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Donde no habite el olvido

Huelva —
29 de julio de 2021 21:36 h

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Los recios muros que sostienen las viviendas de nuestros pueblos y aldeas aportan al paisaje onubense, también al andaluz, una particular estética. Esas paredes tradicionalmente encaladas sobre las que cuelgan hileras de coloridas macetas, protegen hoy el hogar de lugareños, engalanan las calles y alegran nuestros paseos.

Pero muchos de esos muros fueron, en otro tiempo, testigos del silencio. El de muchas familias que, rotas de dolor, enmudecieron y soportaron el estigma injusto de los años por llegar. La etapa más negra en la Historia de nuestro país fue vivida de una forma tan traumática que ni siquiera la intimidad del hogar permitió a las víctimas el desahogo de la palabra.

El miedo dio paso al dolor de una generación que terminó por hacer del hermetismo el principal escudo de protección para sus descendientes. Y fue así como la historia de muchas familias de nuestra tierra se llenó de paréntesis, de vacíos sin explicación y de desapariciones sin hallazgo.  

La Ley de Memoria Democrática que inicia estos días su trámite parlamentario es determinante para los familiares de las víctimas de la represión de la Guerra Civil y la Dictadura, a quienes ubica en el corazón de su articulado. Lo es también para el colectivo memorialista cuya labor reconoce explícitamente. Y es definitivamente justa con las grandes olvidadas de aquella trágica etapa: las mujeres.

Conocen bien, quienes han trabajado el texto, que este bebe de la concepción del Estado como la acción conjunta de todas las Administraciones. Esto, el compromiso de todos, haría posible que vieran la luz muchos más proyectos de gran éxito como el llevado a cabo en Pico Reja, Sevilla, que ha contado con la implicación de las distintas Administraciones.

No es extraño pues que la nueva norma preste una especial atención a la articulación de las políticas de Memoria Democrática a través de la cooperación y colaboración de las administraciones públicas, que se materializará en el plano institucional con la creación del Consejo Territorial de Memoria Democrática donde, junto a la Administración General del Estado y las Comunidades Autónomas, habrá una representación de las entidades locales a través de la Federación Española de Municipios y Provincias.

El miedo dio paso al dolor de una generación que terminó por hacer del hermetismo el principal escudo de protección para sus descendientes. Y fue así como la historia de muchas familias de nuestra tierra se llenó de paréntesis.

Una colaboración con ayuntamientos y diputaciones que, sin tiempo que perder, el Gobierno de Pedro Sánchez ya puso en marcha a través de una subvención a la FEMP en 2020, de la que se favorecieron municipios onubenses como Nerva, Huelva, Minas de Riotinto, Ayamonte y San Juan del Puerto para intervenciones en fosas comunes. Y que tendrá su continuidad este año con una nueva subvención de un millón de euros para financiar actuaciones que lleven a cabo las entidades locales en orden a la investigación, localización, exhumación e identificación de personas desaparecidas en fosas de la Guerra Civil y el Franquismo, así como las destinadas a su dignificación, y que como novedad incluye a las diputaciones provinciales como posibles destinatarias.

Nuestra participación es algo que me hace sentir especialmente orgullosa y albergar grandes expectativas en lo que este proyecto legislativo significará a pie de municipio.

La Ley penetra esos muros que mencionaba al principio, extrae del ámbito íntimo y familiar el desasosiego de la conocida como generación de los nietos, a quienes, junto al colectivo memorialista, debemos un colosal trabajo de investigación y termina por hacer suya esta causa. Porque su memoria es la nuestra, la de todos y este Gobierno ha decidido, atendiendo a diversas recomendaciones de organismos internacionales, elevarla por primera vez al nivel de política de Estado.

No es posible ejercer una responsabilidad pública local, pisar las calles de los pueblos que conforman la provincia, conocer su historia, reconocer la tristeza en la mirada de quienes heredaron el estigma y, sin embargo, no trabajar por devolverles la dignidad arrebatada. No es posible.

Las víctimas encontrarán en la provincia onubense algo tan importante como un lugar al que acudir, las oficinas comarcales. Allí se les atenderá y se escucharán sus propuestas.

El equipo de Gobierno de la Diputación de Huelva que presido lleva meses volcado en la materia, se ha constituido el Comisionado para la Memoria Democrática y, bajo su dirección, hemos impulsado el proyecto Donde no habite el olvido.

Se trata de una iniciativa dotada de presupuesto propio que ambiciona una provincia de Huelva en la que no quede un solo resquicio de olvido. Gira, además, en torno a los ejes de la futura norma, la reparación del honor de las víctimas y sus familiares y una intensa labor didáctica y divulgativa que persigue que un episodio tan funesto jamás vuelva a repetirse.

Las víctimas encontrarán en la provincia onubense algo tan importante como un lugar al que acudir, las oficinas comarcales. Allí se les atenderá y se escucharán sus propuestas. Elaboraremos, con su colaboración y la de los investigadores, el diccionario biográfico de los represaliados del franquismo en la provincia de Huelva.

Seguirán avanzando los trabajos que se llevan a cabo, en coordinación con el resto de las entidades y asociaciones memorialistas, para la localización de las fosas -con especial atención a las de las Rosas de la Puebla de Guzmán y la de las Rosas de Zufre-, así como las exhumaciones, en dichas fosas, de las víctimas ya identificadas en la provincia de Huelva. También se facilitará a los familiares de las víctimas la extracción de muestras para su posterior comprobación del ADN.

La labor de investigación y divulgación, un pilar fundamental para conocer la verdad de todo aquello que ocurrió, se trabajará con la estrecha colaboración de la Universidad de Huelva, a través de la creación de becas para investigadores sobre la Memoria Democrática onubense y premios de investigación dirigidos al alumnado.

Además, la difusión cultural de nuestra memoria estará presente de forma permanente en exposiciones, cursos, conferencias, encuentros, jornadas, conmemoraciones, homenajes, etc.

Será difícil encontrar consuelo, pero hallaremos juntos la justicia, la verdad y la reparación.

Los recios muros que sostienen las viviendas de nuestros pueblos y aldeas aportan al paisaje onubense, también al andaluz, una particular estética. Esas paredes tradicionalmente encaladas sobre las que cuelgan hileras de coloridas macetas, protegen hoy el hogar de lugareños, engalanan las calles y alegran nuestros paseos.

Pero muchos de esos muros fueron, en otro tiempo, testigos del silencio. El de muchas familias que, rotas de dolor, enmudecieron y soportaron el estigma injusto de los años por llegar. La etapa más negra en la Historia de nuestro país fue vivida de una forma tan traumática que ni siquiera la intimidad del hogar permitió a las víctimas el desahogo de la palabra.