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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La Francia que vota en España, entre el “miedo” y el “hartazgo”

Los 71.000 franceses que residen en España con derecho a voto tienen tarea este domingo. Podrán ejercerlo en las 21 mesas de votación que la Embajada de Francia abre de 8 a 20 horas en diferentes ciudades españolas. Si los resultados de la primera vuelta se mantienen, Marine Le Pen sufrirá un severo rechazo entre los franceses que viven en nuestro país, más alineados a posiciones de derechas y más europeístas que los habitantes del hexágono, dado que muchos de ellos trabajan como directivos de las principales empresas del país con sede en España. Hace 15 días, más del 90% de los franceses que votaron en España lo hicieron contra Marine Le Pen. Ahora se enfrentan así a esta segunda vuelta:

“Mi país se ha vuelto loco”

“Mi país se ha vuelto loco”, afirma Vicent Bouen, un joven de 33 años, profesor de francés en el Instituto Cultural Francés de Sevilla, que votó en la primera vuelta al exministro de Economía Emmanuel Macron “por miedo a Le Pen”. Le gustaría preguntarle a los votantes del Frente Nacional por qué deciden votar a este partido ultranacionalista que quiere sacar al país galo de la Unión Europea, cerrar las fronteras a la inmigración y que recaba sus máximos apoyos entre la población rural y en los barrios abandonados y perdedores de la globalización.

“Es muy fuerte que en Francia haya inmigrantes que votan al Frente Nacional porque tienen miedo de que lleguen más inmigrantes y les quiten sus trabajos”, exclama indignado este ingeniero reconvertido a profesor de francés que llegó a España por amor y renunció a su profesión al ver que sería imposible encontrar un trabajo en Andalucía adaptado a su formación.

Vincent, que dice proceder de una familia tradicionalmente de izquierdas, declara que habría votado por el líder de la Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon de no existir el Frente Nacional. “En Francia llevamos años votando en contra de lo que no queremos que salga y no a favor”, aclara. No obstante, en las elecciones legislativas de dentro de un mes, este francés de la ciudad sureña de Pau votará seguramente al líder de la Francia Insumisa porque considera que “lo mejor sería que Macron fuera presidente de la República y Mélenchon su primer ministro”, lo que él cree que obligaría a gobernar para todos y desde el diálogo.

“Se ha perdido la vergüenza de admitir que se es racista”

Amina, de 26 años, licenciada en Derecho y Economía, hija de padre y madre argelinos, votante de Mélenchon en la primera vuelta y que se ha criado en un suburbio donde el 80% de la población es de origen árabe, no sabe aún qué papeleta depositará este domingo. Lo único que tiene claro es que no lo hará por Marine Le Pen y admite que, en caso de votar por el candidato social-liberal Emmanuel Macron, depositará el voto en la urna “con mucha rabia”.

El candidato de ‘En Marche’, Emmanuel Macron, efímero exministro de Economía de François Hollande y ligado profesionalmente al banco de inversión Rothschild (lo que le ha dado apoyo de la gran empresa y de los grandes medios de comunicación) representa para Amina todo contra lo que ella se ha manifestado en las muchísimas manifestaciones ciudadanas que han tenido lugar en Francia en los últimos años. “Se me hace muy duro votar por un candidato contra el que yo me he manifestado”, enfatiza esta joven que trabaja en Sevilla y que dice conocer a vecinos de su barrio, “hijos de inmigrantes como yo”, que votarán por Marine Le Pen: “Cosa que no logro entender”, reflexiona.

En las mismas que Amina se encuentra Nora Daoud, francesa de Montpellier e hija de un médico argelino que llegó a Francia en la década de los 50. Votó a Mélenchon hace dos semanas y ahora lo hará por Macron porque “tengo miedo de que la gente no vaya a votar y gane Marine Le Pen”, reconoce.

Esta mujer de 29 años, licenciada en Geografía y Economía y que trabaja en una empresa belga de economía social con sede en Málaga y Sevilla, muestra su preocupación por la división que “se respira en el aire” cuando visita Francia. “El país está dividido en dos, la gente no confía en sus vecinos y se ha perdido la vergüenza de admitir que se es racista”, argumenta con un profundo enfado hacia los medios de comunicación, a los que culpa de haber fomentado el ascenso de la extrema derecha.

