A partir del 1 de marzo, cada vez que el cliente de un bar pida aceite de oliva para aderezar una ensalada o rociar una tostada, el establecimiento debe poner a su disposición una aceitera no rellenable. Es lo que dice el Real Decreto 895/2013, que modifica a una norma de 2003. El uso de alcuzas de un solo uso es una demanda antigua del sector oleícola, que el Ministerio de Agricultura hizo suya en noviembre pasado para avanzar “en la garantía de calidad y autenticidad de los aceites puestos a disposición del consumidor final”, según esbozaba en un comunicado.
Es la respuesta española a la negativa comunitaria a imponer este tipo de envases en todo el territorio de la UE. De este modo, pretenden que el consumidor pueda identificar la etiqueta con lo que está consumiendo, posicionar las marcas españolas y revalorizar el producto. La Unión Europea no aceptó la demanda, pero la presión de las organizaciones agrarias ha convencido al Ministerio que, en noviembre pasado, aprobó el decreto que obliga a bares, restaurantes y servicios de cáterin a servir el aceite embotellado en envases de un solo uso. La norma es efectiva desde el 1 de enero de 2014 y se deja una demora de 2 meses, hasta el 28 de febrero, para que los hosteleros agoten existencias. Con esta norma se “garantiza a los consumidores la autenticidad del producto”, aclaraba el secretario general de UPA-Andalucía, Agustín Rodríguez.
“Han apuntado al eslabón más débil”
Los consumidores no opinan lo mismo. Rubén Sánchez, portavoz de FACUA-Andalucía lo describe con simplicidad: “ahora sabremos qué aceite ponemos en la tostada y seguiremos sin saber con qué aceite nos sirven el montadito o se ha cocinado un guiso”. Desde su punto de vista se ha apuntado “al eslabón más débil de la cadena”, los establecimientos de restauración y siguen sin controlarse las grandes cadenas de envasado.
Para FACUA, la etiqueta y el tapón irrellenables no garantizan nada mientras que no se endurezcan las acciones dirigidas a las marcas. En esa línea, Sánchez señala que no se persigue el fraude y si se hace, la información no trasciende, con lo cual las garantías de calidad y seguridad alimentaria que se atribuyen al decreto no son tales, mientras no se realicen inspecciones severas sobre las envasadoras. Recuerda que en el último estudio de la Junta de Andalucía, hace años, se reconocía un alto volumen del fraude en el sector aceitero. Es uno de los pocos datos de ese informe que llegaron a la opinión pública, según FACUA.
Esta normativa ha puesto de acuerdo a los consumidores y al sector hostelero. Para el presidente de HORECA, la patronal que aglutina a 45.000 establecimientos en Andalucía el decreto es un insulto porque “se ha hecho en base a un posible fraude” en su sector, explica su presidente, Antonio de María. El decreto apunta como posibilidad que sólo se pueda alterar el producto al final de la cadena, al rellenar el envase.
Los hosteleros señalan además que no habrá una revalorización del producto sino un incremento de costes, derivado del uso de envases no reciclables, que implicará más costes para el cliente final, sin que ese incremento beneficie a los productores. A eso suman el coste ambiental derivado de un mayor número de envases en circulación y las emisiones que acarrea tanto la producción como el reciclaje. Los cálculos de De María señalan que a diario se desecharían 106 millones de botellas de aceite de oliva de un cuarto de litro, siguiendo las recomendaciones que han recibido hasta ahora.“¿A quién beneficia esto?”, pregunta.
Insiste en que los principales defensores del aceite de oliva español son los establecimientos hosteleros andaluces y que esta normativa sólo incrementa costes que tendrán que repercutir sobre el consumidor final.
En Jaén, la principal provincia productora de aceite, hosteleros y empresarios están manteniendo contactos para la normativa no tenga un impacto grave. La denominación de origen Sierra de Cazorla ha elaborado un logotipo (una i flotando en una gota dorada) que ha puesto a disposición del sector siempre que garanticen que bajo ese logotipo sólo se envasará aceite de oliva virgen extra y que la botella será de un solo uso.
Para el presidente del consejo regulador de la DO Sierra de Cazorla, Enrique Martínez, el envase de un solo uso es una forma “de aproximarnos al mundo del vino”. Esta denominación ha diseñado una caja con tres botellas no reutilizables, respondiendo a tres variedades de aceite virgen extra, de un cuarto de litro y ha distribuido un centenar entre miembros de Asostel, la federación provincial de hostelería. Su presidente, Gabriel Archilla, admite que la propuesta de los productores, tras algunos contactos, no implicará un incremento excesivo de precios. No obstante, advierte que no es esa la percepción de los hosteleros fuera de Jaén.
HORECA, por su parte, entiende que los acuerdos entre hosteleros y productores tenían que haber sido el paso previo al decreto. De eso modo se habrían evitado sospechas sobre los primeros, a los que define como artífices del buen nombre del aceite de oliva en el mundo. Así las cosas, el 28 de febrero termina el plazo para agotar existencias. A partir de ese día cambia el formato, lo que no explica el decreto es qué pasará si no se cumple. El presidente de Horeca recuerda que “también está prohibido servir ‘manteca colorá’ si no es en monodosis, y yo sigo viendo los tarros en muchos sitios”.