En Abierto es un espacio para voces universitarias, políticas, asociativas, ciudadanas, cooperativas... Un espacio para el debate, para la argumentación y para la reflexión. Porque en tiempos de cambios es necesario estar atento y escuchar. Y lo queremos hacer con el “micrófono” en abierto.
Para la reconstrucción: un ‘Green Deal’ democrático, internacional y local
Un corredor de relevos, que da el máximo en su parte y entrega el testigo al siguiente, a la siguiente generación. Así definía Obama, en una reciente entrevista, su etapa como presidente de los Estados Unidos, reconociendo que ni tan siquiera desde ese puesto se logra cambiar el mundo como se quisiera. Una buena lección de humildad y de estrategia: centrarnos en nuestro pequeño rincón del mundo donde tenemos verdadera capacidad de influencia y acción, compartiendo aprendizajes y recursos con otros lugares y gentes, representa nuestra mejor oportunidad para salir de esta encrucijada y levantar algo mejor. Programas de reconstrucción post-pandemia como el ‘EU Green Deal’ -Pacto Verde Europeo- deben apostar por ese camino: el de la economía local vibrante, la cooperación internacional entre iguales y la democracia directa para garantizar la justicia social.
A nivel personal, me veo reflejado en este viaje también. Las ganas y el idealismo de los comienzos como emprendedor social, allá por 2008 coincidiendo con la primera campaña de Obama, se han convertido en inteligencia estratégica, idealismo práctico, una buena dosis de humildad, y las mismas ganas de siempre. Ahora sé, inspirado por visionarias y anónimos, que mi más interesante contribución yace en mi ámbito cercano, trabajando con personas afines, codo a codo, por el mismo fin. Cambiando juntas nuestro barrio o ciudad, cambiándonos y disfrutando de ello.
2020: vaya año, pero...
Partamos no obstante del estado global de la cuestión para trazar el horizonte: la semana pasada la Organización Meteorológica Mundial publicaba el informe tentativo sobre el estado del clima en 2020: este año va a estar entre los tres más cálidos, con los seis más calurosos siendo precisamente los últimos seis. A este ritmo, existe un 20% de posibilidades de que en 2024 superemos los 1,5°C de calentamiento global que el Acuerdo de París establecía como límite “seguro”. Las políticas que nos permitan permanecer por debajo del mismo se debían poner en marcha en 2020. Y entre tanto llegó la pandemia, que nos fuerza y brinda la ocasión de empezar de cero prácticamente. La reconstrucción, a diferencia de 2008 y de las subvenciones a los combustibles fósiles que sigue promoviendo el G20, debe de estar a la altura del momento. Hagamos que lo esté.
Lo sabemos, pandemia y crisis climática tienen su origen en la destrucción de los ecosistemas causada por nuestro desarrollo depredador. La causa es común y eso esboza también la solución sistémica requerida. Más importante si cabe, como hemos aprendido dolorosamente: el coste de doblegar la pandemia asciende a un valor monetario desorbitado y humano incalculable. Basta trasladar el cuento al clima, para el que no hay cura ni vacuna: el coste de la adaptación es varios órdenes de magnitud superior al de la prevención, es decir la reducción de emisiones contaminantes aquí y ahora.
La Economía de la Vida
Seamos valientes, dibujemos una nueva normalidad que no propicie otra pandemia, que no altere más el clima, que valore y proteja la vida. Largo tiempo lo llevaba proponiendo el economista francés Jacques Attali, hasta que ha empezado a resonar con fuerza: debemos reorientar nuestras prioridades en torno a los bienes esenciales de la salud, alimentación, energía, información y educación. Por descarte nos daremos cuenta que sobran coches, Iphones, redes 5G, químicos, plásticos y viajes de lujo. Comprenderemos que invertir en salud es también evitar pandemias y frenar la crisis climática, como sostiene un nuevo estudio de ‘The Lancet’. Es la Economía de la Vida, como siempre debía haber sido.
