En Abierto es un espacio para voces universitarias, políticas, asociativas, ciudadanas, cooperativas... Un espacio para el debate, para la argumentación y para la reflexión. Porque en tiempos de cambios es necesario estar atento y escuchar. Y lo queremos hacer con el “micrófono” en abierto.
Unión o extinción
Nos pilló por sorpresa. Nos desubicó y desactivó en gran medida. La pandemia ha causado estragos en los movimientos sociales. Todo se basa en el contacto humano, en las relaciones de confianza que permiten construir colectivamente imaginarios, herramientas y huelgas globales. De ahí lo de “sociales”. Pero nunca nos fuimos, nos mantuvimos latentes, esperando la oportunidad de “arrejuntarnos” de nuevo. Sabíamos que la emergencia climática no iba a dar tregua con la Covid ni con nada, sabíamos que volveríamos para hacerle frente. No nos queda otra y además lo hacemos con placer y alegría. El 24 de septiembre de 2021, viernes por el futuro, retomamos las calles de nuevo, con seguridad pero con firmeza. Por el clima, el futuro y la vida.
El camino del dolor
Poco tenemos que contar ya, por suerte y por desgracia, de los impactos de la crisis climática. Lo estamos sufriendo en nuestras carnes, nadie está a salvo ya, como afirma el IPCC de Naciones Unidas. Todo el mundo sabe que algo tremendamente peligroso está pasando con el clima y a una velocidad enorme, demasiada para poder adaptarnos (valga recordar la lección de humildad antropocénica del Coronavirus), sino cambiamos de rumbo de inmediato (aún se puede). Hace 13 años decidí dedicarme en cuerpo y alma a la acción y justicia climática, profesional y personalmente. No esperaba ver ni vivir lo que estamos viviendo. Pensaba que estas catástrofes (que no tienen nada de naturales) llegarían mucho más tarde, quizás incluso ni nos afectarían a esta generación. Creía también que despertaríamos a tiempo y actuaríamos progresivamente.
No. Hemos elegido la vía del palo. Sólo reaccionamos cuando las inundaciones, incendios, olas de calor, huracanes o lluvias torrenciales de magnitudes desconocidas nos aniquilan, aquí en casa. Cuando vastas zonas de la Tierra como el Medio Oriente empiezan a ser inhabitables, y en consecuencia la causa climática puede multiplicar las migraciones de miles a millones. Un directivo de Ecologistas en Acción en España lo expresó sin equívoco a finales de 2019: “el período de cambio voluntario ya ha pasado, entramos en el forzoso”. Bill Mckibben, cofundador de 350.org y referente en la materia, lo recalcaba más recientemente: “el cambio climático ya no es un accidente que podrá ocurrir en el futuro, es un accidente que está ocurriendo.”
El dinero o la vida
Está en nuestras manos aún evitar escenarios devastadores, así lo afirma el consenso científico, pero desde luego no si utilizamos los fondos de reconstrucción post-pandemia para aumentar aeropuertos y pintarlos de verde. No si dejamos en manos de un oligopolio nuestro derecho a la energía, permitiendo que especule con el agua de nuestros pantanos en plena sequía, o utilice la transición energética “justa” para preservar el status quo, levantando mega parques de renovables en la España vaciada y expoliada en lugar de dejarnos auto-consumir energía solar comunitaria, y sobre todo plantear previamente una fuerte reducción del consumo energético y material para lo superficial e innecesario.
El crecimiento económico ilimitado de los países del Norte Global, la globalización concentradora de riqueza en pocas manos, el fomento del consumismo depredador, la quema de combustibles fósiles y extracción sin mesura de materias primas que posibilita todo lo anterior, ponen en peligro las bases materiales que sustentan la vida humana y la de millones de especies en nuestro planeta. Activistas de Extinction Rebellion (Rebelión contra la Extinción) se han declarado en huelga de hambre, la última y desesperada acción que una persona puede tomar frente a la injusticia. No vamos a permitirlo. No pasaremos de negar el problema, tratarlo interesadamente de insignificante, mirar a otro lado por conveniencia, al “es demasiado tarde, ¡sálvese quien pueda!” que tan tristemente hemos mostrado en la pandemia. El dinero no sirve en un planeta muerto. Solo una toma de conciencia, un cambio de valores, de forma de entender la vida, de cultura y por ende de las estructuras económicas y mecanismos políticos que lo faciliten, nos alejará del abismo hacia un lugar mejor.
La juventud nos llama: unión o extinción
Se me caían las paredes cuando una amiga de “Fridays for Future – Juventud por el Clima” en Málaga, en primer año de carrera universitaria, me contaba lo duro que ha sido este curso de clases a distancia. El no ver ni conocer a sus compañeras, el sentir impotentes como su futuro se desmorona aún más, cómo los adultos nos cargamos el planeta que les vamos a dejar, e incluso el ser blanco injusto de las culpas por “esparcir el virus con los botellones, ¡estos jóvenes!”, cuando lo que quieren es disfrutar de los mejores momentos de la vida como es normal (nadie está eximido de culpa, pero ¡por favor!) Y sin embargo, de sus cenizas y con una valentía digna de admiración, han vuelto. A liderar el movimiento global por el clima, a llamarnos a todas para cambiarlo todo.
