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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Sospecha cooperativa

Sergio Pascual

Miembro del Consejo Ciudadano de Podemos, colabora con CELAG —

Dice Ábalos que la composición del Gobierno depende de la “confianza” y “empatía” de los ministros con el Presidente de Gobierno. Ese es el criterio fundamental, efectivamente, para la composición de equipos por cooptación. En realidad, toca reconocerlo, es el criterio y el método que cimenta las estructuras partidarias en nuestro país, estructuras conformadas en la inmensa mayoría de los casos por “confianza y empatía” con el líder. No es de extrañar por tanto que Ábalos exprese y pretenda hacer lo que sabe: cooptar un equipo de Gobierno por “confianza y empatía”.

El problema es que los tiempos han cambiado y pareciera que en nuestro sistema de partidos el cambio de ingredientes ha hecho cambiar los menús pero no las recetas. Las lógicas estrictamente competitivas de siempre, la confrontación y el winner catch all no encajan con el escenario que han servido los ciudadanos.

Y es que nuestros partidos políticos tienen una caja de herramientas muy estrecha para relacionarse entre sí. Realimentados por sus propios hooligangs y una dinámica mediática que aúpa a los maestros del histrionismo y el espectáculo, la lógica intra e interpartidista sigue siendo la de vencer o morir, la del “o gobierna el PSOE o gobierna el PSOE”, demostrando una manifiesta incapacidad para desarrollar mecanismos de agregación de intereses, estructuras de distribución de competencias y arquitecturas conformadas por contrapesos que eviten la extrema volatilidad de estas organizaciones sociales -eso son los partidos- y su ecosistema de relaciones mutuas.

Éstos, los partidos, y por mímesis las instituciones que regentan, se acaban comportando a la postre tan rudimentariamente como las “jefaturas”, un tipo de organización sociopolítica  muy estudiada en antropología política y que se caracteriza por no tener órganos compuestos funcionales de decisión, por sus dirigencias carismáticas, por basarse en relaciones interparentales (confianza y empatía…) y porque esta frágil unidad política puede dividirse por fisión en cualquier momento…. ¿Les suena de algo?

Sin embargo, en el mundo exterior, en nuestras comunidades, entre empresas, en las parejas, entre amigos y en las familias opera un universo mucho más amplio de métodos exitosos para superar problemas del tipo dilema del prisionero, la gallina o amigo/enemigo.

Probablemente sean Luhman, Gambetta y Mutti quienes con más acierto han tipificado ese heterogéneo archipiélago de actitudes que los seres humanos desplegamos en un mundo de creciente complejidad. Desde la confianza densa de las relaciones interpersonales a la sospecha cooperativa. 

Es el último de estos autores, Antonio Mutti, el que decía que la confianza está a caballo entre la esperanza (como una fe sin evidencias) y la certeza (como una evidencia que no precisa fe). El 28 de abril 17,5 millones de ciudadanos dijeron que no tenían ni esperanzas ni certezas en las políticas del PSOE.

Desconozco qué formula presenta más virtudes y menos riesgos para desarrollar e implementar un futuro de políticas a la altura de los retos sociales, económicos y políticos de nuestro país, si un gobierno de coalición o un acuerdo de legislatura, pero lo que si sé es que llegados a este punto harían bien Ábalos -y Sánchez- en no desdeñar a los 3,7 millones de españoles y españolas que nos instalamos en la sospecha cooperativa, en una actitud colaborativa, pero que no excluye la vigilancia permanente. A fin de cuentas, por qué no reconocerlo, toda precaución es poca, pero de lo que no cabe duda es de que es a ellos a los que corresponde la enorme responsabilidad de propiciar acuerdos.

Dice Ábalos que la composición del Gobierno depende de la “confianza” y “empatía” de los ministros con el Presidente de Gobierno. Ese es el criterio fundamental, efectivamente, para la composición de equipos por cooptación. En realidad, toca reconocerlo, es el criterio y el método que cimenta las estructuras partidarias en nuestro país, estructuras conformadas en la inmensa mayoría de los casos por “confianza y empatía” con el líder. No es de extrañar por tanto que Ábalos exprese y pretenda hacer lo que sabe: cooptar un equipo de Gobierno por “confianza y empatía”.

El problema es que los tiempos han cambiado y pareciera que en nuestro sistema de partidos el cambio de ingredientes ha hecho cambiar los menús pero no las recetas. Las lógicas estrictamente competitivas de siempre, la confrontación y el winner catch all no encajan con el escenario que han servido los ciudadanos.