Democracia directa para cambiarlo todo
Del otro lado del atlántico, otra importante lección ha llegado: 74 millones de norteamericanos han votado por un negacionista del cambio climático, la ciencia y la pandemia. 74 millones de personas han votado en contra de su propia salud y futuro. Y sabemos, por desgracia, que no es un caso aislado, es un síntoma más de una decadencia anunciada: el de las democracias representativas (neo)liberales, a años luz de los retos actuales. Retos como el de la perdida masiva de especies: según anunciaba la ONU en septiembre, no hemos cumplido ninguna de las metas a 2020 de protección de la biodiversidad, nuestro garante. Y sin embargo tengo esperanza, hay alternativa.
Sí, la hay, y parte de una forma de erigir lo nuevo radicalmente diferente: a trozos, por consenso, con imaginación, desde cada comunidad a escala humana, unidas en diversidad y por solidaridad. Es la democracia real y de simple tiene poco, pero avanzar a su encuentro debemos. En Francia, en junio pasado la Convención Ciudadana por el Clima (150 ciudadanos elegidos por sorteo y asesorados por un consejo científico) recomendaron al gobierno la adopción de un paquete de 149 medias (146 apoyadas) para propulsar decididamente la acción y justicia climática. Son las asambleas ciudadanas por el clima, democracia directa para proteger y expandir el común, que también resuenan en Suecia o Reino Unido. En nuestro país se anunciaron en la declaración de emergencia climática estatal en enero. Ahora ya tienen partida presupuestaria a todos los niveles. Reaprendamos a reflexionar y deliberar en colectivo, desde el respeto, inclusión y horizontalidad.
Volviendo a la asamblea francesa, entre sus medidas quiero destacar una que ningún gobierno ni medio de comunicación tradicional tendría el valor de plantear siquiera, y sin embargo toca de lleno el meollo de la cuestión: regulación estricta de la publicidad de productos contaminantes y de incitación al consumismo. Me encanta la reciente campaña que promueve apagar las pantallas publicitarias para dejarnos ver las estrellas. ¡Eso es! Tenemos que volver a vislumbrar el cielo estrellado, a soñar en grande, a aburrirnos incluso, porque de esos ratos saldrán las descabelladas ideas que lo cambiarán todo.
Economía local, sabemos hacerlo
Hablemos ahora de soluciones a nuestro alcance: de economía local y humana. Hace unos días la propia dirección del New York Times instaba a ayudar, con políticas públicas concretas, a los maltrechos pequeños negocios de Nueva York (podrían cerrar un tercio ni más ni menos), como ellos han ayudado a soportar la pandemia, y porque son el alma y corazón de la ciudad, proporcionando hasta 1,3 millones de empleos, especialmente entre la población más vulnerable. Incluso el propio Gobierno Francés se ha dado cuenta de que la globalización, con las multinacionales deslocalizando la producción en busca de los salarios y protecciones ambientales más bajas, no trae más que desempleo, desigualdad y deterioro.
De fondo el sospechoso habitual: el modelo de economía globalizada y crecentista que concentra la riqueza en pocas manos, empobreciendo al resto y al entorno. Yayo Herrero apuntala la mentira del capitalismo verde con los últimos informes que demuestran la imposibilidad de crecer infinitamente el PIB en un planeta finito, ni con la mejor y más eficiente tecnología. No, PIB no es progreso. Las guerras, vertidos y tabaco suman en esa métrica. No, crecer el PIB no es la única ni mejor manera de generar empleo, ni de reducir las desigualdades. Al contrario, podemos vivir bien todos con un consumo bastante menor en occidente, repartiendo el trabajo (jornada laboral de 4 días) y la riqueza (renta básica universal), y centrándonos en la calidad de vida: educación, sanidad, cuidados, relaciones sociales, deporte, cultura y arte.
En dicha senda del bienestar compartido, existe una brújula sencilla: la vuelta a lo local. Así, la ola de la localización llega ya también a nuestro país, con múltiples iniciativas municipales de apoyo al comercio local en respuesta a la devastación pandémica: hasta el 20% de pequeños negocios podrían cerrar este año. PYMES, las de tu pueblo y mi barrio, que generan el 66% del empleo.