En ello estamos. Respondiendo a la llamada. Saliendo de las cuevas, encontrándonos, uniéndonos por lo común una vez más, las que hagan falta. En Málaga lo vimos claro, a principios de agosto cuando nos llegaron las primeras noticias de que la Huelga Climática Global tendría lugar de nuevo a finales de septiembre como ya es tradición, decidimos comenzar a tejer la red de apoyos y trazar conjuntamente la hoja de ruta. Así, a 10 días de otro gran Día D, ya somos una bella diversidad de personas (228) y colectivos firmantes (47): cooperativas, asociaciones, partidos políticos, hermandades, empresas o plataformas. Nadie sobra, todos sumamos. Aquí encontraréis el manifiesto para firmar, difundir y apoyar la causa: malagaemergenciaclimatica.org
Que nadie se piense que esto es coser y cantar. No, no es nada fácil. En los movimientos sociales solemos ser pocas personas voluntarias que hacemos lo que podemos en nuestro tiempo libre, con los escasos medios de los que disponemos y casi siempre con el aparato mediático en modo apagón y el político en contra. El cambio social es lo que tiene, molesta. Añade las restricciones de la pandemia y los egos y roces personales de nuestra condición humana. Pero despacito y con buena letra lo estamos consiguiendo. Sabemos lo que está en juego y sabemos que erigir puentes, forjar la unión, incluir a todo el mundo, es la única llave del futuro. Y lo vamos a hacer, contando además la historia por doquier, compartiendo la experiencia y confiando ciegamente en que otras pequeñas personas en otros pequeños lugares harán lo propio. Y viviremos.
Nos oponemos de frente al soterramiento del tráfico, a ampliaciones de aeropuertos y en general de infraestructuras para un transporte basado en combustibles fósiles; a hoteles rascacielos y grandes complejos turísticos en la costa.
El cambio sistémico empieza en casa
Las demandas de nuestro manifiesto (uno de ellos, hay varios en reflejo de nuestra pluralidad) no dejan lugar a duda. 20 objetivos que concretan y territorializan el cambio sistémico en nuestro rinconcito del paraíso: Málaga, ciudad y provincia. Demandas que exigimos y nos auto-exigimos a todos los agentes socio-económicos (gobiernos, empresas, academia, sociedad civil, medios), a todos los niveles (internacional, Europa, España, Andalucía, Málaga), con responsabilidad compartida pero diferenciada, cada cual según su implicación en el problema y capacidad de actuación. Demandas basadas en la ciencia (reducción drástica de emisiones), en la comunicación y democracia (contar la verdad, asambleas ciudadanas), en el cambio cultural (educación ecosocial, sanidad preventiva, cultura libre, pensamiento crítico, afectos y cuidados, igualdad, derechos humanos, acogida, diversidad, mezcla y alegría), en la justicia social (transición socio-económica justa, renta básica universal). Demandas en torno a palancas de acción como las soluciones basadas en la naturaleza, la economía local, la agricultura y ganadería agroecológica, o el turismo moderado y responsable.
Y sobre todo demandas concretas en oposición a aberraciones continuistas y en proposición de alternativas transformadoras. Nos oponemos de frente al soterramiento del tráfico, a ampliaciones de aeropuertos y en general de infraestructuras para un transporte basado en combustibles fósiles; a hoteles rascacielos y grandes complejos turísticos en la costa; a grandes torres en zonas densamente pobladas y con escasísimas zonas vedes; a talas y podas sin sentido de árboles y plantas urbanas; a canalizaciones y embovedados de ríos; a incineradoras contaminantes y centrales energéticas de combustibles fósiles incluidas las de gas; o a mega parques centralizados de energías renovables en el medio rural. En la dirección opuesta, abogamos fervientemente por: proteger las zonas naturales restantes, desurbanizar y renaturalizar la ciudad, ríos, zonas costeras y periurbanas, mediante bosques urbanos, reforestación de montes, anillos, corredores y sendas verdes y azules; reducir la demanda energética mediante concienciación, ahorro, rehabilitación y eficiencia energética; fomentar el autoconsumo solar comunitario; y facilitar una movilidad realmente sostenible que priorice al peatón, bicicleta y transporte público.
Es ahora, somos nosotras
En 2019 fuimos 10,000 aquí, 8 millones por todo el globo. Esta vez seremos menos probablemente (aunque…), pues obviamente no partimos del mismo punto (un año de movilizaciones en 2019, un largo año y medio de pandemia ahora); pero sobre todo el 24S no es un punto de llegada sino de recomienzo. Después, evaluaremos, visualizaremos el futuro que deseamos y nos pondremos entre otras cosas con las asambleas ciudadanas por el clima, que ya se están auto-organizando en bioterritorios.
Pero antes, como calentamiento previo, el viernes 17 realizaremos una Ruta del Clima especial que repasará la historia reciente de los movimientos sociales por el clima en Málaga, así como los preparativos de la Huelga, y el sábado 18 una recogida de firmas por el Mar Menor y el Valle Natural Río Grande, con algún acto lúdico-social probablemente.
Si te asusta lo que está pasando por el clima. Si tienes hijas, hijos, familia. Si quieres actuar pero te sientes impotente a nivel individual. Si piensas que la unión hace la fuerza. Si quieres una Málaga habitable, justa y que merezca la pena vivir …. nos vemos el 24S, a las 18h30, en la Plaza de la Marina.
Nos pilló por sorpresa. Nos desubicó y desactivó en gran medida. La pandemia ha causado estragos en los movimientos sociales. Todo se basa en el contacto humano, en las relaciones de confianza que permiten construir colectivamente imaginarios, herramientas y huelgas globales. De ahí lo de “sociales”. Pero nunca nos fuimos, nos mantuvimos latentes, esperando la oportunidad de “arrejuntarnos” de nuevo. Sabíamos que la emergencia climática no iba a dar tregua con la Covid ni con nada, sabíamos que volveríamos para hacerle frente. No nos queda otra y además lo hacemos con placer y alegría. El 24 de septiembre de 2021, viernes por el futuro, retomamos las calles de nuevo, con seguridad pero con firmeza. Por el clima, el futuro y la vida.