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En Abierto es un espacio para voces universitarias, políticas, asociativas, ciudadanas, cooperativas... Un espacio para el debate, para la argumentación y para la reflexión. Porque en tiempos de cambios es necesario estar atento y escuchar. Y lo queremos hacer con el “micrófono” en abierto.

La Revolución del Deseo

Movilización celebrada en Málaga el pasado 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente
16 de junio de 2021 20:13 h

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“Quiero vivir, quiero gritar, quiero sentir, el universo sobre mí, quiero correr en libertad, quiero encontrar mi sitio”, cantaba una tal Amaral. La pandemia me ha recordado lo que verdaderamente importa (compartir la vida) y lo que realmente quiero (vivirla a pleno pulmón). No sé tú pero yo he salido de las restricciones volviendo a la adolescencia. Ha regresado a mí el niño que nunca se fue. Me corre de nuevo la sangre por las venas, a borbotones. Oliendo el monte tras la lluvia, tocando la piel de otra persona, cantando a grito pelao en la ducha, bailando con amigos en la playa, escuchando flamenquito en Rancho Limón, alzando juntas las manos por el Planeta el 5J (Día Mundial del Medio Ambiente). Quizás sea ese el camino al nuevo mundo: el disfrute.

El “artivismo” mola

Lo veo en muchas caras, lo noto en tantas miradas. Cuando salimos a la calle en movilizaciones sociales festivas, si bien reivindicativas, el público observador se sorprende. ¿Cómo es posible divertirse mientras se demanda el fin de una injusticia? Genera curiosidad. No se entiende del todo, pero fascina de alguna manera. Intentaré explicarlo desde mi vivencia: la alegría de compartir algo tan verdadero como la lucha por la justicia social y la supervivencia de la humanidad, une. La adrenalina de ser miles ocupando el espacio público, emociona. Y sobre todo, el buen rollo de hacerlo con arte y desparpajo, desnuda. Te unes a tus compas, os emocionáis, te transforma, os alegra la existencia.

“No nos mires, únete”, lo decimos en serio, porque te lo vas a pasar como nunca. Quizás tendríamos que decir la frase entera. Quizás deberíamos contar que después nos vamos de cañas. Sí, es una forma de vida. Espectacularmente alegre. El 15M dibujó un arcoíris en mi vida. Cual píldora roja de Matrix, me sacó del falso individualismo y del hastío del camino recto. Me trajo la posibilidad de lo colectivo, las creativas curvas de la improvisación.

La alegría de compartir algo tan verdadero como la lucha por la justicia social y la supervivencia de la humanidad, une

Mis momentazos en Málaga: por la Invi, el clima y las bicis

La mani para salvar “La Invi” en julio del 18 fue una explosión de júbilo procomún. Minutos antes aún sin saber si el apoyo iba a seguir ahí tras innumerables batallas previas y ¡bum¡ 6.000 bellas personas abarrotando Calle Nosquera, gigantes globos de colores pasando por las manos, conciertos musicales sobre ruedas, pancartas esplendorosas y bailoteos sudorosos. Con las superheroínas abriendo brecha con valentía y unas consignas tan punzantes como tronchantes. Y ahí siguen, levantando la legendaria Casa Invisible contra viento y marea, con un crowdfunding para renovar el edificio y revivir la cultura libre malagueña. Gente como ninguna que conocí: Las Invisibles. Valga siempre mi eterno homenaje de agradecimiento.

Un verano después, en septiembre del 19, la “Generación Greta” propulsó la mayor Huelga Mundial por el Clima jamás conocida. Tras toda una semana de actividades de sensibilización y activación en mar, calles y universidades, el jueves en la asamblea de Plaza Constitución, se anticipaba ya el desborde en ciernes, del 27 de septiembre viernes. 8 millones recorrimos el globo. 10,000 niños, madres y yayoflautas en Málaga. De vuelta en la Plaza, sobre un escenario casual, celebramos. Miras al cielo, al gentío ilusionado, te abrazas con la gente y lloras. De felicidad.

14 de febrero de este 21, en lo duro de la pandemia invernal, 8.000 bicis de todos los tamaños y usos reclamando festivamente una ciudad más amigable y segura para peatones y ciclistas, más saludable para todas, y sobre todo y como siempre, el derecho a decidir sobre lo que nos importa. Las ciudades modernas como Barcelona, París, Berlín o Lisboa han aprovechado la pandemia para dar un vuelco hacia la movilidad sostenible, quitando parte del descomunal espacio ocupado a los vehículos de combustión que literalmente nos matan con su contaminación y cambio climático. Que Málaga no sea la retrograda excepción. Un poquito de visión por favor, queridos políticos. Imaginen las posibilidades de todo ese espacio público para zonas verdes, recreo infantil y ocio juvenil, florecientes pequeños comercios, música en directo y cultura libre. Vean el ejemplo de las supermanzanas y ejes verdes de Barna o las incipientes de Valencia. Eso, eso es lo que queremos. Espacio para jugar, bailar y respirar.

