P'alante

Estamos en plena celebración del 41º Congreso del PSOE en Sevilla, y parece que algunos están empeñados en que poco importen las políticas que se vayan a debatir ni las propuestas que se puedan aprobar. Pero la realidad es tozuda, por encima de los intereses de aquellos que solo tienen una meta en su acción política: llevarse “p’alante” al Gobierno de Pedro Sánchez.

La realidad es que España forma parte de un mundo globalizado, en el que el acceso a bienes y servicios está más extendido que nunca, pero en el que la desigualdad ahonda la brecha entre la inmensa mayoría y la pequeña minoría de quienes más tienen; un mundo en el que los movimientos de capitales se hacen sin regulación, pero los movimientos migratorios son tenidos por muchos como una grave amenaza a la que hay que reprimir y controlar; un mundo en el que sabemos mejor que nunca los riesgos que amenazan la sostenibilidad de nuestro planeta, pero destruimos recursos naturales a un ritmo muy superior al de su regeneración: un mundo, en suma, en el que la democracia representativa se manifiesta como la única opción viable de construir sociedades tan libres como cohesionadas y prósperas, pero el descrédito de la política democrática acrecienta los reflejos populistas, nacionalistas y autoritarios en muchos países del mundo.

Es a esas y otras muchas cuestiones a las que tiene que dar respuesta el Congreso socialista, para continuar avanzando en las políticas que han permitido que España hoy esté más cohesionada social y territorialmente que hace seis años. Políticas, por cierto, ante las cuales la derecha se ha opuesto una y otra vez, deslegitimando desde el primer día al Gobierno, deshumanizando a Pedro Sánchez hasta límites que rozan la invitación a la violencia, y utilizando medios espurios que afectan a la consistencia misma del estado de derecho. “P’alante” es la traslación chulapona del “quien pueda hacer que haga” de Aznar.

El mecanismo es siempre el mismo: se propaga a través de campañas pagadas de difusión en prensa y redes sociales un infundio, una mentira sencilla fácil de creer. A continuación se hace aparecer una “asociación” que denuncia como acusación popular lo que haga falta aunque no haya el más mínimo indicio, para acto seguido encontrar un juez que admita la querella en cuestión

Poco importa que la Presidenta de la Comunidad de Madrid se haya beneficiado, residiendo en una vivienda pagada con dinero defraudado, de los delitos reconocidos de su novio y haya mentido sobre ello. Poco importa que la desidia e incompetencia del Presidente de la Comunidad Valenciana no hayan permitido salvar la vida de cientos de personas y ahorrar daños materiales inmensos. Lo que importa, parece, es si el Fiscal General del Estado puede ser imputado por desmentir un bulo acerca del novio de Ayuso; lo que importa, parece, es si Teresa Ribera estaba ese día en Bruselas o en Madrid mientras el responsable directo – Mazón – estuvo más de cuatro horas desaparecido.

El mecanismo es siempre el mismo: se propaga a través de campañas pagadas de difusión en prensa y redes sociales un infundio, una mentira sencilla fácil de creer. A continuación se hace aparecer una “asociación” que denuncia como acusación popular lo que haga falta aunque no haya el más mínimo indicio, para acto seguido encontrar un juez que admita la querella en cuestión, dando paso a una causa prospectiva, a lo que finalmente sigue la exigencia de dimisiones a discreción y la correspondiente escandalera en el Congreso de los Diputados, para divertimento de quienes dominan el arte de “agitar el avispero” con el fin de distraer la atención del respetable. “P’alante”.

Se trata de generar desconfianza, de hacer surgir en las mentes de miles de personas la duda sistemática sobre la honestidad de un Gobierno legítimo al que se presenta como a punto de destrucción y de hundimiento. Se trata, en fin, de propiciar un sentimiento colectivo de angustia y resignación que se expresa en un “así no podemos seguir”. Ese sentimiento extendido, alimentado, multiplicado y financiado por aquellos cuyos intereses son defendidos por los que se presentan como supuesta alternativa al “caos” de este Gobierno, constituye el mejor caldo de cultivo para la más peligrosa forma de autoritarismo y dominación que hoy conocemos, la antipolítica, que es la forma bajo la que se esconden el pensamiento y la política más reaccionarias de la ultraderecha, que se extiende por todas partes como acabamos de ver en EEUU con la victoria de Trump. Es muy significativo, además, que Trump y Elon Musk, la crème de la crème de las élites estadunidenses, sean apoyados y tomados como paradigmas de buen gobierno por millones de personas para que lleven a cabo políticas en contra de los intereses de esas mismas personas.

Es sobre todo a esas élites a quienes interesa generar desconfianza generalizada sobre las instituciones democráticas a través de la desinformación y la mentira. Hablan de ocupación de las instituciones cuando son ellos quienes tienen controlado, “por la puerta de atrás”, – como ellos mismos dijeron - el poder judicial y el inmenso poder mediático que les pertenece, y los utilizan a su capricho para vaciar de contenido nuestro estado de derecho. Por todo eso, el 41ºCongreso del PSOE debe centrarse en las respuestas a los problemas reales de la gente, a las propuestas para avanzar en la real igualdad para toda la ciudadanía, en las políticas que permitan hacer frente con seguridad y certidumbre a los retos globales que tenemos ante nosotros. Pero también el Congreso debe dar una respuesta a esta “okupación” de la democracia y del estado de derecho por los enemigos de la democracia, apostando decididamente tanto por la libertad de expresión y el derecho a la información veraz con mecanismos sólidos y garantistas de transparencia de los medios y de las redes sociales, como por la profundización y consolidación de los mecanismos institucionales de la democracia.

El PSOE tiene, una vez más, la responsabilidad de defender la democracia, sentando las bases de un proyecto capaz de hacer frente a quienes pregonan el negacionismo científico, niegan la violencia machista y desprecian los derechos humanos de las personas que emigran a nuestros países huyendo de la miseria y del horror. No nos distraigamos: “p’alante” no, adelante.