Sherpa, ¡qué pena!

Vocalista de Reincidentes —
31 de julio de 2021 20:42 h

0

Señor José Luis Campuzano, alias Sherpa, en primer lugar me presento. Me llamo Fernando Madina y soy bajista y vocalista de la banda sevillana Reincidentes, con 35 años de actividad ininterrumpida y 20 discos a nuestras espaldas. Por cosas de esta vida, también soy licenciado en Historia Moderna y Contemporánea por la Universidad de Sevilla, así como locutor de radio y audiolibros. También soy firmante del Manifiesto ‘Rock contra el fascismo’, presentado hace poco en Madrid y firmado por más de 1.300 bandas de rock, desde elementos de primera línea hasta grupos noveles. En este colectivo hay quien llama al boicot a su concierto a celebrar próximamente en Madrid.

Y es que con una mezcla de sorpresa y estupor he tenido la oportunidad de leer entrevistas y tuits suyos que me han causado una tristeza tremenda, haciéndome replantear mi antigua pleitesía hacia su hacer musical, y preguntándome si usted ya era así, o alguien lo ha convertido en lo que es hoy.

Antes de entrar en materia, decirle que nací en Venezuela y la mitad de mi familia es de allá. Y me parece ya cansino y ridículo que tanta gente que carece de análisis inteligentes para los hechos que cada día acontecen en este país, acuda a Venezuela (cuando no al partido político Podemos) sin saber la mayoría ni dónde está en el mapa, ni su devenir político anterior a la primera victoria electoral de Hugo Chávez. Pero le quiero comentar algunas lindezas, que entre exabruptos, mentiras y demagogia, he logrado extraer de sus redes y entrevistas concedidas refiriéndose al citado colectivo ‘Rock contra el fascismo’, que llama al boicot a su concierto por su defensa de actitudes homófobas, retrógradas y autoritarias.

Sé ver perfectamente los errores de la puesta en práctica de una ideología que trajo más esperanza que realidades, que se han cometido atrocidades en su nombre, pero que también se han conseguido avances sociales innegables gracias a ella

“Son comunistas de la hoz y el Martini, que cuando llegan a casa su mamá les tiene la mesa puesta”. Señor Sherpa, tengo 54 años y dos hijos a los cuales les hago la comida cuando están en casa, sé ver perfectamente los errores de la puesta en práctica de una ideología que trajo más esperanza que realidades, que se han cometido atrocidades en su nombre, pero que también se han conseguido avances sociales innegables gracias a ella. Y odio el Martini, por cierto…

En otra ocasión insulta usted al vocalista del grupo de heavy metal Lujuria, Óscar Sancho, y al periodista musical, uno de los mejores, Mariano Muniesa, llamándole al primero “grupillo de tercera” (nunca había visto tal salida de tono de un músico hacia otro en este país) y al segundo “escritorcillo del rock” (cuando resulta que es uno de los más formados y respetuosos con las bandas de aquí). Nos llama usted talibanes. Tenga usted por seguro que si fuéramos talibanes esto no sería una carta sino una bomba.

“El comunismo está prohibido en la mayor parte del mundo civilizado”. Señor Sherpa, en Estados Unidos, Australia y toda Europa occidental hay partidos comunistas, y usted lo debería saber porque por su profesión, que también es la mía, lleva suficiente carretera, aviones, conocimiento de gentes diferentes y conciertos en muchos países como para darse cuenta de las distintas realidades que nos rodean en este planeta tan variado. De Latinoamérica, Asia o África no hablo, no vaya a ser que para usted “no sean civilizados”.

Sobre su chascarrillo sobre “un tío que se hace mujer de un día para otro, y que participando en unos Juegos Olímpicos en bikini a lo mejor se le salía un huevo”, comentarle que tengo un hijo transexual que no eligió ser chico “de un día para otro”, sino que tomó una decisión muy meditada y valiente, ya que sentía vivir en un cuerpo que no le correspondía, tras años de protocolos médicos y psicológicos. Como chascarrillo le aseguro que es de un mal gusto y de una falta de respeto monumental, más digno de un paleto que de un rockero con solera como es usted.

Sobre su famoso tuit donde llama a bombardear sólo cayucos (como si destruyendo barquitos fuéramos a arreglar algo), se lanza usted contra la inmigración diciendo: “¡Una mierda! Son tipos hechos y derechos bien vestidos y bien alimentados que vienen aquí como una quinta columna”. Señor Sherpa, usted no es un ignorante, o eso me parecía. Para arreglar este problema, en vez de criminalizar al hambre y a la desesperación, creo que la gente que hemos nacido por suerte en la parte rica del mundo deberíamos poner nuestro granito de arena para que en los países donde se origina la inmigración puedan vivir con más paz, justicia e igualdad de oportunidades, para que no vean Europa como una panacea con respecto a su tierra.

Para arreglar problema de la inmigración, en vez de criminalizar al hambre y a la desesperación, creo que la gente que hemos nacido por suerte en la parte rica del mundo deberíamos poner nuestro granito de arena

“Tendremos que irnos a Hungría o a Polonia, que son los únicos que se están resistiendo al nuevo orden mundial”. Aquí ya mi grado de estupefacción llega al clímax. El señor Sherpa reivindicando a los dos países de Europa que más secuestrada tiene a su judicatura, donde la Iglesia tiene más influencia en estados supuestamente laicos, donde más se ataca a la libertad de prensa, países que claramente tienen a sus respectivas democracias en entredicho… y no lo digo yo, lo dice toda Europa. ¿No hubiera sido más inteligente poner de modelo a Dinamarca o Finlandia, por poner dos ejemplos?

Despidiéndome ya de usted, sólo deseo que para su concierto en Madrid esté usted vacunado, que ya se sabe que su posición con la vacuna no es muy distinta de la de Miguel Bosé o Victoria Abril. Para evitar posibles contagios le recomendaría que hiciera realidad lo que señala en una reciente entrevista: “Estoy pensando en hacer una fila cero para los que no puedan asistir, para que se vea que esta gentuza es una minoría de gente frustrada y envidiosa”. Personalmente no le tengo envidia alguna y mi mayor frustración como músico sería que mis padres (que aun viven) o mis hijos leyeran sus  entrevistas y me preguntaran: “Oye, Fernando, ¿los rockeros sois gente trabajadora o todos sois igual de estúpidos?”.