe, aún más ilusionante: construir Podemos como sujeto político organizado en nuestras ciudades, y a la misma vez que sirva de herramienta para construir las alianzas al objeto de tejer una candidatura ciudadana y popular con el objetivo de ganar nuestras ciudades y pueblos. Y no es poco ni fácil el reto. Tenemos una responsabilidad histórica para con nuestros municipios andaluces. El principal reto será declinar y traducir las propuestas estatales de Podemos a nuestra realidad local cotidiana. Una realidad compuesta de pueblos, de grandes aglomeraciones metropolitanas, y de grandes ciudades rurales. Será el caso por ejemplo de Sevilla, que es una ciudad golpeada por mas de un 30% de paro, con otro 35% en riesgo de exclusión social, con casi tres desahucios de viviendas al día, y con grandes bolsas de pobreza cada vez más distribuidas por toda la ciudad.

El próximo 15 de noviembre comienza el proceso de construcción en base a la propuesta organizativa ganadora. Dicho proceso deberá finalizar el próximo 2 de enero con constitución de la Asamblea Ciudadana de Sevilla, la elección del Consejo Ciudadano y la Secretaría General.

Por ello nuestro Consejo Ciudadano de Sevilla, como decía en otro artículo para este diario otro compañero, deben estar abiertas a las y los mejores activistas en el ámbito de la vivienda, de la lucha contra la corrupción, de la protección del medio ambiente, de los derechos humanos y de la lucha contra la pobreza. Un Consejo Ciudadano que sea movimiento, que sea legión, pero que huya del movimentismo y de los silencios entre lucha y lucha. Un Consejo Ciudadano con una sola voz, pero polifónica y permanente, que refleje el hartazgo y la moralidad del Pueblo, frente a la indecencia y carencia de ética de los caciques de esta ciudad.

Esas personas las tenemos, existen ya, están en sus centros de trabajo, en las colas del SAE, en el trabajo doméstico, en las universidades, en las distintas mareas, en nuestras comunidades de vecinas, y por supuesto en nuestros Círculos y más allá.... Pero sobre todo y más importante, es que deben ser personas con capacidad para construir una organización política que sirva y dinamice a los sevillanos y sevillanas para elaborar entre todas formas de cooperativismo político, con el objetivo de revertir ese malestar en bienestar y empoderar a la ciudadanía.

A lo anterior añadimos que deben ser personas que generen capacidad de multiplicar y que hayan demostrado en el proceso de borradores, que independientemente de la opción por la que se hayan decantado, en sus conciencias rige la coherencia y la lealtad. Porque en Podemos no solamente sirve ser honrados sino parecerlo, y ello porque nuestras contradicciones como personas y como proyectos se verán más que la de los demás y nos castigarán más que a los demás. Y con razón.

Una Candidatura Ciudadana, Municipalista y Popular como herramienta para desalojar el modelo de ciudad de la minoría. Empezó la cuenta atrás y lo saben.

Paralelamente, el documento político nos obliga a construir una candidatura de unidad ciudadana y popular bajo los parámetros de una agrupación de electores. Este reto nos exigirá a todas generosidad, valentía, creatividad, pluralidad y compromiso. Será la candidatura de lo nuevo frente a lo viejo. De la mayoría social contra la casta local. Esta candidatura será la esencia de Podemos en Sevilla, pero también será algo mucho más grande e inclusivo y una oportunidad de cooperación con aquellas personas a las que la vorágine de los círculos provocó que se les estrecharan en su día y se quedaran descolgados.

Pero también hay que ser claro y contundentes: únicamente se puede ganar a este modelo de ciudad del PPSOE (a veces bajo la connivencia de parte de IU) bajo los parámetros de Podemos y que están reflejados en el documento ético y político aprobado. Esos son lo mínimos, bienvenidos los máximos. En definitiva estamos ante una oportunidad para elaborar una propuesta de Sevilla para Sevilla, porque somos Sevilla y somos la mayoría.

Durante los últimos dos o tres meses hemos debatido legítimamente sobre qué modelo de organización queríamos y qué objetivos a corto y medio plazo teníamos que asumir. Ese debate, a día de hoy, queda cerrado. Y a marchas forzadas habrá que cerrar cualquier herida que se hubiera poder abierto, porque la importancia de lo que está en juego nos trasciende a todos y a todas. Porque no sólo es posible, no sólo podemos, sino que también, y que no quepa duda, lo haremos.

¡Juntos y juntas, Podemos!

Juanjo García Marín, miembro de Podemos Sevilla, Licenciado en Periodismo y activista social.

Luis de los Santos Castillo, promotor de Podemos en Sevilla, miembro del Circulo Macarena, abogado y activista en derechos humanos.

Hoy, como casi todos los días, basta con abrir las páginas del periódico, sintonizar la radio o atisbar los informativos de cualquier canal de televisión para percibir retazos de esa tragicomedia que asola nuestro país. 51 políticos, empresarios y funcionarios detenidos en una operación policial contra la corrupción. Y echando la vista atrás tan sólo unos días nos encontramos con Acebes imputado por el caso Gúrtel, el escándalo de las tarjetas Black de CajaMadrid y Bankia o el desternillante caso del pequeño Nicolás, un joven imberbe y no necesariamente demasiado listo que, conocedor del modo de funcionamiento del poder político y económico, supo arrimarse a las más altas esferas para obtener una tajada del pastel.

El caso de los ERE en Andalucía, el Brugal en Alicante, el Palma Arena, el caso Noós. El régimen del 78, ese sistema político y económico asentado tras la Transición, no sólo se descompone a marchas forzadas, sino que se halla prácticamente en un estado de quiebra por legitimidad. Al innegable empobrecimiento al que se ha conducido a una mayoría de la población se une la innegable realidad de que este modelo político y económico está podrido desde sus cimientos.