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Cinco identidades y un epílogo para una propuesta de cambio
“Sabemos que el mundo es una esfera cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna” (José Luis Serrano)
Cuando el pasado 15 de septiembre la secretaria general de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, convocó sorpresivamente la II Asamblea en Andalucía he de confesar que el primer pensamiento que me invadió fue pensar que este partido cometía los mismos errores que habían llevado a otros a ser sombra de lo que en su día fueron. Primábamos la mirada hacia el interior del partido en vez de estar muy atentos a lo que estaba sucediendo fuera de él, asumíamos que los problemas de “Madrid” eran los problemas de la organización en Andalucía, y que la tentación de aprestarse a la disputa del liderazgo taparía el sano debate sobre la identidad, o más bien identidades políticas, de una organización que debía reinventarse.
Dicho de otro modo, nos parecíamos en demasía a aquel competidor al que queríamos sobrepasar que estaba inmerso en un debate interno sobre su definición política y cuyo epicentro se desarrollaba en Madrid. Podemos, de la noche a la mañana, sin necesidad aparente, se sometía a una suerte de espejo inverso en el que los defectos de la vieja política aparecían dibujados tras el argumento del debate necesario.
Este pensamiento afortunadamente me duró poco. Recordaba aquella frase de un amigo que repetía como un 'mantra' en sus momentos mas difíciles de que “toda crisis es una oportunidad”. Y es cierto que esta II Asamblea se convirtió en la oportunidad de reclamar públicamente lo que a juicios de muchos debía ser la identidad político/organizativa de Podemos.
La primera identidad que defendemos desde Ahora Andalucía y que con alegría he observado que también invocan el resto de candidaturas es la identidad federal de Podemos. Esta asamblea repentina podrá ser fuego de artificio respecto a este punto pero lo que está claro es que la siguiente ya no lo será. Con tanto consenso político sobre esta idea, ya nadie se atreverá más a hurtar el debate andaluz. Sea quien sea la futura secretaria general de Podemos en Andalucía, tenemos la seguridad de que la siguiente asamblea será andaluza o no será de Podemos.
La segunda identidad que rescatamos tras estos meses de olvido es la superación del binomio en el que el debate centralista y su repercusión andaluza nos estaba metiendo. La pluralidad es la capacidad de conjugar ideas, tradiciones, trayectorias y relatos emancipadores diversos. Nos hemos sorprendido seductores, agresivos, pero sobre todo transgresores. Ser transgresor es ser transversal, superar la esquina del espectro político en el que nuestros oponentes nos ha tratado de situar. Con alegría nos hemos dado cuenta de que no queríamos ganar todo. No podíamos criticar la politización del Consejo General del Poder Judicial y en cambio tratar de monopolizar la Comisión de Garantías Democráticas que tiene por objeto velar por los derechos de cualquier inscrito frente al poder.
Desde este razonamiento basado en la opción preferente por el cada uno de nosotros deviene la tercera identidad, la de la inteligencia colectiva frente al 'hiperlíder'. Ésta nos reconcilia con la tradición radicalmente democrática de Podemos. En una organización que se reclama 'quincemayista' no cabe el hiperliderazgo. Es una contradicción de tal alcance que de ser una no se puede ser la otra. Una de las dos sobra, una de las dos es impostada. Ha sido una de las opciones que mas le ha costado entender al entorno mediático tradicional -fuera de Podemos- pero más fácil de explicar dentro de Podemos. Pero les reconozco que ha sido una de mis opciones preferidas por cuan liberadora es.
Ese hiperliderazgo contiene un discurso, además de mesiánico, machista. Las portavocías corales, cooperativas, basadas en la corresponsabilidad son una reivindicación por la feminización de la política, por primar la formación de relaciones de confianza y generosidad. Nuestra identidad feminista, la cuarta, se basa en una forma diferente de intervenir y hacer política. No puede funcionar Podemos como los partidos con más de 100 años de antigüedad. Como no tiene sentido, tal como han señalado desde Andalucía en común, de hablar de un nuevo tiempo en Podemos Andalucía, de empoderamiento, de recuperar los círculos o de descentralización si de la Asamblea Ciudadana Andaluza salen los mismos órganos, las mismas estructuras y el mismo funcionamiento de partido. Por eso me comprometí a ser la secretaria general de Podemos en tanto se implementaba el nuevo modelo. También en eso somos transgresoras.
Quinta identidad. Profundamente municipalistas. En el próximo escenario municipal Podemos Andalucía deberá pactar, trabajar y forjar alianzas con todas estas candidaturas municipalistas que han querido acercar el cambio a nuestros ayuntamientos, contribuyendo de forma decisiva a encauzar todo ese inmenso capital político acumulado tras años de experiencia 'a pie de obra'. Alcanzar el gobierno de los principales ayuntamientos de Andalucía en las próximas elecciones municipales ha de ser un objetivo prioritario para el nuevo Consejo Ciudadano Andaluz.
Epílogo. Todas nuestras identidades deben reivindicar solo un objetivo. El deseo de establecer un Consenso Político Andaluz dirigido a un proyecto de mayorías, genéticamente ganador, orientado en arrancar apoyos, logros y victorias para los andaluces, y transformar Andalucía.
“Sabemos que el mundo es una esfera cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna” (José Luis Serrano)
Cuando el pasado 15 de septiembre la secretaria general de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, convocó sorpresivamente la II Asamblea en Andalucía he de confesar que el primer pensamiento que me invadió fue pensar que este partido cometía los mismos errores que habían llevado a otros a ser sombra de lo que en su día fueron. Primábamos la mirada hacia el interior del partido en vez de estar muy atentos a lo que estaba sucediendo fuera de él, asumíamos que los problemas de “Madrid” eran los problemas de la organización en Andalucía, y que la tentación de aprestarse a la disputa del liderazgo taparía el sano debate sobre la identidad, o más bien identidades políticas, de una organización que debía reinventarse.