Día de la Mujer Rural: en busca de alternativas laborales y libertad personal
El 15 de octubre se celebra el Día Mundial de la Mujer rural, la que habita en el 95 por ciento de los municipios españoles y el 85 por ciento de los andaluces. Pero estadísticamente no es la mitad de la población del entorno agrario. Son más las mujeres que los hombres que abandonan el entorno rural y, normalmente, “las mujeres jóvenes, cuando salen a estudiar, es un viaje de no retorno”, explica Oliva López Navarual, técnica de Igualdad en la Asociación de Desarrollo Rural (ADR) de Sierra Mágina.
El campo ofrece menos oportunidades a las mujeres que a los hombres. No sólo laborales. Cuando las mujeres jóvenes se marchan del medio rural “no es sólo porque quieran una salida profesional, también buscan el desarrollo personal y un menor control”, relata López Navarual. Las aspiraciones femeninas son similares, con independencia del entorno: libertad personal, independencia económica, corresponsabilidad familiar… La distancia aparece en las oportunidades que uno y otro entorno proporcionan a las mujeres.
“En el mundo rural existen muy pocas posibilidades de encontrar una salida”, subraya Moreno “y las que hay tienen que ver con lo mismo: limpieza y cuidados de otros”. Aunque las necesidades básicas se cubren mejor que en la ciudad, “no sólo se trata de comer, también de gestionar tu propia vida”, aclara Salvadora Moreno, representante de la Federación de Asociaciones de Mujeres de La Alpujarra. En esas circunstancias el medio rural establece más dificultades, de carácter social, porque aún es necesario “educar en la ruptura de roles y estereotipos que encorsetan a las mujeres en modelos que no quieren”, subraya López Navaruel. Es una tarea compleja porque la crisis económica está provocando la vuelta a esos cánones.
Las primeras en perder su empleo han sido las mujeres. Y también las primeras en sufrir los recortes. La reducción de fondos para la Ley de Dependencia o los 'ajustes' en recursos sociales han devuelto a las mujeres a casa y han vetado sus expectativas laborales “porque no tienen tiempo de buscar un empleo”, puntualiza Oliva López. La causa es “la falta de corresponsabilidad”. “Cuando comentas con mujeres jóvenes, cuentan que ellos ayudan, pero no comparten; porque aún la responsabilidad es mía, porque las tareas de la casa siguen siendo de la mujer, que sigue sin tener autonomía económica propia, trabaja en la huerta, cuida de los niños, se ocupa de la casa y de los mayores, pero sin capacidad la gestión económica de esos recursos”, dice Moreno
“En el tema de la violencia hay una diferencia enorme entre la ciudad y el campo”
La crisis ha asolado más cosas. “Se había producido un avance en los derechos de reproducción, sexuales, en la igualdad que, con los recortes y las nuevas leyes, están siendo atacados”, argumenta Salvadora Moreno. Ha detectado un cambio de actitud social, sobre todo en materia de violencia de género. Constata el retroceso real, en el ámbito internacional que sitúa a España en el puesto 22 en esas políticas, cuando apenas hace 3 años ocupaba el séptimo lugar.
Pero además, habla de una campaña que “está minando la credibilidad de las mujeres”. Moreno señala que cada vez más “se da pábulo a noticias sobre denuncias falsas, mientras se recortan los fondos a las casas de acogida”. Cuenta que “ahora cada vez que sale el tema de mujeres y violencia, alguien dice: bueno, pero no te creas, que también hay muchas denuncias falsas. Cosa que no se hace, por ejemplo, cuando hay un parte de daños al seguro de un coche, nadie saca a colación los partes falsos”.
Eso hace retroceder un camino recorrido con lentitud. En La Alpujarra han conseguido sacar a la luz los casos de violencia machista superando una brecha importante. “En el tema de la violencia hay una diferencia enorme entre la ciudad y el campo. En la ciudad, la denunciante es una mujer anónima que puede pedir ayuda a los servicios sociales sin que nadie se entere”. Pero en el pueblo “puede sufrir las consecuencias de la familia del agresor, del qué dirán, de la presión social…”. Moreno explica que desde las asociaciones han llegado a gestionar casas de acogida y “hemos visto cómo se ha ido transformando, desde que la violencia machista era un tabú hasta ahora, que todos la condenan”.
Una solución: el asociacionismo
Las opciones que una y otra proponen para proporcionar instrumentos a las mujeres de sus comarcas pasan por el asociacionismo. En el caso de La Alpujarra, la federación (integrada por 39 asociaciones) está impulsando el proyecto Servidas en red. Pretenden poner en contacto iniciativas de mujeres para ofertar, a través de internet sus productos y compartir experiencias de desarrollo o procesos de elaboración. “Hay muchas ideas, queremos detectarlas y crear una red que las estructure y que se den a conocer”, indica Moreno. También conectar a las mujeres más jóvenes con las mayores. Salvadora Moreno habla de recuperar tradiciones que sean útiles para preservar modos de vida sostenibles.
En Sierra Mágina el proyecto ha reunido a 12 asociaciones y se llama Empoderarte. Juega con la palabra empoderamiento, que reivindican los colectivos femeninos, y añade el arte como motor de conocimiento en todas las expresiones posibles (fotografía, pintura, artesanía, etc.). Se articulará a modo de talleres “para transferir conocimiento”. Oliva López señala que estos programas son “la única forma de estar, compartir, reivindicar y poner en común” para las mujeres del entorno rural.
La comarca jiennense de Sierra Mágina engloba a 16 municipios y 49.000 habitantes. En La Alpujarra, hay casi medio centenar de pueblos, repartidos entre Granada y Almería, que suman apenas 30.000 habitantes. En común tienen que son entornos rurales, considerados hasta hace poco deprimidos, que han encontrado un motor económico en el turismo y tienen un tejido asociativo de mujeres que poseen “mucha capacidad para transformar la realidad que nos rodea”, apunta Moreno.