Barcelona, París, Berlín o Lisboa han aprovechado la pandemia para dar un vuelco hacia la movilidad sostenible [...] Que Málaga no sea la retrograda excepción

¿De quién es la ciudad?

Sí. Pedazo de “bicifa” nos marcamos (digno de mención el liderazgo de Ruedas Redondas). Una auténtica fiesta en bici. No obstante, además del aspecto lúdico-social, me interesa especialmente la dimensión del derecho a la ciudad. ¿De quién es la ciudad? ¿De quién? ¿De los conductores que van de las zonas residenciales al centro en su vehículo privado? ¿De las personas que utilizan la bici o el autobús como medio de transporte? ¿De las que respiramos su aire? ¿De los niños que heredarán un clima inhabitable a este ritmo? Va a ser que es de todas, pero no todas decidimos parece ser.

Cuando así sucede, no queda otra que tomar las calles y alzar la voz. Una y otra vez se demuestra que la democracia no está ganada, que no es un derecho que por nacer se torne en hecho. No, hay que exigirla, lucharla, ganársela cada día. Si no el capital la erosiona y te la quita. En Málaga, tras años de promesas políticas vacías, solo las históricas protestas recientes se han materializado en la Mesa de la Bicicleta. Ahí donde nos sentamos todos los actores a decidir sobre movilidad y mucho más. Y así siempre, las iniciativas de democracia directa que reclamamos sólo suceden como resultado de amplias movilizaciones sociales. El proceso constituyente de Islandia tras la sacudida ciudadana post-crisis del 2008, el actual proceso constituyente en Chile tras las revueltas del 19, las asambleas por el clima de Francia, Reino Unido o España tras las huelgas escolares de Fridays for Future o la toma de puentes de Extinction Rebellion. Al cielo sólo se llega por asalto, decían. Sí, puede ser, pero quizás haya un atajo: el arte.

Bailando la Rebelión

Diciembre del 19. Madrid. 25ª Cumbre del Clima de las Naciones Unidas. En el metro, entre la Cumbre en IFEMA y la manifestación en Atocha, me lancé a hacer algo que llevaba tiempo deseando: robarles un minutito de su trayecto a pasajeros anónimos para rogarles que vinieran a la gran mani. Por sus hijas. Varios me preguntaron más detalles. Subidón. Y 500.000 personas de todo el mundo atravesamos el Paseo de la Castellana. Recorriendo la serpiente de la diversidad, me encontré con compis de antes, de ahora y de siempre y corrimos hacia Greta. ¡Qué noche! Con los Rebeldes Rojos (el fuego) canté; con las Rebeldes Azules (el mar) bailé. El “discobedience” en Nuevos Ministerios. El “Staying Alive” en la Gran Vía. La música nos hará libres.

De vuelta a mi Málaga, hace 10 días, el 5 de Junio (Día Mundial del Medio Ambiente), la energía y buena vibra de un grupito de nuevas activistas nos ha permitido recuperar el espíritu de la unión por lo común. De nuevo, la herramienta del arte como imán y pegamento. Manos de verde pintadas, bien arriba para elevarnos sobre el mundanal ruido de Calle Larios, bien abajo para dejar huella ecológica a la posteridad. Grito mudo como exclamación. Y con una buena batucada volvimos a bailar las calles de nuevo, tras año y yo que sé cuánto de pandemia. Qué pasada.  

Y este verano…

Dicen que dicen que vuelven las utopías para salvarnos. Nunca se fueron. Lo que vuelve ahora, tras esta época dura, son las ganas de pasarlo bien dándoles forma. Las ganas de bailar, cantar, reír, sentir el viento, volar juntos. El mundo viejo, el de todo por la pasta, el de sálvese quien pueda, es triste y muere. El mundo nuevo, el de las comunidades que se cuidan, el de las canciones color esperanza, es alegre y vive.

Llega el verano, y con él los orgasmos del gazpacho andaluz y la fruta mediterránea. Vuelven los festivales y los otros orgasmos. Y entre unos y otros, las Perseidas de Agosto y las playas de Cádiz, soñaremos la Málaga que queremos. Y el Mundo. El viernes 25 de junio, en un oasis de humanidad y ecología llamado Rancho Limón, colectivos sociales y personas aún más sociales co-crearemos un ágora ciudadana para una transición justa, saborearemos manjares del

Guadalhorce con Verde Quimera y la Niña de las Hamburguesas, y fliparemos musicalmente con Cadipsonians y Pablo el Fugitivo. Tiempo de celebrar estar entre los vivos, como decía Mecano. Tiempo de la Revolución del Deseo. ¿Bailas?

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