En la UCI. Es el término más repetido por los expertos para definir el estado en el que se encontraba el lince ibérico hace 15 años. Estaba a punto de desaparecer, con menos de un centenar de ejemplares recluidos en Andalucía. Desde entonces, la población se ha triplicado. Ese incremento es el que la Unión Internacional para la Conservación de la Natural (UICN) ha valorado para sacar al lince de la UCI.
El felino más amenazado del mundo ha pasado de estar 'en peligro crítico de extinción' a 'en peligro' al incrementarse su población desde los 52 individuos maduros de 2002 a los 156 de 2012 en las poblaciones de Doñana y Andújar.
La UICN ha tomado la decisión en un momento delicado para la especie: después de que ésta haya sufrido su mayor ola de atropellos (21 siniestros en 2014) y de que la pandemia que sufre el conejo, su principal alimento, haya mermado la capacidad reproductora de la población.
Miguel Ángel Simón, director del programa Iberlince, ha insistido en rueda de prensa que el lince “no está fuera de peligro. La presencia de conejo está muy por debajo de lo necesario y estamos llevando a cabo un plan de choque con el que sólo estamos ganando tiempo, ya que necesitamos solucionar la enfermedad”, en referencia a la pandemia que está diezmando al lagomorfo.
El nuevo consejero de medio ambiente, José Fiscal, ha coincidido con él en que “queda mucho trabajo por hacer para que el lince deje de ser una preocupación”. En concreto, Luis Suárez, portavoz de WWF, calcula que hasta dentro de unos 15 o 20 años no se logrará que la especie baje un nuevo peldaño en el grado de peligro y el lince pase a ser 'vulnerable'. Para conseguirlo, la población deberá contar durante cinco años con al menos 250 individuos maduros.
Urs Beintenmoser, presidente del grupo de felinos de la UICN, ha recalcado que “no es un objetivo del todo imposible, pero nos tenemos que dar prisa. Hasta ahora se han hecho cambios cualitativos, ahora tocan los cuantitativos. El objetivo parece tremendo, pero hay que hacerlo con amplitud de miras”.
Voces críticas
La noticia de la recategorización se ha recibido con cautela por parte de las organizaciones ecologistas y de algunos expertos. La propia WWF, que forma parte del proyecto de recuperación del felino, ha denunciado que el riesgo de que la especie desaparezca “sigue todavía siendo muy grave” y ha exigido a la administración que se incrementen “los esfuerzos para solucionar sus principales amenazas, como los atropellos, pero especialmente la escasez de conejo, un tema fundamental al que no se le está prestando la debida atención”.
Theo Oberhuber, de Ecologistas en Acción, considera por su parte que se ha tomado una “decisión errónea y prematura”, que envía un mensaje erróneo a las regiones implicadas en el proyecto de recuperación. La ecologista critica que se estén llevando a cabo sueltas de lince en zonas con mucha actividad cinegética sin eliminar antes las amenazas, como es el caso de Castilla la Mancha o Extremadura.
Sin embargo, una de las voces más críticas con la decisión de rebajar el estado de conservación ha sido la de Emilio Virgós. Asesor científico del proyecto, Virgós denuncia que no se ha tenido en cuenta su criterio en el informe presentado a la UICN. “El lince está más cerca de extinguirse que de tirar hacia delante. Entre los atropellos, la caza y que el conejo va fatal, el lince se puede extinguir en 25 años. Habría que haber aplicado el principio de precaución y no reducirle la categoría”, afirma.
Según Virgós, se debería haber aplicado “un análisis de viabilidad poblacional bajo diferentes escenarios. Si coges los datos del censo, superficialmente parece que todo va fenomenal, pero hay una fuerte debacle en cuanto al número de cachorros desde 2011. La fertilidad ha descendido, porque no hay conejos suficientes para que el lince se reproduzca. Es una señal de que algo no va bien. Creo que no han utilizado toda la información disponible y que se ha actuado de manera precipitada”, resume el asesor.
Recuperación de la distribución histórica
Con fondos cofinanciados por la Unión Europea, Andalucía lidera desde 2002 un proyecto en el que se han invertido unos 69 millones de euros a través de tres proyectos Life consecutivos. El último de ellos se centra en la “recuperación de la distribución histórica del lince ibérico” en Extremadura, Castilla la Mancha y Portugal, zonas en las que se han llevado a cabo sueltas con felinos procedentes de centros de cría andaluces.
A lo largo de estos 13 años, la población se ha llegado a triplicar, hasta alcanzar los 332 individuos de 2013. En 2014, la población de lince se estancó a causa de la elevada mortalidad provocada por los atropellos, el furtivismo y la escasez de alimento.
Según Fiscal, la Consejería de medio ambiente “le ha reiterado al Ministerio que dirija un plan del conejo”, fundamental para la supervivencia del lince, el águila imperial y otros carnívoros que dependen del lagomorfo.
Permeabilización de las carreteras
En cuanto a los atropellos, que se han multiplicado por tres entre 2011 y 2014, la reducción de la amenaza pasa por permeabilizar los principales puntos negros de las carreteras que atraviesan sus zonas de distribución.
Según ha destacado el director del Iberlince, la prioridad es el paso de fauna del kilómetro 312 de la A4, entre Andújar y Bailén, donde se ha atropellado a ocho linces en los últimos cuatro años.
En la A-481, entre Chucena y Villamanrique de la Condesa han muerto 11 linces en estos cuatro años. Simón ha confirmado que la Consejería de Fomento ya está trabajando en su permeabilización.
En la A-483, entre Almonte y el Rocío, se acometería “el paso de fauna que se quedó sin hacer del Life anterior”, tal y como señalaba Ramón Pérez de Ayala, responsable del lince en WWF en el mes de abril a este diario.