“El Frente Nacional antes era un tema tabú y ahora ocupa los programas de máxima audiencia de todas las televisiones. Se han normalizado los planteamiento xenófobos de la extrema derecha”, puntualiza esta joven que ha votado tradicionalmente a los ecologistas y que reconoce que, a pesar de todo, “el sistema funciona, la protección social sigue existiendo y, aunque es cierto que nos están robando libertades, no es comparable a lo que está ocurriendo en España”. Este domingo, probablemente votará por Emmanuel Macron con “mucho coraje” porque “me siento obligada a votar por un candidato al que no le gustan los pobres o por una candidata a la que no le gustan los extranjeros”.

Le Pen “sabe diagnosticar muy bien los problemas, pero no con qué nos va a curar”

Ludovic, aficando en la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda desde hace 25 años, llegó a España para entrenarse como matador de toros, pero se enamoró de una gaditana y colgó el traje de luces. Aunque sigue ligado al mundo del toro, profesionalmente se dedica a la exportación de frutas y verduras españolas al mercado francés. Afirma que “podría haber votado por Marine Le Pen si no hubiera dicho que quiere prohibir las corridas de toros”. Ludovic se muestra muy crítico con la gestión de la inmigración: “Si ciudadanos franceses como yo, aunque de origen árabe, están escupiendo contra Francia y están matando a sus propios compatriotas, está claro que como país hemos fallado”, enfatiza.

Para este taurino, la segunda economía de la Eurozona “necesita una quimioterapia que mate células buenas y malas para poder comenzar de nuevo”, explica para justificar por qué muchos franceses se han echado en brazos de Marine Le Pen. Reconoce que la candidata ultraderechista “sabe diagnosticar muy bien los problemas, lo único que pasa es que no sabe con qué nos va a curar y por ello recurre al enfrentamiento”, apostilla Ludovic, quien votaría por la salida de la UE porque “es una gran chapuza que en España el sueldo mínimo sea de 650 euros y en Francia de 1.300, que los ganaderos aquí vendan el litro de leche a 10 céntimos y en Francia a 60”.

Prosigue su relato: “Así no podemos competir, no tenemos un mercado común y hay empresas que se instalan en Irlanda porque pagan el 10% de impuesto de sociedades”. Como solución, este empresario de la exportación hortofrutícola cree que se deben armonizar las legislaciones europeas para que todos los ciudadanos tengan los mismos derechos, el mismo sueldo mínimo y todas las empresas paguen los mismos impuestos para evitar la competencia desleal. “En esta UE estamos todos contra todos, españoles contra rumanos, franceses contra alemanes, italianos contra griegos…Y así no podemos seguir”, concluye su mitin apasionado. Sobre el sentido de su voto, bromea: “Votaré a Morante de la Puebla”.

“Francia el país más socialista de Europa”

El ejecutivo Thierry Corot, de 57 años y que llegó a Andalucía hace 25 para dirigir una de las divisiones industriales del grupo francés Danone, votó en la primera vuelta a François Fillon, representante de la derecha conservadora a la que tradicionalmente vota la burguesía francesa, y se muestra muy crítico tanto con Marine Le Pen como con Jean-Luc Mélenchon, los cuales asegura “representan lo mismo al 90%”. Este domingo votará por el candidato Emmanuel Macron, de quien valora su experiencia en el mundo de la banca de inversión.

Este hombre de negocios que preside ‘Cercle Eiffel’, entidad que agrupa a empresarios franceses residentes en Andalucía, no comprende que se acuse al país galo de haber abierto la veda al neoliberalismo: “Francia es el país más socialista de Europa”, enfatiza tajante. Para Thierry Corot, que actualmente es directivo de un grupo empresarial andaluz que exporta camiones de bomberos y otros materiales de actuación frente a las emergencias a 25 países de todo el mundo,  la responsabilidad del déficit galopante francés, el segundo mayor de la UE, se debe a que “el 57% del presupuesto se dedica a gasto social” y al gran coste de los costes salariales y a las cargas sociales a las que tienen que hacer frente las empresas, lo que según este ejecutivo resta competitividad frente a otros países.

