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De educación, de panes y de debates educativos

Marina Jiménez

Presidenta de Codapa —

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No me ha sorprendido leer este tuit que mi amiga y compañera Rocío me envió estando de vacaciones: “¿Colegios abiertos a las familias? Por supuesto, pero sabiendo todos dónde están los límites. Yo no le digo a mi panadero cuánto tiempo ha de tener el pan en el horno, por ejemplo. Cada uno entiende de lo suyo”. Este argumento ya lo escuchamos de un ya tristemente fallecido consejero de Educación en Andalucía, que nos achacaba a las AMPA ser auténticas colonizadoras de centros educativos, acusándonos de querer imponer nuestra voluntad

Somos una de tantas familias que hemos interiorizado, valorado y hecho pedagogía sobre la importancia de estar y participar en la educación de nuestros hijos e hijas, entendiendo que también debemos estar presentes en el desarrollo de la vida de los centros educativos a los que pertenecemos. Un derecho que se nos reconoce, y sobre todo una obligación y responsabilidad, la de velar por los intereses de nuestros hijos e hijas.

Sin embargo, la realidad que estamos viviendo últimamente está siendo más compleja y polémica que nunca. Es cierto que ahora mismo los debates en las redes sociales y otros espacios educativos se centran en confrontar dos modelos de educación, y esto es algo que también preocupa y ocupa a las familias, como ya vimos y debatimos en el Congreso de Codapa. Siendo familias que nos implicamos algo más del voluntariado al uso, participando en nuestras federaciones y confederación, entendemos que es también nuestra obligación ir más allá de un análisis simplista de la educación.

Hemos pasado de “todos y todas a una” a vernos en una realidad en la que parece que no interesa y no se quiere que exista una unión entre el profesorado, familias y alumnado

Por eso nuestro empeño en aportar y proponer ideas para mejorar y que la educación se adapte más y mejor a la nueva sociedad en la que vivimos. Para eso, formamos y nos formamos , preocupándonos y trabajando para que nuestro papel de representación no parta de posicionamientos personales, sino de ideas consensuadas. Sin embargo, la sensación y la realidad que vivimos es que la brecha entre familias y docentes cada vez se ensancha más.

¿Por qué hemos llegado a esta situación? Parece que estamos sufriendo las consecuencias de un efecto péndulo, en el que hemos pasado de “todos y todas a una” a vernos en una realidad en la que parece que no interesa y no se quiere que exista una unión entre el profesorado, familias y alumnado.

Vemos cómo todos los debates que se hacen sobre la educación excluyen de una forma mayoritaria al alumnado, a nuestros hijos e hijas que deberían ser el centro de todo este sistema, puesto que son ellos y ellas los objetos del derecho a una educación integral, no sólo formativa y académica, sino también referida a otros aspectos fundamentales de los principios democráticos. Su desarrollo personal, social y emocional compete a las familias, sí, pero también se debe garantizar en el aula, especialmente para cuando este desarrollo no se dé en casa.

En este inicio de curso no tengo más que decir que el papel de las familias a nivel de participación deja mucho que desear. Estamos sufriendo situaciones en las que no se quiere asumir que las familias no estamos en un consejo escolar para “ser informadas o escuchadas”, estamos para opinar, debatir, aportar y votar decisiones que están recogidas en normativa. Somos muy conscientes de la abundante burocracia educativa, pero eso no puede ser la excusa para reducir los espacios participativos comunes a meros trámites donde ir pasando por un punto tras otro y hasta la próxima reunión.

Y parece que molesta que las familias pongamos el foco en la fragilidad de la democracia participativa de la educación pública, como si fuera una exposición de las costuras del traje, como si te tuvieras que comer el pan, aunque esté duro y mohoso.

Este curso Codapa recordará y exigirá que nuestro derecho no es el de ser escuchadas, para que así tengamos la falsa sensación de ser y estar, nuestro derecho es el de participar, decidir, debatir y valorar, con una participación propositiva

Principios tan evidentes como la inclusión son los que tenemos que seguir exigiendo que se cumplan todos los días, son los que defendemos las familias que hemos apostado por la educación pública en Andalucía. Somos nosotras las que hemos puesto a nuestro futuro más preciado en manos de profesionales y es por eso que somos exigentes, pero también cumplidoras.

¿Qué nos queda entonces cómo familias? Seguir haciendo pedagogía de la participación, formando e informando a las familias, las AMPA y las AFA. Seguir creando campañas para que estén en sus consejos escolares y en sus AMPA, aunque sinceramente entendiendo perfectamente a aquellas que abandonáis hastiadas, frustradas y agotadas. Pero hay que seguir, no podemos abandonar los espacios que son nuestros por derecho.

Que no se frene el empoderamiento de las familias que exigimos los derechos de nuestros hijos e hijas y que en muchos casos suplimos a la administración educativa, haciendo su trabajo. Una administración que pretende dar al profesorado una figura de autoridad que use como una varita mágica que solucionará todos los problemas que se encuentre en el aula.

Profesorado, equipo directivo, no tengáis miedo de esa madre o ese padre que se muestra interesado y pregunta, no hay un afán de crítica dañina o alcahueteo, hay un interés sincero por aportar ideas y soluciones y formar equipo.

Este curso Codapa recordará y exigirá que nuestro derecho no es el de ser escuchadas, para que así tengamos la falsa sensación de ser y estar, nuestro derecho es el de participar, decidir, debatir y valorar, con una participación propositiva. Y sí, cuando voy a una panadería no le digo al panadero o a la panadera cómo se hace el pan, pero sí cuál quiero y cómo lo quiero.

No me ha sorprendido leer este tuit que mi amiga y compañera Rocío me envió estando de vacaciones: “¿Colegios abiertos a las familias? Por supuesto, pero sabiendo todos dónde están los límites. Yo no le digo a mi panadero cuánto tiempo ha de tener el pan en el horno, por ejemplo. Cada uno entiende de lo suyo”. Este argumento ya lo escuchamos de un ya tristemente fallecido consejero de Educación en Andalucía, que nos achacaba a las AMPA ser auténticas colonizadoras de centros educativos, acusándonos de querer imponer nuestra voluntad

Somos una de tantas familias que hemos interiorizado, valorado y hecho pedagogía sobre la importancia de estar y participar en la educación de nuestros hijos e hijas, entendiendo que también debemos estar presentes en el desarrollo de la vida de los centros educativos a los que pertenecemos. Un derecho que se nos reconoce, y sobre todo una obligación y responsabilidad, la de velar por los intereses de nuestros hijos e hijas.