Cientos de inmigrantes, en su mayoría sin documentación, malviven desde hace años en penosas condiciones en chabolas instaladas en el interior de las parcelas agrícolas de El Ejido conocidas como 'Tierras de Almería'. Tras el cambio de propietarios y la fragmentación de las parcelas, los asentamientos se han quedado encerrados por vallas metálicas que les impiden entrar y salir libremente y que fueron instaladas por los propietarios de los invernaderos en los caminos de tránsito entre las fincas para evitar los continuos robos que sufrían sus propiedades.
Unas pocas personas de confianza tienen llaves de las puertas. Sólo se puede salir esperando el momento adecuado en que estén abiertas para que transiten los camiones que trabajan en los invernaderos. Por las noches, las personas que viven allí quedan encerradas, sin posibilidad de acudir al médico cuando lo necesitan, rodeados de mantas para combatir el frío. Se trata en su mayoría de inmigrantes de color, procedentes de países como Senegal, Ghana o Guinea Bissau, entre otros, así como marroquíes.
Algunos son afortunados y tienen trabajo en los invernaderos, pero muchos otros están parados y no perciben ninguna ayuda al estar en situación irregular. Son precisamente estas personas las que reciben periódicamente la ayuda de voluntarios anónimos, que no forman parte de ninguna organización y les reparten de forma altruista lo recogido a través de las redes sociales. Cruz Roja es la única organización que, aparte de los voluntarios anónimos, lleva periódicamente alimentos y productos básicos. El asentamiento se creó hace varios años.
Los terrenos pertenecíana a la empresa Quash, conocida como Tierras de Almería, del grupo Banesto. Cuando la empresa Tierras de Almería desapareció, los invernaderos fueron a pasar a manos de varios propietarios que vallaron sus terrenos para evitar robos y los inmigrantes se quedaron encerrados. IU viene denunciando el cierre de la valla en estos asentamientos ilegales.
Podría haber unos tres asentamientos en la zona, alcanzando el medio millar de personas los afectados por la situación, ya que “aquí hay unas treinta chabolas, cada una con cuatro, cinco, seis personas, o más, pero hay otros dos asentamientos más dentro de las vallas”, afirma una mujer con un bebé en las manos, quejándose de tener una cita con el médico a la que no puede llegar porque las vallas están cerradas.
Las chabolas están levantadas sobre la tierra con maderas, cartones, plásticos y deshechos de obras. El agua se almacena en garrafas procedentes de residuos agrícolas, con evidente peligro para su salud. No pagan ningún alquiler y están enganchadas a tomas de luz clandestinamente. La falta de agua es uno de los mayores problemas, porque hay muchas familias que no tienen, o la que tienen procede de las cercanas balsas agrícolas, lo que en cualquier momento puede provocarles una grave enfermedad. Son los más desheredados del emporio agrícola.
Reciben ayudas de voluntarios. Pero fuera de las verjas también hay situaciones idénticas, con miles de inmigrantes sin documentación en la comarca del Poniente hacinados en edificios ruinosos, rodeados de basura, donde viven personas de varias nacionalidades en condiciones infrahumanas, porque aún en el caso de que tengan trabajo y un jornal digno prefieren enviarlo a su país para alimentar allí a su familia.
Se dan casos como embarazadas que no tienen agua para beber, y que tampoco la tienen para sus niños pequeños. Pese a que las duchas casi no existen, lavan con palanganas, la comida escasea y cuando llueve da prácticamente igual estar dentro o fuera de las 'casas', el ánimo de los inmigrantes es hospitalario. Invitan a los visitantes a su hogar y les ofrecen lo poco de que disponen.
Una mujer necesita un cochecito para su bebé. Los voluntarios, a los que pide agua incesantemente, mueven las redes sociales y le prometen que pronto lo tendrá. Se vuelcan solidariamente con los parias de Tierras de Almería, una inacabable extensión de hectáreas con una larga trastienda judicial conocida por el Tribunal Supremo. Es la mancha negra del 'Modelo Almería', exportado a medio mundo. Pero las condiciones de vida de muchos de los inmigrantes no ha mejorado, sigue igual. Es la asignatura pendiente de la riqueza del campo almeriense.