‘Dédiabolisation’ del Frente Nacional

Frente a las críticas y la apelación al miedo de los enemigos del Frente Nacional, el partido de ultraderecha ha emprendido un lavado de cara para hacer desaparecer su pasado antisemita, ultranacionalista y fascista, que los medios de comunicación franceses denominan ‘dédiabolisation’ y que en español podríamos traducir como “desdiabolización”. A la vista de los resultados que le pronostican las encuestas, cercano al 40% de los sufragios,  20 puntos más que en 2002, parece que le ha funcionado aunque aún es insuficiente porque carece de aliados en la escena política francesa, imprescindible para ganar en una votación a dos vueltas.

Pierre Cadiet, nacido en la Bretaña francesa y afincado en Córdoba desde hace 10 años, avisa de que “son los mismos de siempre”. Marine Le Pen “es en apariencia más moderna que su padre, pero es igual de fascista que él”. En un tono duro, este joven de 32 años que se vino de Erasmus a Andalucía y nunca más regresó a Francia, califica de “ignorantes, incultos, analfabetos y catetos” a los votantes del Frente Nacional, cosa que niega el taurino Ludovic: “No todos los votantes de Marine Le Pen son de ultraderecha. Sencillamente, están hartos y lo expresan votando a quien nunca ha dirigido el barco”.

Guy Bourbon, tradicional votante del Partido Socialista, pronostica que si Marine Le Pen no gana ahora, “puede hacerlo en el futuro y eso me preocupa mucho, porque sería un desastre, el fin de toda una generación, de una época”, relata con tristeza este hombre que a sus 62 años preside una asociación que difunde la cultura del país de las luces en Andalucía.

Tercera vuelta de las presidenciales

En la primera vuelta de las elecciones francesas celebrada hace dos semanas, el candidato neoliberal Emmanuel Macron ganó de calle entre los franceses que viven en España. Triunfó con el 37% de los sufragios emitidos, a más de 15 puntos de ventaja de François Fillon, el candidato de la derecha tradicional que obtuvo el 22,51% de los votos y la segunda posición. El candidato que agrupó el voto de izquierdas, Jean-Luc Mélenchon, sólo ganó en la mesa electoral de Granada, aunque obtuvo un nada despreciable 20,03% de apoyos entre los franceses expatriados en España, medio punto más que en el hexágono.

Marine Le Pen, por su parte, sólo consiguió el apoyo del 8,7%, una cifra raquítica en comparación con el 21,3% que la líder de extrema derecha consiguió en territorio francés y que le permitió pasar a una segunda vuelta inédita, en la que, por primera vez en sesenta años, ninguno de los representantes de los partidos tradicionales presidirá un país profundamente dividido, y en el que la ultraderecha del Frente Nacional aspira a obtener alrededor del 40% de los votos, cuando en 1974 consiguió el 0,4% de los sufragios. Desde entonces, la ultraderecha nunca ha bajado del 10% en primera vuelta.

Este domingo nada hace presagiar sorpresas, salvo que las encuestas se equivoquen como lo hicieron en el referéndum sobre la salida de Reino Unido de la UE y en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. En sólo un mes, entre el 11 y el 18 de junio, se celebran las elecciones legislativas, consideradas la tercera vuelta de las presidenciales y donde difícilmente la plataforma de Emmanuel Macron tendrá mayoría, mientras que la Francia Insumisa de Mélenchon podrá introducir un buen puñado de diputados en la Asamblea Nacional Francesa que le permitan ser bisagra y contrapoder al presidente de la República.

“Francia se puede hacer incontrolable”, concluyen muchos de los franceses que viven en Andalucía y que este domingo se movilizarán por miedo a Marine Le Pen más que por estar todos a favor del candidato neoliberal Emmanuel Macron, que promete derogar el Código del Trabajo que regula las relaciones laborales y la negociación colectiva entre sindicatos y empresas y reducir en 60.000 millones de euros el gasto social.