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Pucherazo popular
Estos días ha saltado a la opinión pública que el Gobierno de la Junta de Andalucía organizó una consulta entre el personal médico del SAS para cambiar el nombre del antiguo Hospital Militar, Vigil de Quiñones. Lo anunció el propio Presidente Moreno Bonilla, en una de sus tantas inauguraciones, diciendo, además, que iba a encargar la consulta a una gran empresa tecnológica.
Dejando de lado que no existía en la ciudad ni entre el personal médico problema alguno con el nombre, se entiende muy poco lo qué ha sucedido después. La consulta efectivamente se realizó. Hubo que ampliar el plazo, eso sí, porque suscitó muy poco interés entre el personal médico, que imaginamos que está más preocupado por las listas de espera y o tras cuestiones. Finalmente, la consulta se hizo y el Hospital pasó a llamarse Muñoz Cariñanos , en recuerdo al médico militar asesinado por ETA en Sevilla en octubre de 2000.
La familia de Vigil de Quiñones solicitó los datos de la consulta vía Consejo de Transparencia y es así como hemos podido conocer todos los detalles: que además de la exigua participación, el nombre finalmente elegido fue el menos votado entre el personal médico, que prefirió por abrumadora mayoría que el hospital continuara con su antiguo nombre. El asunto se ha llevado por delante al número 2 de la Consejería de Salud, que dimitió tras autorizar el traslado de la información al Consejo de Transparencia.
El asunto, lejos de ser una anécdota, encierra tres elementos que son típicos de este gobierno. El primero, el desprecio por el dinero público, que se gasta igual para una consulta pública o para darle dinero a la Fundación de José Manuel Soto. El segundo, la falta de respeto por las más elementales reglas del procedimiento democrático. Se nos ha dicho que la consulta no era vinculante. Lo normal es que no lo sean, pero si se hace, es porque importa algo el resultado. Y tercero, la utilización partidista de las víctimas del terrorismo, como ya se hiciera con la firma del Convenio entre la Consejería de Desarrollo Educativo y la Fundación Villacisneros, para adoctrinar al alumnado andaluz.
Pero lo chusco del asunto, que tiene al propio Presidente de la Junta como protagonista, no puede tapar que hablamos de un hecho de suma gravedad. Se ha usado dinero público para externalizar una consulta que no sólo no era necesaria, sino que no tenía ningún sentido porque el nombre del hospital no planteaba problema alguno. Y encima, como el resultado no ha gustado, se ha hecho caso omiso de la opinión de los profesionales a los que se ha preguntado. Y el nombre elegido, el de una víctima de ETA, siguiendo la tónica general de utilizar el terrorismo de ETA, felizmente derrotado, para hacer seguidismo a Feijóo en su pelea contra Pedro Sánchez.
Vaya por delante que Muñoz Cariñanos merece todo nuestro reconocimiento y que su familia no merece el espectáculo lamentable al que estamos asistiendo. Como tampoco la merece la de Vigil de Quiñones. Unos y otros se han encontrado en medio de este lío, como protagonistas indeseados de este pucherazo popular.
Estos días ha saltado a la opinión pública que el Gobierno de la Junta de Andalucía organizó una consulta entre el personal médico del SAS para cambiar el nombre del antiguo Hospital Militar, Vigil de Quiñones. Lo anunció el propio Presidente Moreno Bonilla, en una de sus tantas inauguraciones, diciendo, además, que iba a encargar la consulta a una gran empresa tecnológica.
Dejando de lado que no existía en la ciudad ni entre el personal médico problema alguno con el nombre, se entiende muy poco lo qué ha sucedido después. La consulta efectivamente se realizó. Hubo que ampliar el plazo, eso sí, porque suscitó muy poco interés entre el personal médico, que imaginamos que está más preocupado por las listas de espera y o tras cuestiones. Finalmente, la consulta se hizo y el Hospital pasó a llamarse Muñoz Cariñanos , en recuerdo al médico militar asesinado por ETA en Sevilla en octubre de 2000.