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La Ley Celaá: ¿Nuevo currículo con viejas herramientas?

Carlos Gentil y Antonia Mª Ruiz Giménez

28 de marzo de 2022 19:32 h

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La Asociación Nuevo Diagnóstico de Andalucía organizó un foro de debate con expertos sobre el sistema educativo andaluz. Parte de los resultados de ese debate se publicaron en un artículo sobre la gestión interna en los centros escolares. Este artículo recoge la segunda parte de las conclusiones del foro. Trata sobre las dificultades que existen en la realidad del sistema educativo para que los nuevos currículos que propone la Ley Orgánica del pasado 29 de diciembre (conocida como LOMLOE, que modificó la anterior Ley de Educación de 2006) puedan llevarse a la práctica.

En la Asociación Nuevo Diagnóstico de Andalucía creemos que, como recoge la LOMLOE, la finalidad principal de cualquier sistema educativo debe ser lograr que todos y todas las jóvenes puedan lograr su máximo desarrollo integral, y ello desde la igualdad de oportunidades para todos y todas.

La LOMLOE apuesta por una escuela inclusiva, que promueva la igualdad y la no discriminación, que elimine estereotipos y obstáculos en el acceso al aprendizaje. Para  eso, defiende la necesidad de un currículo flexible que pueda adaptarse a las necesidades educativas de cada alumno o alumna y a las propias del contexto en el que se produce el aprendizaje.

En la práctica, en la realidad actual, sucede que en el sistema educativo hay una distancia casi insalvable entre lo que los jóvenes necesitan aprender y lo que les ofrece el sistema educativo

La ley sostiene que la mayoría de los alumnos y alumnas que hoy día cursan enseñanzas primarias o secundarias trabajarán en empleos que actualmente no están creados, empleos que en muchas ocasiones ni siquiera podemos imaginar. Por ello, también sostiene que lo mejor es ofrecer a los estudiantes una educación basada en la adquisición de competencias que les sirvan para desenvolverse con garantías en ese escenario laboral de las próximas décadas. En consecuencia, propone una educación por competencias que garantice que van a disponer de las capacidades necesarias para adaptarse a los requisitos de esa nueva situación. Podríamos decir que esta es la teoría.

En la práctica, en la realidad actual, sucede que en el sistema educativo hay una distancia casi insalvable entre lo que los jóvenes necesitan aprender y lo que les ofrece el sistema educativo. Es una situación ya conocida, que hará muy difícil que se puedan alcanzar los objetivos que la ley pretende si no cambian otras cosas.

Entre los expertos que analizan el sistema educativo, hay un consenso generalizado, como se puso de manifiesto en el debate citado, sobre una serie de aspectos que limitan la posibilidad de alcanzar los objetivos de la LOMLOE. Entre ellos, que el actual currículo mantiene una tradición demasiado amplia en contenidos, muy academicista y sin coherencia interna (contenidos dispersos), lo que lo hace inabarcable en la práctica y desajustado en muchos casos con el nivel evolutivo del alumnado al que va dirigido. Se trata, por otro lado, de un currículo poco flexible, falto de herramientas que permitan modificaciones ágiles y puntuales que puedan facilitar la inclusión y evitar el excesivo fracaso escolar.

La realidad que perciben muchos profesores es que el currículo no ha cambiado en los 40 últimos años, porque en muchos casos el auténtico currículo del aula es el “libro de texto”, del que no es fácil prescindir. Paradójicamente sucede que, cuando se invita a los profesores a innovar en la adaptación del currículo, lo que interpretan en muchos casos es que lo que en realidad se les está proponiendo es que se salten el propio currículo.

El currículo que propone la Ley puede decirse que es más una expresión de buenos propósitos para el desarrollo de la pedagogía que un plan realista sobre cómo cambiar el sistema educativo en la dirección que la Ley pretende

Para modificar esta realidad, en lo que al currículo se refiere, la LOMLOE ha apostado por un enfoque competencial proponiendo un modelo de aprendizaje basado en la aplicación de los conocimientos. El objetivo global es conseguir una relación más directa entre lo que se aprende y cómo se aprende en los centros, con lo que se hace y cómo se hace fuera de ellos.

Es decir, la LOMLOE defiende un modelo de aprendizaje basado en la aplicación de los conocimientos, que invita a aplicar enfoques metodológicos y de evaluación flexibles, integradores e incluyentes, capaces de responder a perfiles muy diferentes de alumnado, que permitan incluir nuevos aprendizajes (que incluyan no solo contenidos, sino también valores, destrezas, emociones, motivaciones y actitudes) que favorezcan la formación de personas comprometidas con la colaboración, la sostenibilidad y el bienestar. En definitiva, se está buscando que los aprendizajes adquiridos ayuden a que el alumnado relacione los conceptos que aprende con las aplicaciones que tienen en su mundo cotidiano.

La LOMLOE no contempla que el aula es un lugar incierto que el profesorado tiene que gobernar teniendo en cuenta que una parte de los que están ahí, variable según los casos, no quieren estar

Pero, según se dijo en el debate, lo que en la actualidad ocurre dentro de las aulas no facilita  la propuesta de educar en competencias, destrezas, valores y otros aspectos contemplados en la LOMLOE antes citados. El currículo que propone la Ley puede decirse que es más una expresión de buenos propósitos para el desarrollo de la pedagogía, cosa frecuente en el BOE cuando se trata de normas educativas, que un plan realista sobre cómo cambiar el sistema educativo en la dirección que la Ley pretende, dada la situación actual que tiene el sistema educativo. La LOMLOE no contempla que el aula es un lugar incierto que el profesorado tiene que gobernar teniendo en cuenta que una parte de los que están ahí, variable según los casos, no quieren estar, de modo que la preocupación del docente queda muy centrada en cómo enfrentar esa situación. Por ello, el currículo deviene secundario en la práctica, condicionado por esa realidad del gobierno de la clase.

En resumen, en NDA coincidimos con los expertos en que cambiar el currículo se hace muy complejo, porque hay que desactivar lo que se llama la “estructura gramatical de la escuela”, que no es otra cosa que desactivar esa situación predominante de gobierno del aula y desactivar una pieza clave: las asignaturas.

Ya se van notando algunos tímidos intentos de cambio, pero si queremos que cambie la ESCUELA es necesario que se logre asentar un currículo más intenso que extenso. Que el currículo se encuentre apoyado en la “Renta Cultural Básica” que queremos que el alumnado adquiera y que logre integrar las transformaciones que lleven al diseño de actividades globalizadoras e interdisciplinares que promuevan un trabajo más integrador y colaborativo entre los equipos docentes.

La Asociación Nuevo Diagnóstico de Andalucía organizó un foro de debate con expertos sobre el sistema educativo andaluz. Parte de los resultados de ese debate se publicaron en un artículo sobre la gestión interna en los centros escolares. Este artículo recoge la segunda parte de las conclusiones del foro. Trata sobre las dificultades que existen en la realidad del sistema educativo para que los nuevos currículos que propone la Ley Orgánica del pasado 29 de diciembre (conocida como LOMLOE, que modificó la anterior Ley de Educación de 2006) puedan llevarse a la práctica.

En la Asociación Nuevo Diagnóstico de Andalucía creemos que, como recoge la LOMLOE, la finalidad principal de cualquier sistema educativo debe ser lograr que todos y todas las jóvenes puedan lograr su máximo desarrollo integral, y ello desde la igualdad de oportunidades para todos y todas.