Una familia recupera la casa de su abuela que “robó” un alcalde franquista en 1936
Verano de 1936: los golpistas rapiñan Andalucía, pueblo a pueblo. Castellar de la Frontera (Cádiz) no será excepción y en el botín entra una casa en el castillo que corona el pueblo. Su dueña, Ana Ruiz Moya, morirá guardando el secreto. Hasta que el azar desvela la historia. 84 años después: sus descendientes recuperan el inmueble que robaron los franquistas. Un relato velado hasta ahora y que cuenta en exclusiva elDiario.es Andalucía.
“Hemos recuperado para nuestra familia la casa que el franquismo nos robó en 1936”, es el titular que dejan los tres descendientes de Ana Ruiz que han recuperado la casa. “Hemos puesto fin al crimen y hemos reparado a nuestra familia, víctima del franquismo desde que un alcalde fascista 'okupara' la vivienda de nuestra abuela”, explica Juan Miguel León Moriche, vecino de Algeciras, periodista y miembro del Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar.
La familia había sido denunciada por una empresa inmobiliaria que alega ser la actual propietaria. Pero el juicio no ha llegado a celebrarse. Los Moriche Ruiz han presentado la escritura original de la casa y, con esta prueba en mano, la titular del Juzgado número 3 de San Roque ha notificado a las partes –con fecha 2 de marzo– que no hay materia penal contra los inculpados, Miguel León González y Paloma León Fernández, por lo que la acusación ha retirado la denuncia, según las fuentes consultadas por este medio.
La nueva Ley de Memoria Democrática pondrá sobre la mesa el saqueo continuado de los golpistas. Ellos no han esperado. Porque el expolio sigue vivo y el proceso para reconquistar el Pazo de Meirás (Sada, A Coruña, Galicia), que disfrutó durante décadas la familia Franco, es solo la punta de iceberg. En Andalucía, la región de España más castigada por la violencia rebelde, el robo a los derrotados afecta a unas 60.000 personas, según un trabajo coral que firman investigadores de las nueve universidades de la región.
La amenaza económica de los golpistas funcionó como una eficaz arma represiva. De ahí, quizás, el silencio eterno de “la abuela Ana” que rompió un trámite en el Registro de la Propiedad años después de que ella falleciera en 1997: La familia quiere vender su casa, piden una nota simple y aparecen dos inmuebles a nombre de Ana Ruiz Moya. De uno nunca habían tenido noticias. Y ya está “inscrita y aceptada como herencia” de sus descendientes. El apunte confirma que, legalmente, “la casa nunca dejó de pertenecer a la abuela Ana”.
El hogar robado por franquistas
Corralete, 9. En esa calle, ese número, hay una casa que ha ido cambiando de manos durante décadas. “El 24 de agosto de 2020 recuperamos para la familia de mi madre la vivienda propiedad de los hermanos Ana y Juan Ruiz Moya, madre y tío de ella”, explica Juan Miguel León. La familia ha esperado estos meses antes de dar a conocer la historia –que conocía este medio desde entonces– “por la necesidad de terminar los trámites con el notario y así poder demostrar la justicia y la legalidad” de la recuperación del inmueble.
“Hicimos justicia. Hemos recuperado para la familia una casa que le fue robada por la violencia. El terror que sentían sus legítimos propietarios despojados, el miedo de sus hijos y la injusticia radical del orden jurídico vigente han perpetuado durante décadas este crimen que ahora nosotros reparamos”, cuenta León Moriche. “La casa de Corralete 9 vuelve a estar habitada por los herederos legítimos de Juan Ruiz Pro, Salvador Ruiz Jiménez y Ana Ruiz Moya”, sentencia.
La familia ya ha certificado que el hogar forma parte de su herencia, que acepta la casa inscrita en “documento público registrado en 1919 por Juan Ruiz Pro”, abuelo a su vez de Ana Ruiz Moya, a la que cedía la propiedad junto a su hermano Juan. Esa nota simple del Registro de la Propiedad de San Roque es la prueba del saqueo.
De un hurto más. Los fascistas robaron al menudeo, desde un reloj a una máquina de coser. Y a lo grande, con fincas, dinero republicano, fortunas cimentadas en la dictadura, trabajo esclavo y premios a los mecenas que le pagaron la guerra y el golpe a Francisco Franco y el resto de personajes de la conspiración armada contra la democracia. Hasta Meirás o el cortijo de Gambogaz para el genocida Gonzalo Queipo de Llano. O la casa de la calle Corralete número 9, ahora rescatada por los descendientes de aquellas víctimas.
Un “ejemplo para las víctimas”
La familia Moriche Ruiz también quiere que Corralete, 9 sea otra punta de iceberg. Como el Pazo de Meirás. “Sabemos que el de nuestra familia no es el único caso existente en este país”, manifiestan. “Nuestra casa es solo una parte pequeñísima de todo lo rapiñado en Andalucía por los sublevados contra el orden constitucional de 1936”, explican. Y quieren que su caso pueda servir “como ejemplo” a otras víctimas del franquismo. Que vean quizás una camino abierto a recuperar los bienes robados “y se atrevan a dar el paso”, dicen.
La historia de la casa y su actual recuperación arranca en el verano del 36. Muchos en el pueblo huyen en dirección a Málaga. Castellar va quedando medio vacío. Escapan del terror, como miles de refugiados andaluces. Entre los huidos está Salvador Ruiz Jiménez, padre de Ana. Y un golpista aprovecha el vacío: “el nombrado alcalde por los militares rebeldes, Francisco Ruiz Piña, ocupó y robó la casa”, apunta León Moriche, que ahora ha emprendido el recobro del inmueble.
El franquista ‘okupa’ incluyó “una nota marginal en la escritura” que usó “para hacer una segunda inscripción registral con la que dar apariencia de legalidad a la posesión de un inmueble que había robado por la fuerza a sus legítimos propietarios”. Desde entonces, “esta casa ha sido vendida y comprada basándose en aquella nota marginal ilegal que se hizo en 1945”, precisa Juan Miguel León.
La vivienda llevaba años deshabitada. Y la “abuela Ana” murió en 1997 sin decir nunca a sus hijos que era copropietaria de Corralete 9. “Lo tenemos claro, nuestro propósito es quedarnos en la casa de nuestra familia el tiempo que haga falta para que todos los descendientes de Ana y Juan Ruiz Moya disfruten de ella”, apuran.
“Hemos contratado la electricidad, el agua y el Internet, hemos saneado y pintado paredes y toda la familia espera que acaben las restricciones sanitarias para celebrar la recuperación de la casa. Lo haremos en el patio, junto a la torre almenada que vigila desde lo alto todo el Campo de Gibraltar”, en el hogar del castillo de Castellar de la Frontera que fue arrebatado a su familia por los golpistas en 1936.
18