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Sobre la salida de España de la Unión Europea
El análisis de lo que ha supuesto el euro y las políticas neoliberales de la UE para los trabajadores y trabajadoras se puede resumir en una frase que me comentaba un camarada de cierta edad de uno de los pueblos rojos de Andalucía: “Compañero, han conseguido pagarnos en pesetas y cobrarnos en euros”. No hay mejor forma de resumir la situación de precariedad laboral y pérdida de derechos de los trabajadores como consecuencia de la privatización de servicios que eran públicos que a través del saber popular y la ironía típica del lenguaje de la gente de abajo.
Hace apenas un año, en la primera fase del XX Congreso del PCE, los y las comunistas españoles fuimos capaces de poner sobre la mesa el debate sobre Europa del que adolecíamos la mayoría de las organizaciones de izquierda del continente. Tomar una posición urgía ante los acontecimientos que se están viviendo en estos momentos históricos, y después de una larga y tensa discusión, el intelecto colectivo aprobó nuestra apuesta por la salida del euro y de la Unión Europea, como único camino viable para escapar de la situación en la que nos encontramos.
Desde mi punto de vista, el concepto de ruptura democrática, ampliamente aceptado en el ámbito de la izquierda, requiere romper no solamente con las estructuras de poder del Régimen del 78, sino también, con la UE con el objetivo de poner la riqueza al servicio de los pueblos. Los últimos conflictos laborales como el de los estibadores o los taxistas así lo evidencian. Otro ejemplo: se negocia en una subcomisión la posibilidad de alcanzar un pacto educativo entre los distintos partidos, sin embargo, Rajoy tiene comprometido con la Comisión Europea seguir reduciendo el peso de la educación sobre el PIB en el marco del programa de estabilidad, elemento que hace inviable la posibilidad de un acuerdo amplio con la comunidad educativa que durante estos años se ha movilizado contra los recortes y la privatización.
Nada más conocerse el acuerdo en el Congreso del PCE, algunos medios publicaron artículos sobre este hecho, dando a entender que “los socios de Iglesias” estábamos dispuestos a dejar a España aislada del mundo con propuestas análogas a la de la extrema derecha. Pero no es así, a pesar de que el sistema ha hecho bien su trabajo, haciéndonos creer –también a muchos de los nuestros-, que la UE es algo incuestionable, y ocultando los verdaderos motivos que dieron vida y mantienen a esta estructura supranacional, sin la que parece que no podríamos vivir. En el imaginario colectivo del pueblo se relaciona Europa con bienestar y progreso, de hecho, es uno de los elementos que se suele usar contra los independentistas catalanes “Vais a dejar a Cataluña fuera de la UE”.
Sin embargo no podemos olvidar que la Unión Europea no es más que la expresión económica y política de un bloque imperialista propiamente europeo, con centro, periferia y bloque de influencia propia. Así, la razón de la UE no es otra que facilitar el ejercicio de poder capitalista en la parte de Europa que engloba, hacia dentro (contra los pueblos del continente), y hacia afuera (frente a cualesquiera otros actores globales) Así, por mucho que nos hayan vendido una Europa unida en base a hermosos valores como la libertad, la igualdad o la paz, la realidad es que esa libertad que se ideó, desde un principio estaba pensada más en el capital que en las personas.
Para que el pueblo español recupere su soberanía frente al capital no es posible entonces intentar reformar unas instituciones que nacieron con esos objetivos. La UE es irreformable y el euro el instrumento de dominio sobre los estados. España es un país periférico, y como tal, nuestra clase trabajadora está sometida tanto al gran capital europeo (a través de la UE) como al capital español (por el régimen del 78), con lo que si no nos libramos de ambas ataduras, no habrá proceso de transformación social y político real. Una transformación que cada vez se está demostrando más necesaria a tenor de la pauperización de las condiciones de vida de una clase trabajadora que está dispuesta a escuchar mensajes rupturistas frente a un sistema que les está arrebatando lo que siglos de luchas costaron conseguir. El proceso de terciarización de la economía junto a la destrucción del tejido industrial ha estado pilotado por la UE con la complicidad del capital nacional, cuya expresión política ha sido el PP y el PSOE, y ahora también Ciudadanos.
La tesis de que la UE va a caer sola, además de incierta, nos convidaría a no hacer nada. Y esa no puede ser nuestra tarea, ya que como comunistas deberíamos trabajar De forma activa por la salida de la UE. Esto no significa romper barreras ni aislarnos del mundo, sino recuperar competencias y tener herramientas para llevar a cabo un proceso constituyente que nos permita transformar nuestra sociedad en aras de los intereses de la clase trabajadora y del pueblo. Seamos rigurosos, el Pan, Trabajo, Techo e Igualdad que miles de personas hemos reivindicado el 27 M bajo el paraguas unitario de las Marchas de la Dignidad no es viable en el marco de los tratados de la UE. Miren a Grecia. Incluso Mélenchon en Francia hablaba de en primera instancia reformar la UE y, posteriormente, romper en caso de ser inviable. Máxime en un mundo multipolar donde España tiene una posición geográfica estratégica para interactuar con el norte de África, Latinoamérica o Europa, y no ver sometida a terceros sus relaciones con países como China o Rusia.
Por ello, y porque sólo recuperando nuestra soberanía sin injerencias del capital extranjero podremos llevar a cabo la revolución democrática que necesita este país, creo que tenemos que empezar a ser claros en este discurso para preparar a la gente para lo que se avecina. El camino no será fácil, pero no podemos rendirnos por ello, ya que no podemos permitirnos hacer concesiones al enemigo que tenemos enfrente. Tampoco será fácil romper con la OTAN o avanzar hacia el socialismo. Sin embargo, el futuro de la humanidad y del mundo libre depende de la lucha de los pueblos contra los poderosos opresores.
Miguel Ángel Bustamante, diputado por Sevilla en el Congreso de Unidos Podemos.
El análisis de lo que ha supuesto el euro y las políticas neoliberales de la UE para los trabajadores y trabajadoras se puede resumir en una frase que me comentaba un camarada de cierta edad de uno de los pueblos rojos de Andalucía: “Compañero, han conseguido pagarnos en pesetas y cobrarnos en euros”. No hay mejor forma de resumir la situación de precariedad laboral y pérdida de derechos de los trabajadores como consecuencia de la privatización de servicios que eran públicos que a través del saber popular y la ironía típica del lenguaje de la gente de abajo.
Hace apenas un año, en la primera fase del XX Congreso del PCE, los y las comunistas españoles fuimos capaces de poner sobre la mesa el debate sobre Europa del que adolecíamos la mayoría de las organizaciones de izquierda del continente. Tomar una posición urgía ante los acontecimientos que se están viviendo en estos momentos históricos, y después de una larga y tensa discusión, el intelecto colectivo aprobó nuestra apuesta por la salida del euro y de la Unión Europea, como único camino viable para escapar de la situación en la que nos encontramos.