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Nos merecemos otro Colegio

María Jesús Correa

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Nos merecemos otro Colegio. El lunes asistí perpleja a un espectáculo lamentable. Lo dieron los compañeros y compañeras del Colegio de la Abogacía de Sevilla. Esos que viven en una realidad paralela, anacrónica y alejada de la mínima decencia. El sentimiento oscilaba entre la tristeza y la indignación. Fue una vergüenza. En ese escenario, me sorprendí enviando whatsapp donde decía “hemos perdido”, refiriéndome a que no hubiera prosperado la denominación Colegio de la Abogacía que durante tanto tiempo he perseguido. Pero hemos perdido mucho más, hemos perdido una gran oportunidad, como colectivo y como sociedad.

Perdimos la oportunidad de ser parte activa del movimiento que conduce a la igualdad, la de avanzar en derechos, la de apartarnos de esa enfermedad que atenaza a un colectivo rancio y retrógrado, que utiliza el término “feminista” como insulto (este lunes lo hicieron) y que teme que las mujeres seamos visibles. Este colectivo, que por nada se mueve, el lunes se movió, con 45 grados, para que nadie les moviera la silla del androcentrismo, del machismo obsoleto, de la supremacía marchita. Y yo me pregunto ¿qué les molesta exactamente?

En cualquier clase de Infantil eligen a su delegada con más garantías. Nadie se acreditó, el voto fue a mano alzada, siguiendo la costumbre de 1.706 que tanto les gusta, y el recuento ilegal

Porque siendo evidente la respuesta, me resulta difícil comprender que esos que se llenan la boca de la palabra “justiciable” sean los mismos, y las mismas, que no dudan en arrinconar el lenguaje inclusivo para que no se nos vea, para seguir pavoneándose en su patriarcado ridículo. Respecto a las compañeras con Síndrome de Estocolmo, solo les deseo lo mejor en su trance. Y luego están las formas: en cualquier clase de Infantil eligen a su delegada con más garantías. Nadie se acreditó, el voto fue a mano alzada, siguiendo la costumbre de 1.706 que tanto les gusta, y el recuento ilegal, y todo eso siendo personas que viven de la Justicia. Va a ser verdad eso de que en casa del herrero cuchillo de palo, concretamente los que volaron este lunes sobre nuestras cabezas, las de las mujeres abogadas que no dejaremos de luchar contra este machismo colegiado.

Nos merecemos otro Colegio. El lunes asistí perpleja a un espectáculo lamentable. Lo dieron los compañeros y compañeras del Colegio de la Abogacía de Sevilla. Esos que viven en una realidad paralela, anacrónica y alejada de la mínima decencia. El sentimiento oscilaba entre la tristeza y la indignación. Fue una vergüenza. En ese escenario, me sorprendí enviando whatsapp donde decía “hemos perdido”, refiriéndome a que no hubiera prosperado la denominación Colegio de la Abogacía que durante tanto tiempo he perseguido. Pero hemos perdido mucho más, hemos perdido una gran oportunidad, como colectivo y como sociedad.

Perdimos la oportunidad de ser parte activa del movimiento que conduce a la igualdad, la de avanzar en derechos, la de apartarnos de esa enfermedad que atenaza a un colectivo rancio y retrógrado, que utiliza el término “feminista” como insulto (este lunes lo hicieron) y que teme que las mujeres seamos visibles. Este colectivo, que por nada se mueve, el lunes se movió, con 45 grados, para que nadie les moviera la silla del androcentrismo, del machismo obsoleto, de la supremacía marchita. Y yo me pregunto ¿qué les molesta exactamente?