Espadas quiebra la confianza de los más afines y da alas a los críticos para un relevo en el PSOE andaluz
Juan Espadas entró al 41 Congreso Federal del PSOE en Sevilla sabiendo quiénes eran sus apoyos y quiénes sus críticos pero, este sábado, tras un inesperado discurso de autoreafirmación, sembró dudas, desconfianza y desazón entre los primeros, y avivó el fuego de los contrarios. “Se ha inmolado”, dice un miembro de su propia ejecutiva, que no daba crédito.
Pedro Sánchez llegó al cónclave socialista de Sevilla consciente de que la federación madrileña le acababa de saltar por los aires. No sabía -porque nadie le puso en sobreaviso- que la federación andaluza bullía por dentro.
El plan de los críticos a Juan Espadas no era armar un berrinche en el cónclave socialista que iba a ratificar el liderazgo de Sánchez, el cierre de filas ante el “asedio judicial” que, dicen, está pilotando la derecha contra su jefe. El plan era dejarse notar, visibilizar la pulsión de cambio, el descontento creciente con la gestión del secretario general del PSOE andaluz, a quien respetan, pero ven “incapaz de levantar el vuelo”.
Lo que no imaginaban los críticos es que la señal más inequívoca de que algo no va bien iba a darla el propio Espadas en su discurso de apertura del Congreso. Una disertación de 22 minutos y 17 segundos sobre política general, más propia de una reunión de trabajo a puerta cerrada que de un escenario con multipantallas para un millar de militantes, de los que un 25% son tuyos, socialistas andaluces, que te miran esperando algo más.
El discurso de Espadas desangeló a muchos de los que estaban y, de facto, siguen estando en su entorno. “Abatimiento”, fue la palabra más repetida por los suyos. La organización del Congreso le dio, primero, un minuto, luego cinco. Es el secretario general del PSOE de Andalucía, poca broma, y anfitrión del cónclave federal en su ciudad. Poca broma. Le tocó hablar después de la valenciana Diana Morant, que lanzó un discurso vibrante, de piel, pensado para las víctimas de la DANA, pero que terminó contagiando a toda la platea.
Espadas tomó la palabra después de aquel torrente y empezó agradeciendo “la oportunidad”, de modo que entendió perfectamente que ese momento, esos cinco minutos, eran una “oportunidad” para él. Pero algunos de los que hasta ese momento habían blindado al líder andaluz frente al puzzle desordenado de sus críticos coinciden en que la echó a perder. “La sensación es de desconcierto, de no saber qué pensar”; “Se lo han puesto en bandeja para lucirse, para plantar sus credenciales, para decir: aquí está el tío. Y se ha puesto a pontificar sobre no sé qué”; “Juan ha hecho de Juan, no ha entendido para quién hablabla, dónde hablaba y, sobre todo, qué se esperaba de él”, son algunas de las citas de personas próximas a él.
¿Qué se esperaba de Juan Espadas en el 41 Congreso Federal del PSOE? “No se esperaba que se convirtiera en un bólido revolucionado, Juan es una persona regular, monocorde, un diesel”, dice un veterano dirigente sevillano. Ferraz le dio sólo tres consignas para su discurso: el reconocimiento a los expresidentes Chaves y Griñán -sentados en primera fila-; una referencia al lawfare o cacería política que sufrieron con el caso ERE -y que tiene su reminiscencia ahora con el entorno de Sánchez-; y un mensaje dirigido a las emociones. Las dos primeras las cumplió, la tercera “no es su elemento”.
El discurso de Juan Espadas no es determinante para el devenir del PSOE andaluz, pero cobró un protagonismo extra en medio de un vacío informativo. Hizo que delegados de otras federaciones y periodistas de otras latitudes se preguntaran qué está pasando en el PSOE andaluz. Los organizadores del Congreso estaban en otras cosas, en otros fuegos. “Pedro lleva meses sin hablar con Juan Espadas”, dice una fuente de la dirección federal, que apunta a que Sánchez, en realidad, lleva tiempo en otros menesteres, sobre todo judiciales (la imputación de su mujer, de su hermano, el caso Koldo y Ábalos, la declaración de Aldama, la bomba Lobato...)
Sánchez venía de una implosión en el PSOE de Madrid y lo último que quería era encontrarse con una explosión en el PSOE de Andalucía, la federación más numerosa del país. El desconcierto generalizado que provocó el discurso de Espadas en el salón plenario, en un congreso que ya estaba tocado por la pesadumbre de la crisis madrileña, llegó inevitablemente a la sala de máquinas de Ferraz. Algo hay que decir, avisan. A la espera de qué señales da Pedro Sánchez en su discurso de cierre, este domingo.
Los críticos, deslavazados
Hay dudas respecto al perfil y el carisma de líder que arroja Espadas para una federación tan importante para el PSOE como la andaluza, sí. Pero enfrente todavía no hay una alternativa corpórea. Los últimos susanistas, el rechazo abierto del secretario general de Cádiz, las dudas de la líder de Córdoba, el manifiesto promovido por el histórico (y muy relegado) Pepe Caballos, las bases socialistas alentadas por Luis Ángel Hierro, los recelos hacia los dirigentes territoriales menos afianzados, los que se quedaron sin trabajo tras el desmoche de las municipales, cuando el PSOE perdió cientos de alcaldías y todas las diputaciones menos Sevilla y Jaén.
Los críticos son piezas que aún no encajan entre sí, y no encajan desde muchas perspectivas: algunos fueron rivales de otros en anteriores pugnas internas y se guardan rencor; otros no se hablan; otros se ignoran; hay quienes postulan nombres de una provincia -Málaga- sin que el aludido lo sepa; hay quienes miran de reojo los candidatos de Málaga, porque no van a aceptar que el liderato del PSOE andaluz salga de Sevilla.
El socialismo en las ocho provincias está fragmentado. Es imposible, a día de hoy, confirmar que un territorio al completo apoya o rechaza a Espadas, porque la mayoría de líderes provinciales están en entredicho. Habrá primarias en prácticamente las ocho provincias, y en algunas el candidato alternativo -sea el que sea- tendrá a favor la animadversión que suscita la dirección actual. “Sí, he oído a gente cabal decir que hay que cambiar a Juan, pero qué más tienen. ¿A quién tienen? ¿Qué quieren hacer?”, matiza otro veterano dirigente.
Lo que hasta ayer era un apoyo explícito, hoy son apoyos condicionados. “De momento es el mejor candidato”, ha dicho Javier Fernández, secretario general del PSOE de Sevilla. “La situación no era fácil y ha hecho una labor que quiero reconocer. Y eso no es incompatible con que ahora en el congreso regional decidamos lo que tenemos que hacer, las personas que van a dirigir ese proyecto y, por supuesto, hacia dónde tenemos que ir”, remató el dirigente de Jaén, Francisco Reyes.
No es un puñal en la espalda del líder, siguen siendo afirmaciones zigzagueantes, ambiguas. Pero en plena plaza pública, ante la mirada de todos los suyos, la sombra de la duda es más oscura. El aludido por todos se cruzó con un grupo de periodistas cerca de las once de la noche, saliendo de un plenario ya casi vacío, y mientras los operarios desmontaban el escenario contiguo. “Estoy satisfecho de la reunión con el presidente. El PSOE andaluz va a tener mucho peso en la ejecutiva federal. Hay Espadas para rato y si quedan rescoldos, mañana daré una rueda de prensa”, sentenció Espadas.
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