No acaba aquí la historia. La pandemia ha puesto en evidencia con apabullante nitidez las vulnerabilidades de las economías más dependientes del comercio global: países enteros se encuentran de repente sin alternativa debido a sus modelos económicos poco diversificados y demasiado globalizados. En España, entre turismo, construcción, automoción y comercio alcanzan el 40% del PIB y 7 millones de empleos, muchos ahora en la cuerda floja o en el hoyo.
Una publicación reciente del Observatorio de la Sostenibilidad alienta a una transición ecológica, justa, rápida y ambiciosa de la economía española, aplicando correctamente el Pacto Verde Europeo para diversificar mediante yacimientos verdes con capacidad de crear hasta 1,3 millones de empleos en un año: eficiencia y rehabilitación energética, renovables (distribuidas y democráticas), transporte y movilidad, agricultura y ganadería, gestión forestal y del agua.
Localizar, diversificar, cooperar
Satisfacer las necesidades básicas como la alimentación, energía, vivienda o sanidad dentro del propio bioterritorio. Cooperar en fraternidad con territorios vecinos tanto en emergencias, como para intercambiar conocimientos y estrategias de transformación, y enriquecernos culturalmente. Es la globalización de la localización, como propone Helena Norberg-Hodge en su último libro ‘El Futuro es Local’. Fundamentada en unos elegantes principios sintetizados por Michael Shuman: lugar, regeneración, conectividad, diversificación, propiedad, cultura, innovación, reinversión, equidad y democracia. Y con unos amplios beneficios documentados durante décadas por Helena y su equipo de Local Futures: inclusión, soberanía, (bio)diversidad, resiliencia, comunidad y felicidad.
Y renaturalizar y ruralizar
Añadir otra gran palanca de acción: las soluciones basadas en la naturaleza, definidas en el reciente estándar global de la UICN. Como vimos en el confinamiento, la naturaleza se recupera y retoma el terreno perdido rápidamente, limpiando de contaminación nuestras ciudades por ejemplo. Dejémonos de hiper-tecnología sin probar, e imitemos a la sabia Madre Tierra que lo lleva haciendo millones de años. Localizar, diversificar, renaturalizar, ruralizar y cooperar, he aquí la fórmula.
Green Deal para todos, inspiración y ¡acción!
Estas ideas están calando en propuestas alternativas como el ‘Green Deal Internacional’ lanzado a finales de 2018 por “Progressive International”, una alianza impulsada por referentes como Bernie Sanders, Yanis Varoufakis, Ada Colau, Alexandria Ocasio-Costez, Naomi Klein o Bill Mckibben. En el ámbito municipal se abre la ventana de oportunidad esperada: representantes políticos y sociedad civil estamos comprendiendo al fin que incentivando la producción y consumo local, facilitando la labor de los pequeños comercios, e integrando soluciones naturales, creamos empleo, equidad y resiliencia frente a ‘shocks’ globales como crisis pandémicas y climáticas. Valgan unos buenos comienzos: ‘Yo Compro En Fuengirola’, ‘Porque Todos Somos Asturias’, Todos Tus Libros (plataforma online entre más de 800 librerías), el anillo verde de Granada, la supermanzana de Barcelona, la renaturalización del Manzanares en Madrid, o la red de economía local que tramamos en Málaga .... Que no se quede en proyectos, que emerjan estrategias de desarrollo económico, justicia social y protección ambiental a largo plazo. Con visión y compromiso, tomemos la oportunidad de la transformación.
Sobre este blog
En Abierto es un espacio para voces universitarias, políticas, asociativas, ciudadanas, cooperativas... Un espacio para el debate, para la argumentación y para la reflexión. Porque en tiempos de cambios es necesario estar atento y escuchar. Y lo queremos hacer con el “micrófono” en abierto.
0