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El frío y la COVID destapan más carencias de la Educación Andaluza

Inma del Pino, Rosario Luque, Roberto del Tío y José Antonio Jiménez

Grupo Educación Más País Andalucía/Iniciativa del Pueblo Andaluz —
10 de enero de 2021 11:33 h

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Llevamos décadas reclamando desde la Educación Pública mejoras en nuestros edificios escolares para paliar los efectos del clima en nuestra tierra, décadas en las que unos y otras han mirado hacia otro lado mientras alumnado, profesorado y resto de trabajadores y trabajadoras permanecíamos en nuestros centros soportando altas temperaturas en los meses más próximos al verano y frío en los meses invernales. Pero esto no importa…

Como hemos podido, nos hemos ido adaptando ante la falta total de atención ante nuestras demandas a gobernantes que se sucedían en el cargo, esos y esas que en algún momento (cuando formaban parte de la “oposición”) se llenaban la boca de “educación pública” solo (parece ser) por llevar la contraria al Gobierno del momento. Pero cuando se han sentado en los puestos que pueden cambiar las cosas, se han limitado a decir “todo está bien”, “solo son unos días malos al año”, “no hay presupuesto”, “los y las anteriores lo dejaron muy mal y no se puede hacer más”…

Y llegó 2020, con pandemia incluida, con una situación climatológica dura, pero como junio nos pilló fuera de nuestros centros no ocurrió nada; pero como en septiembre estábamos al borde del ataque de nervios ante la situación y los protocolos eran inciertos, no pasó nada; pero como antes de las vacaciones invernales el frío era algo soportable, no pasó nada… Para qué prever, para qué anticiparse, para qué gestionar y dotar de recursos, si al final el frío también pasará.

Lo vivido los días 7 y 8 de enero en los Centros Escolares Públicos andaluces ha sido y es de vergüenza. Ventanas y puertas abiertas en aulas masificadas en las que la distancia de seguridad siempre fue una quimera, temperaturas gélidas que en algunos municipios del este de nuestra comunidad eran insoportables, temporal de lluvia y nieve, y protocolos para centros de trabajo que en los escolares no tienen importancia alguna porque todo va genial.

La pandemia ha dejado al descubierto las carencias de nuestros centros, que era algo que ya se sabía. No sirven de nada las quejas de los que gobiernan, tienen que actuar, hay recursos económicos suficientes para poner la prioridad escolar en su sitio

La solución (¡ay!, esa solución imposible) llega meses tarde. Bueno, no llegará, como siempre, porque la tuvieron en su mano en verano, porque la tienen desde hace décadas, porque la siguen teniendo, porque la cruel realidad es que no quieren solucionarlo. Esa solución no es ni más ni menos que poner todos los medios (que los hay) para reducir las ratios, algo que aumentaría la distancia social en las aulas y posibilitaría mayor flexibilidad con la apertura de ventanas y puertas para ventilar, ya que seguiríamos con mascarillas, a la vez que por fin se apostaría por una educación de calidad, más individualizada y con mayor posibilidad de atención a cada alumno y alumna. Bioclimatizar los Centros Públicos, Ley aprobada (y vaya si les costó hacerlo) gracias al movimiento de AMPAS Escuelas de Calor, y no solo para refrescar las aulas, sino para filtrar el aire que hay dentro de ellas, algo que hubiese también permitido no tener ventanas y puertas abiertas durante toda la jornada escolar.

Pero para esta situación ya no hay solución, al menos por parte de la administración, porque de nuevo serán los y las profesionales de la Educación Pública, junto con alumnos y alumnas, las familias y resto del personal laboral de los Centros, los que les salven “el culo”, porque nosotras y nosotros sí creemos en la Educación Pública de Calidad, aunque eso no quiere decir que no sigamos reivindicando lo que la Escuela Pública se merece y ninguno de los gobernantes se atreve a hacer.

Ya está bien de declaraciones vacías de contenido, ya está bien de palmaditas en la espalda, basta ya de sacar pecho por lo bien que lo están haciendo, no queremos más palabras, queremos hechos y realidades. La pandemia ha dejado al descubierto las carencias de nuestros centros, que era algo que ya se sabía. No sirven de nada las quejas de los que gobiernan, tienen que actuar, hay recursos económicos suficientes para poner la prioridad escolar en su sitio. Es una cuestión de decisión política, ejerzan esa obligación, la escuela pública es un derecho esencial y todo lo que sea no cuidarla y apoyarla con inversiones serias y razonables es una mentira colosal.

En definitiva, las dantescas imágenes de las aulas del jueves y el viernes ponen de manifiesto que ya no se puede culpar a la pandemia o a Filomena de lo mal que se está llegando a pasar en las aulas. Es la falta de previsión, de organización, de recursos, de una adecuada gestión lo que estamos padeciendo. Si a esto le unimos, además, la falta de ética, de la mínima humanidad que se necesita para tener un entorno mínimamente dotado de dignidad para desarrollar una clase, llegaremos a la conclusión de que el límite de lo soportable está cada vez más cerca. Esperemos que los sindicatos del ramo estén tomando buena nota; cuesta a cualquier docente -con bufanda, abrigo y guantes- ver a sus alumnas y alumnos en la misma tesitura, incluso con mantas, entrando agua por las ventanas y padeciendo un frío que es peligroso de por sí, independientemente de cualquier virus. ¿Se puede hacer un buen trabajo en esas condiciones? Se traspasa el ámbito profesional, estamos llegando a tener prejuicios morales ¿De verdad tenemos que soportar esto después de todo lo que ya hemos soportado con la excusa de la Covid? Cuiden la Educación Pública, cuidémosla, antes de que sea demasiado tarde. Es posible hacerlo bien. Basta de milongas.

Llevamos décadas reclamando desde la Educación Pública mejoras en nuestros edificios escolares para paliar los efectos del clima en nuestra tierra, décadas en las que unos y otras han mirado hacia otro lado mientras alumnado, profesorado y resto de trabajadores y trabajadoras permanecíamos en nuestros centros soportando altas temperaturas en los meses más próximos al verano y frío en los meses invernales. Pero esto no importa…

Como hemos podido, nos hemos ido adaptando ante la falta total de atención ante nuestras demandas a gobernantes que se sucedían en el cargo, esos y esas que en algún momento (cuando formaban parte de la “oposición”) se llenaban la boca de “educación pública” solo (parece ser) por llevar la contraria al Gobierno del momento. Pero cuando se han sentado en los puestos que pueden cambiar las cosas, se han limitado a decir “todo está bien”, “solo son unos días malos al año”, “no hay presupuesto”, “los y las anteriores lo dejaron muy mal y no se puede hacer más”…