El Ayuntamiento de Torremolinos ha comenzado esta semana a repartir su aguinaldo. Los vecinos que no superen unos determinados ingresos pueden recoger una caja de cartón forrada con el logo de El Corte Inglés que hace las veces de cesta de Navidad. Hay en ella garbanzos, lentejas, queso, mantecados y brandy, entre otros productos. Para casi todos los que se acercan es una ayuda muy útil; pero entre esos vecinos que cargan con la caja también hay quien detecta mercadotecnia en el reparto. Izquierda Unida ve en la iniciativa, reiterada durante años por el equipo de Gobierno popular, una especie de besamanos y una estampa más propia del Plácido de Luis García Berlanga que de una verdadera justicia social.
Un kilo de azúcar, de arroz, de garbanzos, de judías blancas y de lentejas; una porción de queso de 500 gramos; un litro de aceite de oliva; una botella de anís y otra de brandy; un centro de jamón curado sin piel; y un kilo de mantecados y otro de roscos de vino. El Ayuntamiento de Torremolinos, dirigido por Pedro Fernández Montes (Partido Popular) reparte estos productos desde el martes a vecinos empadronados del municipio con “escasos recursos económicos” y “en situación de necesidad”. La ayuda va dirigida a pensionistas que perciban menos de mil euros mensuales y desempleados con un mínimo de un año en el paro, siempre y cuando la unidad familiar en la que estén integrados no ingrese más de 1.200 euros (si es de dos miembros) o 1.500 euros (si es de tres). Dice el Ayuntamiento que “obsequia” a quien está en esas situaciones, siempre que lleve empadronado en el municipio más de dos años. “Con la entrega de esta ayuda social el Ayuntamiento pretende contribuir a que los ciudadanos con menos recursos económicos del municipio puedan celebrar lo mejor posible las entrañables fiestas de Navidad y Año Nuevo”, explica el Consistorio, que repartirá de esta forma 3.300 cestas.
El contrato de suministro de los 3.300 lotes “para familias necesitadas” fue adjudicado en noviembre a El Corte Inglés por 151.819,75 euros. El precio de cada cesta es de unos 46 euros. La oferta de los grandes almacenes recibió la puntuación más alta posible tanto por calidad (30 puntos) como por precio (70). El Corte Inglés se hizo también con la adjudicación en 2011 (3.000 lotes por 118.860 euros), 2012 (3.000 lotes por 126.524,03 euros) y 2013 (3.000 lotes por 137.400 euros).
El martes a mediodía una veintena de personas hacían cola en el interior del Ayuntamiento para recibir las cajas. Según una de ellas, la espera fue de cinco horas. Algunos se la llevaban cargada sobre el hombro o a pulso; otros la depositaban en el interior de un carrito de la compra. La mayoría de la media docena larga de personas consultadas contestó las preguntas con rapidez, en algún caso a la carrera. El agradecimiento se repitió pero, en general, los obsequiados se mostraron huidizos y reflejaron cierta incomodidad. “Es para una vecina mía, que es pensionista. Me parece que en estos tiempos, que está la cosa tan mal, cualquier ayuda es buena”, contestó una señora; “ahora que estoy en paro me viene muy bien. Trae hasta su jamoncito”, replicó otra, de mediana edad, con acento brasileño. “Esto es una chuminá, pero menos da una piedra”, suelta un señor, que prefiere ser citado como “Amores”. Su crítica, la única entre los consultados, es a la operación de propaganda que, según cree, hay detrás del reparto. “Para empezar, no es un regalo, porque esto lo pagamos entre todos. Las televisiones vienen desde primera hora de la mañana, y no se entrega en las casas porque entonces el alcalde no tendría esta publicidad”, comenta.
Izquierda Unida ha criticado el reparto en un comunicado, en el que propone cambiar “la caridad de las cestas de Navidad” por bonos de comida canjeables en comercios locales. La coalición cree que es “indigno” que quienes reciben las cajas estén “en pie durante horas, muchas veces a la intemperie, para que el alcalde les haga entrega de un puñado de comida”. “Los tiempos en que las marquesas y los señoritos obligaban a los pobres a guardar cola y besar manos para regalarles una peseta ya han pasado”, dice David Tejeiro, coordinador local de IU, que entiende que con esta iniciativa se obliga a quienes necesitan alimentos a “exhibir su necesidad en público”. “No criticamos que se dé comida a quien lo necesite, sino el método”, expone Tejeiro. Se presenta, además, un problema con el contenido de la cesta. “Hay gente que necesita la comida, pero optaría por comprar otras cosas antes que mantecados y roscos de vino”, explica Tejeiro. En la cesta hay jamón y alcohol, que los musulmanes rechazan. IU propone que los servicios sociales elaboren una lista de personas necesitadas de alimentos, a las que se le entreguen unos bonos canjeables en comercios del municipio. El PSOE también ha denunciado en otras ocasiones este sistema, y ha recibido críticas por la supuesta falta de sensibilidad social.
El reparto seguirá durante toda la semana. Mientras haya existencias, de las puertas del Ayuntamiento seguirán saliendo vecinos cargados con kilos de lentejas y garbanzos y litros de aceite y anís. Unos lo llaman ayuda; otros caridad. A mediodía, los obsequiados van con prisa por llegar a casa y la mayoría no hace la distinción.