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Un Estatuto de las mujeres rurales y del mar pero sin las mujeres andaluzas
La mujer rural tiene una vida bastante complicada, con pocas oportunidades de desarrollo personal y profesional y muchas inercias. Su presencia en el mundo rural explica el mantenimiento de este, así como también su declive ante su ausencia. Mientras, las que se quedan afrontan una complicada situación de acceso al trabajo, incluso en el sector agrario.
En un medio masculinizado, envejecido y anquilosado en parámetros patriarcales, las mujeres del mundo rural cuentan con unos obstáculos acentuados, marcados por el hecho de ser mujer en un marco de elevada temporalidad laboral ante los diferenciados periodos de cosecha y ante la falta de servicios básicos que eviten que el declive de los pueblos derive en su despoblación.
Ante esta situación, el Estatuto de las mujeres rurales y del mar se presentaba como una oportunidad, una esperanza para el impulso de la igualdad y para dar visibilidad y oportunidades de futuro a todas esas mujeres con talento, inteligencia y capacidad del mundo rural.
Sin embargo, la realidad ha conllevado la decepción al conocer que para el Gobierno de Moreno Bonilla la mujer rural parece ser únicamente la que trabaja en el campo, excluyendo a la gran cantidad de mujeres que lucha por salir adelante a diario desde otras múltiples profesiones. Una agricultora de una gran ciudad puede acceder al estatuto y una artesana de un pequeño pueblo, no. Así de simple y así de triste a la vez.
Seguiremos peleando para que ese estatuto, que solo genera incertidumbre y discriminación, no excluya a las mujeres rurales y se planteen medidas claras sobre el terreno, más allá de meras declaraciones de intenciones con expresiones como "podrá", "fomentará" o "impulsará" sin nada tangible
Con unos términos tan poco claros de la realidad del mundo rural por parte del Gobierno andaluz, desde el PSOE apostamos por el diálogo sincero, con una batería de propuesta para el impulso real de estas mujeres, propuestas que han sido arrolladas por la mayoría absoluta del PP, así como han sido arrolladas las mujeres rurales.
En un momento histórico en el que el negacionismo de la igualdad está creciendo en el mundo y los movimientos regresivos avanzan, la igualdad de derechos no es una cuestión de ganar o perder, sino de vivir en una sociedad igualmente libre, igualmente digna y justa para todas y todos. Aunque la derecha y la ultraderecha sigan sin aceptarlo.
Seguiremos peleando para que ese estatuto, que solo genera incertidumbre y discriminación, no excluya a las mujeres rurales y se planteen medidas claras sobre el terreno, más allá de meras declaraciones de intenciones con expresiones como “podrá”, “fomentará” o “impulsará” sin nada tangible.
Queremos oportunidades en el medio rural para las mujeres mediante el establecimiento de medidas que promuevan la autonomía, el fortalecimiento de la posición social, profesional y no discriminatoria, su representación paritaria, la priorización de subvenciones, así como garantías de aplicación de la perspectiva de género en la política de desarrollo rural llevada a cabo por la Junta de Andalucía.
Si partimos de una situación de desigualdad y aplicamos políticas neutras, la desigualdad persistirá, no habrá mejora, y las mujeres seguiremos estando infrarrepresentadas en nuestro sistema democrático rural. Han barnizado esta ley con una pátina conformista, acomplejada y acomodada.
La paridad da calidad y legitimidad a una democracia, permite que la población en su totalidad se reconozca y se vea representada en sus gobernantes y en sus dirigentes rurales. El PP lo ha rechazado.
Pero, además, es la mejor manera de incrementar la productividad de un país, de aprovechar todo su potencial humano y toda su creatividad. Las mujeres no queremos más de lo que nos corresponde por derecho: queremos la representación paritaria.
No queremos pedir permiso; no queremos pedir perdón; no queremos echar a los hombres, sino compartir con ellos, con vosotros, los retos y soluciones del mundo rural y del mar, al cual pertenecemos. Compartir y garantizar mérito y capacidad.
La igualdad es una cuestión de garantía de derechos, de calidad democrática, y como tal estamos todos y todas llamados a trabajar para ponerle solución. A ello nos comprometemos y seguiremos tendiendo la mano desde el Grupo Parlamentario Socialista del Parlamento andaluz.
En esta ocasión, el PP la ha vuelto a rechazarla y con ello apagan la esperanza de muchas mujeres, que excluyen del estatuto y del avance en la representación paritaria. Pero no nos pararán, seguiremos caminando.
Sobre este blog
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